“Habían muchos colombianos que creían de que hablamos el mejor español”. Tal cual, y la gente se lo cree. No hay mejor español, hay diferentes maneras de hablarlo y todos son igual de buenos o malos.
En cuanto a los acentos, aquello de que hablamos el mejor español es otro mito. Basta con pensar en lo del acento neutro, cosa que no existe. En la misma Colombia diferenciamos entre costeños, paisas, pastusos, boyacenses, santandereanos, etc. Y los costeños se diferencian entre sí, barranquilleros, cartageneros y samarios saben que esto es así. Lo que en el mundo hispanohablante se conoce como acento colombiano es el paisa, que es lo que más se oye en las series sobre la mafia. Habría que agregarle algo de valluno. Lo que no quiere decir que el resto del país no esté infestado de narcotráfico.
No hay mejor español, hay diferentes maneras de hablarlo y todos son igual de buenos o malos.
En Colombia ya casi no se oye, solo se escucha, y nada se pone, todo se coloca. Es la evolución-involución de una lengua a la que pertenecemos la mayor parte de quienes habitamos este medio hemisferio que va desde el río Grande hasta la Patagonia. Desde El Paso (bello nombre para entrar y salir) hasta Ushuaia.
Y en este territorio hay una finca muy grande, conocida como Córdoba, que pudimos ver hace poco, llena de yeguas y caballos, toros y vacas (lenguaje inclusivo), gallos y gallinas y uno que otro pavo real, y desconozco el acento cordobés.
País de barras muy bravas, en el fútbol y en la política. La izquierda tras de su mesías y la derecha detrás del propio, a ritmo de fanaticada, de hinchas que no perdonan contradictores. Y que hablan su propio lenguaje, ‘parece’.
Basta con leer lo que se escribe en las redes sociales, donde se supone que la mayoría son universitarios, o al menos tienen título de bachiller, para constatar que en Colombia ni se habla ni se escribe el mejor español del mundo.
Completa o totalmente gratis, oye uno en la publicidad radial. ¿Acaso no sería suficiente con decir gratis? O, ¿existe un parcialmente gratis?
Cuál viene a ser la diferencia entre: qué porrazo, qué guamazo, qué totazo, qué coñazo, un tomatazo, un bergajazo (un tipazo), chiripazo, codazo, abrazo, papayazo. Y podría seguir hasta el cansancio enumerando palabras que terminan en azo, muy nuestras.
En todo caso, revisar el trato que le damos a nuestro idioma, en todos los escenarios, constituye un mazazo para los que lo defendemos.
MAURICIO POMBO