Como ya lo he dicho, acostumbrado desde hace años a irme de librerías en procura de publicitadas “novedades” (que a veces resultan grandes fiascos de meros apellidos), en la más reciente visita a los abarrotados anaqueles de pronto encontré la precisa, de cuya aparición no tenía conocimiento pero que “de una”, como dicen los jóvenes, la advertí original, elegante, atractiva y por si fuera poco a buen precio, suficientes razones para decirle al vendedor: “No llevo sino este, gracias”.
Se llama Teresita Gómez/ música, toda una vida (Debate, noviembre 2023), riguroso trabajo de biografía autorizada debido a Beatriz Helena Robledo, escritora de trayectoria en los más diversos campos de las letras como la literatura infantil o la poesía, en razón de ello acreedora, aquí y afuera, de merecidos reconocimientos.
Así, a la par que por sus 420 páginas de exquisita factura e impecable edición, este libro constituye una auténtica obra de arte, si no fuera por mucho más que no cabe en estas líneas, porque en su preciosa sencillez y didáctica intención surge, en plenitud, la VIDA, hecha formidable ejemplo para todos, de esta adorable mujer que no nació en cuna de oro sino que desde niña vivió extremos rigores (infamia grande) porque su piel es oscura.
Si, según se lee en cada uno de los 17 capítulos (desde ‘La niña del Palacio’ hasta ‘Acercándose a los ochenta’), la fuente primera de su existencia ha sido, sin pausa ni desmayo, la música, alcanzando altos niveles de perfección en el prodigio de sus manos para el estilo señorial de interpretaciones al piano, no veo por qué alguien como yo, profano en la materia de sus devociones, pero entusiasta irador de su inteligencia y aptitud, deje de imaginar la ovación que recibe Teresita Gómez cuando, digamos ante una sala europea, acaba de interpretar una sonata de Liszt o una balada de Chopin.
En síntesis, hay que agradecer a esta dama de preclaras calidades humanas, símbolo de una raza que enorgullece a su patria y llamada por todo el mundo del arte y la cultura Teresita, a secas, agradecerle, digo, haber autorizado esta preciosa autobiografía, en palabras del editor “con entrega total a su arte y como nunca antes se había contado”.
¿Y por qué no pensar en una edición abreviada, destinada a niños y jóvenes estudiantes de música, con mayor razón ahora que varias agrupaciones de esta clase requieren apoyo?
VÍCTOR MANUEL RUIZ