“Divide y vencerás”, dijo el emperador Romano Julio César (100 a. C. – 44 a. C), afamado estratega militar y estadista. Esta frase proviene del nombre de una de sus tácticas más célebres: la celeritas caesaris o rapidez cesariana, que buscaba dividir y confundir al enemigo. La polarización en el país no debe permear a las Fuerzas Armadas, que, aunque apartidistas, sí o sí deben comprender la dinámica política de la nación y su impacto en los demás campos del poder para que, a través de una mirada prospectiva y con pensamiento estratégico, coadyuven a los conductores políticos en la correcta toma de decisiones para lograr la unión de voluntades en una causa común y un propósito superior llamado Colombia.
Si esa división llega a los cuarteles y proviene de su mismo seno es aún más grave. Estamos hablando de las instituciones que portan las armas de la república y que son las responsables de la seguridad de las personas, la defensa del territorio y la soberanía de la nación. El único antídoto contra la división interna es el profesionalismo e integridad de sus hombres, bajo tres pilares que garantizan la supervivencia de una fuerza militar: doctrina, cohesión y valores y principios. El estado final deseado es que, por encima de la experticia, haya liderazgo ético y reflexivo, que nos enseña cómo pensar y no qué pensar, y que a su vez produce ética pública, es decir, gobernanza y gobernabilidad.
La actual coyuntura política, agravada por la pandemia y su gran impacto en la economía, sumado a la amenaza profunda, compleja y peligrosa que representa para Colombia la confederación de estructuras criminales transnacionales (CECT) integrada por el régimen venezolano, las disidencias de las Farc, el Eln, y los grupos terroristas islámicos Hamás y Hezbolá, es todo un reto y desafío profesional para las FF. AA. Por ello, la falta de comprensión de los problemas político estratégicos paraliza las acciones del Estado colombiano.
Es menester incentivar en las escuelas de formación y capacitación de las fuerzas el estudio del arte y el diseño operacional, que introdujo la doctrina Damasco para entender los problemas militares en ambientes volátiles, inciertos, complejos y ambiguos (Vica), comprender cómo estructurarlos debidamente y buscar su solución mediante un enfoque adecuado, con planes sencillos y certeros, que también ponderen la raíz de esa problemática que ha aquejado a este país por décadas.
La falta de comprensión de los problemas político estratégicos paraliza las acciones del Estado colombiano.
Hoy esta patria requiere líderes militares que tomen decisiones correctas, que asuman responsabilidades, pero, sobre todo, líderes íntegros que arrastren con el ejemplo e inspiren el cambio del pensamiento en sus subalternos, para así transformar sus escuadras, pelotones, compañías, batallones, brigadas y divisiones, y de esta manera, a toda una institución.
El sostén de esta democracia son sus FF. AA. Nuestra historia lo ha demostrado. Unas fuerzas referentes en el mundo, disciplinadas y respetuosas del poder civil. Ser socios globales de la Otán, único país en Latinoamérica, habla de la excelencia militar de Colombia. No obstante, las actuaciones deshonrosas de algunos pocos mancha lo que hace la gran mayoría de los hombres y mujeres que visten el pixelado de honor, el sagrado uniforme militar, símbolo de la confianza que el pueblo les ha depositado, y el apellido que portan en el pecho henchido de orgullo, sello indeleble del buen nombre de sus familias.
Honramos y bendecimos hoy a esa inmensa mayoría de soldados de tierra, mar, aire y río, y a nuestros policías y sus familias, que aplican la ética como única regla para tomar decisiones. “Lo correcto es correcto, aunque todos lo condenen, y lo incorrecto es incorrecto, aunque todos lo aprueben”. Charles Haddon Spurgeon (1834-1892).
PEDRO JAVIER ROJAS GUEVARA
*Analista político y militar. Experto en seguridad y defensa.