Joachim Trier (Copenhague, 1974), intimista realizador escandinavo, cuyos sicodramas y comedias depresivas suelen localizarse en la capital noruega. Personalidad mundial a partir de su postulación a la Palma de Oro y el Óscar internacional, escribió y dirigió el año pasado su quinto largometraje, el cual gira en torno a las inconsistencias de una guapa fotógrafa que al cumplir 30 años se halla entre dos aguas laborales y sentimentales.
Su trilogía ‘Oslo’ se inicia con las rivalidades literarias de dos amigos escritores (‘Reprise’, ‘Vivir de nuevo’), continúa con los últimos conteos de un drogadicto en trance suicida (Oslo, 31 de agosto) y culmina con una anticomedia sentimental protagonizada por la inestable treintañera que dio por llamarse ‘The Worst Person in the World’. Primer hallazgo: las tres, del 2006 a 2021, son protagonizadas por su ‘alter ego’ y actor fetiche Anders Danielsen Lie.
El brillante cineasta estadounidense P. T. Anderson, quien rivalizaba como favorito en Cannes 2021 con ‘Licorice Pizza’, afirmó que ‘La peor persona en el mundo’ era “la mejor película del mundo”. Veamos el porqué: comedia romántica, diferente e innovadora, alrededor de una inestable mujer oslense que, sin encontrarse a sí misma, intenta redefinir su vida tanto afectiva como profesional.
Julie quiso estudiar primero medicina y después se pasó a sicología, puesto que le interesaba explorar los sentimientos humanos más vulnerables o recónditos, experimenta los aspectos acosadores del modelaje e incursiona en la actuación, colabora en el dibujo de cómics, ensaya vender libros y finalmente opta por la fotografía.
El brillante cineasta estadounidense P. T. Anderson, quien rivalizaba como favorito en Cannes 2021 con ‘Licorice Pizza’, afirmó que ‘La peor persona en el mundo’ era “la mejor película del mundo”.
El amor le ha sido esquivo y resbaladizo, cuenta con una adolescencia tumultuosa puesto que nunca se negó a disfrutar de aventuras pasajeras que solo le dejaron soledades y vacíos sensibles; comparte un apartamento con Aksel, él está enamorado, pero ella no está segura, tampoco ha querido ser madre y menos tener familia, gusta de colarse en las fiestas privadas del barrio y juega con ser infiel, mentir y no revelarle sus efímeros deslices al amante de turno. Ella es Renate Reinsve, carpintera poseedora de bipolares emociones que le valieron ser la mejor actriz en el pasado certamen mediterráneo.
Del alma naturalista y romántica de un gran cineasta de nacionalidad noruega, cuatro evidentes atractivos: expresividad anímica de su hermosa intérprete, inestabilidades incorregibles del corazón acordes con el ritmo de situaciones amorosas, paseos por la boscosa capital báltica en la cabecera de un fiordo y estructura literaria con prólogo, 12 capítulos y epílogo.
Algunas secciones dinámicas y lineales llaman la atención de semejante relato novelesco, con momentos de sosiego en la erótica intimidad del claroscuro: ‘Los otros’, ‘Infidelidad’, ‘Felación en la era #MeToo’, ‘Nuestra ajena familia’, ‘Un mal encuentro’, ‘Diagnóstico positivo’ y ‘Todo tiene su final’. Una escena urbana destacable evoca la frescura de una nueva ola sa: Julie corre imaginariamente por las calles y miradores a orillas del fiordo en verano, entre ciclistas y transeúntes que permanecen estáticos o congelados.
‘Reprise’ (‘Vivir de nuevo’, 2006). Ópera prima del más importante cineasta noruego contemporáneo, aunque nacido en Copenhague no impugna su origen danés. Phillip, joven amante de la literatura intenta infructuosamente escribir una novela; su inseparable amigo Erik también busca un editor y mete al buzón del correo la revolucionaria publicación titulada ‘Prosopopeya’ —atribuirles a objetos inanimados acciones propias de criaturas racionales—.
Mientras que el primero ve frustrada su vocación y se enfrenta a la baja autoestima de una lucha interior trasparentada en desasosiego, el segundo triunfa y se gana el reconocimiento de lectores, libreros y medios. Phillip, por el camaleónico debutante Anders Lie, se aparta de su compañero de ruta y manifiesta un inocultable resentimiento con aquellas fluctuaciones derivadas de los tórridos glaciales del espíritu nórdico —recordar ‘El grito’ de Munch—. Trier, por estos días, se encuentra en Cannes y hace parte del jurado oficial; no confundir por el apellido con ese gran danés perturbado que es Lars von Trier, aunque tienen su parentesco.
‘Oslo, 31 de agosto’ (2011). Porque cada segundo cuenta… Anders, drogadicto de treinta años residente en un centro de rehabilitación, tiene licencia durante 24 horas para realizar temerosas entrevistas laborales el mismo día de su cumpleaños. Deprimido y frustrado, con los nervios de punta, aprovecha esa probable última salida para volver a la casa derruida donde nació, pasar por los bares que frecuentaba, sentarse a mirar los brazos montañosos del mar y despedirse de algún amigo casado y con familia.
Pretendía lanzarse al agua con piedras en sus bolsillos —como Virginia Woolf—, tirársele al tranvía marítimo, recaer en la droga dura o desafiar el vértigo a la cuenta regresiva de su ‘leitmotiv’ existencial: 10… 9… 8… 7... Presentada por ‘Una cierta mirada’, en Cannes 2011, estamos ante la libre reelaboración suicida de ‘Fuego fatuo’ —sublime película del no menos grande realizador francés Louis Malle, según la novela maldita de Pierre Drieu de la Rochelle—. Sin duda alguna, Joachim Trier es uno de los grandes autores contemporáneos del mundo, con menos de cincuenta años. Desde Oslo, y gracias a Mubi, en donde “la palabra melancolía tiene más de ola que nostalgia”.
MAURICIO LAURENS