¿Veremos el dichoso día? ¿Por fin los honorables parlamentarios se reducirán los escandalosos y estratosféricos salarios “a sus justas proporciones”? Los colombianos apoyamos la iniciativa del senador Iván Cepeda de rebajar esos $ 48’142.000 que la inmensa mayoría de colombianos no ganan en toda una vida de sudores y angustias y que los honorables se embolsillan con solo un mes de asistencia al Congreso.
Aprovechando la anhelada rebaja podríamos aspirar a dos detallitos más: reducir ese abultado número de senadores y representantes que les representan al año a los colombianos la abultadísima suma de $ 993.000 millones según lo estimado en el presupuesto para ellos en el 2023, y acabar de una vez por todas con el embeleco de la inmunidad, que consiste en que los parlamentarios son eximidos de ser detenidos o presos, procesados y juzgados sin autorización de la Cámara a la que pertenecen.
Si la Constitución, tan manoseada por el gobernante de turno en estos meses, dice que todos los colombianos somos iguales ante la ley, entonces que a todos nos juzgue la justicia ordinaria. De no ser así, habría colombianos privilegiados y mejores que otros. ¿Dije mejores? Sí, tenemos derecho a que los hombres que hacen las leyes de la patria sean los mejores ciudadanos, los más honestos, los más decentes, los más éticos e intachables, los más patriotas, los más generosos, los más preocupados por el bienestar del país y de todos sus ciudadanos, etc. En otras palabras, los más honorables.
Pero las cosas con los parlamentarios no paran ahí: tienen muchos beneficios, facilidades y regalos que les da la ley.
Pero, para desgracia de la patria, hemos visto desde años atrás que se sientan en el sagrado recinto del Parlamento unos compatriotas incursos en los más variados, escandalosos, repudiables (y presuntos) delitos. Muchos de ellos han sido condenados, y otros, absueltos. Entre estos, unos porque eran verdaderamente inocentes y otros por vicios y manoseos de la justicia.
No es la primera vez que se presenta este proyecto de reducción de salarios. Creo que es la vigésima. En el último intento no faltaron senadores del Pacto Histórico que se opusieron a la rebaja. Creo que Isabel Zuleta fue una de ellas. El salario bien mínimo del sufrido y aporreado colombiano que muchas veces solo come una vez al día no alcanza, mientras el de los honorables lo supera en 50 veces. ¿Es esto justo? No, es una ignominia que clama al cielo y a donde sea.
Demos gracias al mismo cielo que el pueblo dolido no se levanta en armas contra lo que considera injusto. Pero las cosas con los parlamentarios no paran ahí: tienen muchos beneficios, facilidades y regalos que les da la ley.
Por ejemplo, los que viven fuera de Bogotá gozan de dos tiquetes aéreos semanales para trasladarse a la capital. Bien podrían pagárselos con los 42 ‘paquetes’ del salario. Millones de colombianos nunca podrán en su vida conocer un avión y se contentan con oírlos y verlos pasar sobre sus cabezas. En fin, soñar no cuesta nada, esperamos con ansia la reducción de los estratosféricos salarios.
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Magnífica la idea de Aviatur de regalar de aguinaldo a sus amigos y clientes la reproducción de la medalla que el almirante Vernon mandó acuñar cuando se presentó ante Cartagena con 185 navíos y 27.000 combatientes contra los 6 navíos y 6.000 soldados de Blas de Lezo, cojo, manco y tuerto. Así esperaba la Soberbia Albión vengarse y sobreponerse al Imperio español.
La medalla representa a Blas de rodillas ante Vernon, y se lee: “The pride of Spain humbled by Ad. Vernon”. Ante la vergonzosa derrota Vernon mandó recoger las medallas, pero quedaron muchas flotando y se convirtieron en preciosas piezas de colección.