Hoy, 8 de marzo, es un día grande, muy especial, muy importante. De esos que se han establecido para despertar la consciencia, que es a veces perezosa y duerme tarde. Hoy es el Día Internacional de la Mujer. Es un día para hacer, por todos los medios, un llamado de atención y poner sobre la mesa no solo flores, sino cifras y propuestas sobre la situación de la mujer, que sigue siendo desigual, injusta y violenta.
El machismo es viejo como el hombre. Y es verdad que aquí se ha avanzado. Desde 1954 ellas pueden votar, así se equivoquen como nosotros y se arrepientan como nosotros al no ver el cambio prometido, ni la paz prometida ni la igualdad prometida. ¿Pero de cuando acá no podían? Se trata, en todo caso, de reconocer los plenos derechos, la equidad de género, que ganen igual por igual trabajo, lo que no se ha logrado aún. Es, ante todo, respeto, inclusive por su vida.
Es cierto que ya las mujeres no lloran, facturan. Y por suerte están en todas partes y triunfan en todas las profesiones. Las hay futbolistas, pesistas, boxeadoras, ciclistas, nadadoras; las hay científicas, escritoras, aviadoras, militares, magistradas, presidentas de país y de empresa. Hay generalas y pilotas. Diría el machista que si nos descuidamos nos dan en las pilotas. Mentiras, porque aún persisten odiosas brechas y discriminaciones.
Una canción del rey de la carranga y escritor Jorge Velosa, dice: "La mitad de la vida, dicen que es la mujer. Claro que de la mía, la otra media también". Y sobre la irable mujer campesina, en re mayor, en requinto y repentismo, canta: "Sabe del campo y de la cocina, / cuida un marrano y una gallina. / Es negociante y es panadera, / también a veces es costurera".
Pensemos en la mujer en medio de los grupos criminales que matan, extorsionan, reclutan y desplazan; en mujeres como las del Chocó, Cauca, Catatumbo.
La mujer no es la media naranja, es la naranja entera. Lo es todo. Pero ¿a ellas quién las cuida? Muchas siguen siendo víctimas todos los días. Pensemos en la mujer en medio de los grupos criminales que matan, extorsionan, reclutan y desplazan; en mujeres como las del Chocó, Cauca, Catatumbo, o de cualquier zona donde ellas seguramente han perdido esposos, o hijos e hijas víctimas de las guerrillas. Muchas viven una tragedia, pues dejaron su hogar porque a su casa no llegó el Estado, sino los grupos criminales vestidos de brutalidad y terror.
Esas mujeres, señores de la guerra, que les dan lección de coraje y amor por los suyos, merecen vivir en paz, ver crecer a sus hijos, tener esperanza de que ellos escojan un camino bueno.
Pensamos hoy en todas nuestras mujeres, dignas de derechos y respeto. Porque no es posible que en lo corrido del 2025 se hayan registrado ya 79 feminicidios en este país. Es decir, las mataron por mujeres, por celos, por machismo, por esa violencia intrafamiliar que llevó a que en el 2024 fueran atendidas más de 47.000 mujeres agredidas por un macho cobarde.
Y como los hombres no conquistan, los hombres violan, en el último año Medicina Legal practicó cerca de 25.000 exámenes a mujeres por esta atrocidad. Pero tras de cotudos, con paperas, porque la impunidad se da silvestre. En casos de violencia intrafamiliar contra mujeres, llega al 84 por ciento. Y en violencia sexual, en el marco del conflicto armado, es del 98 por ciento.
Se necesita educar al niño para no tener que castigar al hombre, sí, pero hoy se requiere justicia, que haya prevención en salud mental, que haya mecanismos eficaces de protección, que las autoridades actúen ante las alertas, que haya solidaridad, que no miremos para otro lado ante un llamado de auxilio. Porque la igualdad femenina es un reto el macho. Si no somos capaces de defender a las niñas y a las mujeres, que son la belleza sobre la tierra, el amor en cuerpo y alma, la vida misma, ¿qué defendemos? Es simple: no habrá ni desarrollo ni país viable en una sociedad en la que las mujeres sean excluidas e irrespetadas. Feliz día a todas.