Hubiera querido dedicar esta columna a la reflexión sobre los desafíos que sorteamos las madres para sacar adelante esa difícil combinación entre ser mamá y cumplir con un proyecto de vida. Sin embargo, no pude evitar referirme a hechos ocurridos la semana anterior.
Por primera vez en la historia de Colombia, las reservas activas de las Fuerzas Militares y de la Policía se convocan en una manifestación pública para hacer sentir ante el Gobierno su inconformidad con decisiones que menosprecian su papel y que desconocen el sacrificio de quienes se jugaron la vida para defender la soberanía y el orden constitucional, y de los que asumieron con convicción la finalidad de mantener las condiciones para el ejercicio de los derechos y libertades en aras de la paz.
Una expresión pública desafortunada, de una persona, no debe empañar la trascendencia de la numerosa concentración que se dio en la plaza de Bolívar. Por las redes corrieron testimonios de quienes con sus propios recursos se desplazaron desde muchos rincones para entonar la ‘Oración patria’ y reafirmar que quieren ver a Colombia “siempre grande, respetada y libre”.
Caras de emoción, llenas de profundo amor por la madre patria, fue la demostración de que quienes vistieron el uniforme y cumplieron con respetar la Constitución, y no son indiferentes ante la creciente incertidumbre derivada del avance de la criminalidad y del riesgo de alteración del sistema democrático.
El Presidente amarra los perros con longaniza, amparado en un exagerada reacción, y se victimiza al hablar de un golpe de Estado, combinando una amenaza al ligar a de la Fuerza Pública con la violencia y el terror, mientras que pretende nuevas concesiones para los grupos armados ilegales, verdaderos responsables de la vulneración de derechos y de la pobreza de millones de personas que viven en los territorios, a quienes convoca a la división entre élite y pueblo, ricos y pobres, blancos y negros, campesinos y terratenientes.
La profesionalización de la Fuerza Pública, su fortalecimiento y permanente formación en derechos humanos vienen de tiempo atrás. Episodios aislados que hacen daño son repudiados por las instituciones. Por eso, pegarse de una alerta de golpe de Estado es un ingrediente más para distraer la concentración que debe tener la opinión sobre lo que está ocurriendo en el Congreso, cuando queda solo un mes de sesiones.
No perdamos la prioridad. Puede ser que ante la reconfiguración en la relación Gobierno-partidos políticos y la ostensible división interna en el Liberal y el Conservador, el menudeo de los votos en el Congreso exige mayor seguimiento a cada artículo de la reforma de la salud, la laboral, la pensional y del marco de negociación con otros sectores ilegales.
El camino no es derribar el Gobierno como afirma el Presidente. El objetivo es derrotar a la izquierda en las elecciones del 2026 con una propuesta incluyente, con un verdadero discurso de reconciliación, con programas de real a la educación y a la formación para el trabajo o el emprendimiento productivo, con el compromiso de respetar las libertades, la propiedad y la inversión.
La reserva activa es un sector importante de la nación. Sus numerosas organizaciones en las que se agrupan, por fuerza, por arma a la que pertenecieron, por territorio, son bienvenidas en la democracia. Pueden hacer política libremente, ya cumplieron con la obligación de no ejercer el derecho al voto. Ojalá lleguen en las próximas elecciones de octubre a concejos municipales, alcaldías y gobernaciones, para que desde lo local se influya en la seguridad, en el acercamiento de la institucionalidad a las comunidades, lo que saben hacer con disciplina y rigurosidad, y que se preparen para el poder nacional.
Ánimo soldados y policías retirados. Que su sacrificio por la madre patria se sienta en la política.
NANCY PATRICIA GUTIÉRREZ