Desde niños nos preguntan: "¿Qué quieres ser cuando seas mayor?". En mi infancia, algunos querían ser policías, otros futbolistas, otros abogados… En esa etapa, soñar es natural y uno piensa en los resultados sin preocuparse por el camino.
Con el tiempo aprendemos que nada llega solo, hace falta planificación y esfuerzo. Algo similar ocurre con el sector energético, donde a veces creemos que los buenos gráficos y proyecciones bastan para lograr los objetivos.
Soñar con un mundo mejor es fundamental. Pero si realmente queremos una transformación energética, necesitamos más que ambición; planificación e inversión en redes eléctricas son claves.
El gran reto: sin transmisión no hay transición
Según la Agencia Internacional de la Energía (IEA), la demanda de electricidad se duplicará de aquí a 2050, impulsada por centros de datos, movilidad eléctrica y climatización. Para ello, no solo necesitamos más renovables y almacenamiento, sino redes sólidas que garanticen estabilidad.
La famosa frase "sin transmisión no hay transición" no es solo una expresión, es la base para un sector confiable, competitivo y sostenible.
A menudo digo que inaugurar líneas de transmisión de cientos de kilómetros genera menos titulares que inaugurar un sistema solar residencial. Damos por sentado que las redes avanzarán al ritmo de la transición, pero no es así. Los números son claros: se requieren más de 25 billones de dólares en inversión en redes para 2050, una cifra que demanda visión de largo plazo y políticas públicas estructuradas.
Latinoamérica: urgencia y desafíos
Construir redes en Latinoamérica es cada vez más complejo. Los proyectos enfrentan barreras: permisos, oposición social, retos ambientales y largos tiempos de desarrollo. Pero, al mismo tiempo, la necesidad de esta infraestructura nunca ha sido mayor.
Queremos electricidad con solo presionar un interruptor, sin preguntarnos cómo se logra. Sin embargo, los recientes desafíos en Chile, Honduras y Panamá evidencian que sin una infraestructura adecuada, la estabilidad energética está en riesgo.
Siempre repito que solo nos acordamos del sector eléctrico cuando nos llega la factura o cuando falla el servicio, y es momento de cambiar esa mentalidad. No podemos permitir que la inversión en redes quede rezagada mientras avanzamos en la descarbonización.
Redes eléctricas, una prioridad de Estado
Si queremos aprovechar sectores emergentes como la inteligencia artificial o la movilidad eléctrica, debemos acelerar la inversión en redes y convertir la infraestructura eléctrica en una prioridad de Estado.
Para lograrlo debemos actuar en varios frentes:
- Regulaciones claras y ágiles que impulsen el desarrollo de la transmisión.
- Atracción de inversión privada y pública para modernizar la infraestructura.
- Uso de tecnologías avanzadas para digitalizar y hacer más eficientes las redes.
- Diálogo con las comunidades para garantizar proyectos estratégicos.
La transición energética no se trata solo de generar más energía limpia, sino de llevarla de manera segura y eficiente a quienes la necesitan, por ello, las redes eléctricas son esenciales.
El mundo avanza y la acción es urgente. No podemos seguir soñando con un futuro sostenible sin preguntarnos cómo vamos a construirlo. Es hora de enfocarnos en la infraestructura que hará posible la transformación energética real.
Cuando le pregunten al sector energético: “¿Qué quieres ser cuando seas mayor?”, su respuesta debe ser clara: un sector confiable, sostenible y competitivo.
* Vicepresidente de Gestión de Negocios e Innovación del Grupo Energía Bogotá.