¿Nos sorprende? ¡Por supuesto que no nos sorprende! Entre escoger a un amigo y jugársela por mantener una sana paridad de género en la Corte Constitucional y nutrir la democracia con nominaciones libres de suspicacias, el presidente Gustavo Petro escogió el primer camino; el mismo que habría criticado agriamente si hubiera estado en la oposición. ¡Qué le vamos a hacer! Es la eterna doble moral de nuestros políticos, de la que no se salvan ni los que prometen, a viva voz, el cambio.
Gustavo Petro no solo desperdició la oportunidad de haber integrado una terna solo de mujeres, sino que ternó a su abogado personal, minando anticipadamente cualquier posibilidad de respeto por la independencia de poderes y convirtiéndose –una vez más– en lo que tanto decía aborrecer.
Y aclaro: no tengo nada en contra del doctor Héctor Carvajal. De hecho, me han parecido sanos sus oficios para juntar a dos opositores enconados como el expresidente Álvaro Uribe y el actual mandatario para que dialoguen civilizadamente, pero sigue siendo un hombre muy cercano al presidente de turno y eso no es ni democrático ni respetuoso con la autonomía de un tribunal que todos los colombianos debemos cuidar.
Para el abogado y columnista Rodrigo Uprimny, la nominación exprés y sin convocatoria pública de esta terna contradice el artículo 126 de la Constitución y, en ese sentido, el Senado podría devolverla. No creo que lo haga porque precisamente el doctor Carvajal se mueve tan bien en todas las aguas que es el candidato favorito para ocupar esa magistratura.
Ahora bien, de fondo está el hecho negativo de perder un espacio para una magistrada mujer si la elección del doctor Carvajal se produce. Hoy, la Corte tiene 5 hombres y 4 mujeres, una paridad, en la práctica, que se alteraría con esa elección y que está seriamente amenazada con las próximas que vienen y cuyas ternas deben ser armadas por la Corte Suprema de Justicia.
Las magistradas que hemos tenido han demostrado eficiencia en sus actuaciones y una probidad de resaltar.
De allí que valga la pena exhortar al Senado para que considere estas reflexiones en las que el presidente Petro no reparó y hacer un llamado a los partidos políticos con asiento en el Senado para que demuestren su compromiso con la defensa de los derechos de las mujeres y su impulso a aquellas que tienen méritos para ocupar altas posiciones. Así mismo, vale la pena conminar, desde la opinión pública, a la otra nominadora, la Corte Suprema, para que tenga en cuenta estos factores.
En la lista de preseleccionados para integrar una de las ternas que debe enviar al Congreso hay nombres tan notables como el de Carmen Vásquez, que, además de ser mujer, es afro y tiene una experiencia en el Estado que debería ser considerada. Al lado de ella hay otras mujeres, como Mónica Cifuentes, que, perfectamente,podrían ser nominadas por la Corte Suprema para entregarle al Senado una terna de abogadas competentes.
La justicia colombiana necesita más mujeres. Fíjense en una cosa: de todos los escándalos de las últimas décadas en las altas cortes, ninguno de los mencionados ha resultado ser una mujer. Las magistradas que hemos tenido, antes bien, han demostrado eficiencia en sus actuaciones y una probidad de resaltar.
Además, el desbalance en esos niveles es notorio: en la Corte Suprema hay 18 hombres y 5 mujeres. En el Consejo de Estado solo hay 6 mujeres y 25 hombres. Por eso, lo que ocurría en la Constitucional en materia de paridad se veía muy bien y ahora está a punto de perderse.
¡Necesitamos más mujeres en la justicia!, como también ha pedido la defensora del Pueblo, que cuestionó igualmente la terna enviada por el Presidente al Senado. Si a Petro le quedó grande entenderlo, ojalá a la Corte Suprema no, y así, en las próximas elecciones de altos funcionarios de la Rama Judicial. ¡Más mujeres, por favor!