Aunque no fue claro en lo que dijo en la más deshilvanada y torpe de sus intervenciones, el primer mandatario esbozó lo siguiente: “La Corte Suprema de Justicia, en la presidencia de un hombre negro que hoy tiene esa corporación, el magistrado Chaverra, conservador él, poco afín a mis ideas, creo (...), hace que poco entienda de por qué los hombres negros pueden ser conservadores”.
La política es de símbolos, y Petro resolvió enviar mensajes muy complejos ese día. No solo dejó plantados a los magistrados de la Corte en su encuentro anual, sino que despreció la oportunidad de hablarles a ellos y al país desde el Chocó, donde se realizó por primera vez en la historia esa reunión de jueces y magistrados. Encima de todo, Petro fustigó al magistrado Chaverra con una frase que también contiene una carga enorme de racismo.
¿Por qué un afro no puede ser conservador, o liberal, o apolítico o lo que le dé la gana ser? ¿Acaso está condicionando y determinando el señor Presidente lo que la población negra de este país debería ser o pensar como si no tuviera derecho a escoger su propio camino? Pero todavía más: ¿pretendió Petro adjudicarle una militancia política al magistrado con el único propósito de deslegitimar sus acciones de aquí en adelante o alimentar su obsesión de que lo quieren tumbar, incluso desde las altas cortes?
Los togados lo entendieron así y es difícil verlo de otra manera cuando, días después, también la emprendió contra el Consejo de Estado, diciendo que no permitirá que esa corporación defina si el Consejo Nacional Electoral es competente o no para seguir adelante con la investigación en contra de su campaña presidencial.
Pero además, el presidente Petro tacó burro con el magistrado Chaverra, quien representa muchas cosas buenas en la justicia. Meterse con él es desconocer groseramente todos esos elementos.
Doña Rita, en todo caso, puede estar tranquila. Su hijo Gerson está haciendo lo correcto, representando bien a los negros de este país –conservadores, de centro o de izquierda–.
Recuerdo que recién posesionado como presidente de la Corte, entrevisté al magistrado Gerson y en ese diálogo me contó que había sido juez en Riosucio, Bahía Solano, Istmina, Tadó, Quibdó y Bogotá. Impartió justicia en todas las subregiones del Chocó y, por lo mismo, nadie conoce como él eso que llamamos ahora la Colombia profunda. Hizo toda la carrera, desde ser sustanciador en un juzgado hasta pasar por un tribunal y llegar a la Corte, sin recursos, sin palancas y mientras estudiaba en la Universidad Autónoma, y cuando se bajaba de la buseta en la décima con 12 pensaba que algún día, quizá, en un país sin oportunidades y profundamente desigual, pudiera ser magistrado de la Corte Suprema de Justicia.
El día llegó, y aunque su mamá, Rita Manuela Castro de Chaverra, que lo sacó adelante con mucho esfuerzo, no estuvo viva para ver a Gerson convertirse en lo que es, seguro habría estado muy orgullosa de que ese “negro conservador”, como le dice el presidente Petro, esté dando lecciones de vida e inspirando a otros en sus funciones de presidente de la Corte Suprema de Justicia.
Hace unos días, el periodista Roberto Pombo decía que cuando uno oye a Petro hablar así del magistrado Chaverra, es inevitable recordar lo que el M-19 le hizo a otro afro, José Raquel Mercado, unas cuantas décadas atrás. A eso nos está llevando la peligrosa retórica del presidente Petro, que se estrella señalando al presidente de la Corte y estigmatizando a la justicia.
Doña Rita, en todo caso, puede estar tranquila. Su hijo Gerson está haciendo lo correcto, representando bien a los negros de este país –conservadores, de centro o de izquierda–, y el equivocado, una vez más, es el presidente Gustavo Petro.