Cuando los organizadores de la ceremonia de posesión del presidente Gustavo Petro le pidieron a la casa militar la espada de Simón Bolívar, guardada en la Casa de Nariño, y la paloma de la paz regalada por el maestro Fernando Botero, recibieron un rotundo no a las dos por orden del presidente Duque.
Ni la espada ni la paloma se iban mover de donde estaban, y menos se iban a prestar para la ceremonia. Un acto falto de elegancia e inteligencia, ya que el presidente Iván Duque le sirvió en bandeja al entonces presidente electo, Gustavo Petro, la posibilidad de ridiculizar su negativa a prestar la espada de Bolívar, como si fuera de su propiedad.
Después de un intervalo de varios minutos mientras la espléndida pianista Teresita Gómez amenizó el rato con su piano milagroso, Petro aprovechó, y en el momento después de haber jurado y de haber recibido la presidencia, y antes de juramentar a su vicepresidenta, como primera orden instó a la casa militar para que trajera la espada de Bolívar, entre los aplausos de la concurrencia.
Y la espada llegó a la plaza de Bolívar custodiada por unos soldados en uniformes antiguos, en una litera construida especialmente y con un cortejo que la llevó hasta el palco de honor para que fuera testigo del primer discurso, el de posesión, de Gustavo Petro.
Naturalmente, todos los jefes de Estado, los huéspedes ilustres y los invitados especiales se pusieron de pie por el respeto debido al Libertador de América. Todos, menos uno, el rey Felipe VI, que sin ninguna razón aparente se quedó sentado, en un desplante que fue criticado hasta en la madre patria, aunque el ministro de la Presidencia española le restó importancia al desplante del rey sentado, el portavoz de Unidos Podemos en el Congreso, Pablo Echenique, le respondió con un tuit: “El ministro Bolaños ha dicho que el desplante de Felipe VI a la espada de Bolívar no tiene trascendencia. Sin embargo, fue el único jefe de Estado que no se levantó y se vio en todas las televisiones del mundo, la pregunta es si esta decisión estaba refrendada por el ministro de Exteriores”.
Y qué raro que no muchos cronistas que estuvieron presentes en la posesión hayan notado este, un verdadero desplante a la espada de Simón Bolívar, como si su majestad estuviera todavía bravo por haberle ganado la independencia en los 9 años desde 1810 a 1819.
Son detalles que así no lo parezca quedan para la historia.
SALVO BASILE