No es usual que un niño de seis años saque una pistola de su mochila y le dispare a su maestra en el salón de clases, como sucedió este 6 de enero en Newport News, Virginia.
Sin embargo, entre 1999 y 2022, en Estados Unidos hubo 11 casos en los que niños menores de 10 años protagonizaron balaceras en sus escuelas. En 10 de ellos, utilizaron armas de fuego que sustrajeron de sus hogares.
Tampoco es usual en el mundo que un pistolero entre a un kindergarten y mate a 19 niños y a dos maestras, como sucedió en Uvalde, Texas, en mayo de 2022, o que asesine a 26 personas, 20 de ellas niños, como ocurrió en Newton, Connecticut, en diciembre de 2012. En esta matanza, el pistolero disparó 154 rondas de balas en menos de cinco minutos contra niños indefensos.
Y ninguno de estos son casos aislados. En los primeros seis meses de 2022, de los 213 tiroteos masivos que hubo en el país, 27 tuvieron lugar en escuelas. En Estados Unidos hay 57 veces más tiroteos que en los otros seis países del G7 juntos, Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón y Gran Bretaña.
Estados Unidos es una sociedad en la que un número inusual de personas mueren violentamente, al menos si se lo compara con otras democracias ricas.
El hecho de que aproximadamente el 77 por ciento de los asesinatos en 2020 se hayan cometido con un arma de fuego, la proporción más alta jamás reportada en datos del FBI desde 1960, certifica el indiscutible vínculo entre el alto índice de violencia y la proliferación de venta de armas.
En 2020, más de 45.000 americanos murieron por arma de fuego, por homicidio o suicidio, y es el único país en el mundo con más armas de fuego en manos de civiles que habitantes (120 armas por cada 100 habitantes). Lo que equivale a 393 millones de armas en un universo de 210 millones de pobladores mayores de 18 años.
Para explicar el fenómeno hay quienes sugieren que es precisamente la desenfrenada compra de armas de fuego la responsable de la ola de delincuencia que azota el país. Sin duda, pero no son solo las pistolas las que explican el fenómeno. En 2020, el FBI publicó un informe en el cual sugería que “tal vez, Estados Unidos se encuentre en medio de lo que es específicamente una ola de violencia letal, no una ola amplia de delincuencia”.
Estados Unidos es una sociedad en la que un número inusual de personas mueren violentamente, al menos si se lo compara con otras democracias ricas y capitalistas. Y esto es así aun cuando Estados Unidos no es el país más violento del mundo, ni siquiera el más violento de la Ocde. México tiene una tasa de mortalidad por violencia delincuencial mucho más alta, que se ha disparado en la última década. Yemen, El Salvador y Colombia también compiten por el deshonroso título.
Lo cierto y lo dramático, sin embargo, es la propensión de los estadounidenses a la violencia. Considere, por ejemplo, la ferocidad con la que actúan los policías. En 2021, la policía les disparó y mató a 1.099 personas en todo el país, mientras que en Canadá fueron 36 los muertos; en Alemania, 11, y en Noruega, 0.
Otro dato impresionante para documentar la violencia estadounidense es que desde su independencia en 1776, EE. UU. ha estado en guerra durante 229 años. Solo ha tenido 17 años de paz.
Más alucinante pero revelador, quizá sea la consagración del derecho a portar armas. Una herencia del colonizador que con su carabina al hombro subyugó a los nativos y preservó la esclavitud de los negros y posteriormente la reafirmó en el texto constitucional. Estados Unidos es uno de un reducido grupo de países que formalizan como derecho constitucional de los ciudadanos poseer y portar armas de fuego sin importar las consecuencias.
SERGIO MUÑOZ BATA