Jueves, 26 de septiembre. Me dispongo a escribir columna sobre las elecciones estadounidenses, y abro la página digital del Financial Times (FT) en búsqueda de las últimas noticias.
Miro solo la portada. Destaca unos ataques de Trump al Gobierno ucraniano, que acompaña con foto del expresidente. A las 9:30 a. m. es la quinta noticia más leída del periódico. Más abajo en el portal se anuncia un video del FT: “Las mujeres que votan por Trump”. Abro la sección de opinión. Un titular capta de inmediato mi atención: ‘Trumponomics’, un ensayo de toda una página sobre sus planes económicos si regresa a la presidencia.
Este vistazo al FT confirma nuevamente una impresión formada a lo largo de esta contienda: para la prensa internacional, parece ser a ratos una campaña presidencial con un solo candidato, Donald Trump.
Es posible que un estudio más riguroso produzca distintos resultados. Pero mi impresión (repito, apenas una impresión personal) es que Kamala Harris, la candidata demócrata, es noticia secundaria frente a Trump, cuando no ignorada por los periódicos.
Algunos dirán que la prensa es secundaria, que lo que importa es lo divulgado en redes sociales. Otros, que el problema es de la misma Harris, por su parco activismo en los medios.
Lo último sería injusto: su más reciente entrevista en MSNBC atrajo menos atención que Trump en la portada digital de The New York Times, que también he abierto al escribir estas líneas. Y allí lo que se destaca en su parte superior es un editorial del periódico sobre Trump –nuevamente con foto del expresidente, en una de las poses histriónicas que le han dado fama–.
El reciente dominio de las redes sociales entre los medios de comunicación no debe servir de excusa para negar el papel que se espera de la prensa. Por el contrario. Debería ser aliciente para reforzar su desempeño en la esfera pública, y las funciones democráticas que la acompañaron en su desarrollo moderno.
Trump domina los titulares porque sus noticias ‘venden’. Es aquí donde la prensa parece haberse convertido
en seguidora de los populistas
El tratamiento de la campaña presidencial estadounidense por la prensa internacional, y su aparente fijación casi exclusiva en Trump, motiva, pues, reflexiones que van más allá de esta coyuntura.
En las dos últimas semanas hice un seguimiento algo sistemático a los titulares de páginas de portada y opinión en tres periódicos de peso internacional: The Guardian, The New York Times, y Financial Times. El resultado fue siempre el mismo: la presencia de Trump en ellos es aplastante.
Entre tales periódicos, por supuesto que el más relevante para las elecciones es el neoyorquino. El 13 de septiembre, por ejemplo, tres de los cuatro titulares más destacados de la primera página digital de The New York Times estaban dedicados a Trump. En la página de opinión dominaba un artículo sobre la invención de “reality TV”, en verdad sobre la invención de Trump. Similares resultados encontré todas las veces que revisé sus páginas.
Importa advertir que estamos frente a tres periódicos críticos de Trump. Eso hace el ejercicio propuesto más interesante. ¿Cómo debería abordar la prensa a figuras con las que discrepa, sobre todo si representan amenazas a sus propios valores, y cuando con tales figuras es casi imposible argumentar?
Ignorarlas no es la vía. Es preciso exponer y criticar sus amenazantes posturas. Pero su fijación en ellas, como en el caso de Trump, impide el surgimiento de alternativas, mientras ofrece formas de propaganda gratuita a las causas opuestas.
Lo más decepcionante de todo esto es que Trump domina los titulares porque sus noticias “venden”. Es aquí donde la prensa parece haber abandonado una de sus principales funciones: en vez de orientar el debate, se ha convertido en seguidora de los populistas.