El verano boreal está, literalmente, que arde. Inglaterra rompió récords de temperatura en al menos 29 localidades, entre ellas la habitualmente lluviosa y brumosa Londres, donde el mercurio pasó, como nunca antes, de los 40 grados. Incendios forestales consumieron miles de hectáreas de bosque en Grecia, Portugal, España y Francia. En algunas zonas, el calor ha sido tan intenso que ha ablandado pavimentos y deformado los rieles de los ferrocarriles, lo que ha obligado a limitar el tráfico de vehículos y la velocidad de los trenes.
Para los expertos, no hay duda de que una de las causas de la severidad de la canícula es el cambio climático, que ha aumentado las temperaturas en todo el planeta. Otro factor agravante, menos entendido, pero no menos real, es la creciente sincronía de las olas de calor en todo el globo. No solo en Europa se suda; partes del oeste y suroeste estadounidense están viviendo uno de los veranos más calientes de la historia y se han registrado temperaturas extremas en amplias regiones de la China.
Las consecuencias van mucho más allá de la incomodidad. Los días excesivamente tórridos disparan las muertes por golpes de calor, sobre todo en personas mayores. En España y Portugal se han registrado 1.500 fallecimientos por ese motivo. La alteración de los patrones climáticos pone en riesgo la producción agrícola en zonas críticas para la alimentación mundial. Y el uso de aires acondicionados eleva el consumo eléctrico justo ahora que la transición energética y la guerra en Ucrania han estresado como nunca la matriz energética global.
En los próximos años, y con carácter urgente, la humanidad deberá emplearse a fondo en la mitigación del cambio climático. De lo contrario, los veranos, tanto en el norte como en el sur, serán cada vez más riesgosos y desestabilizantes. Sin embargo, como parte del daño ya está hecho –se estima que el planeta se ha calentado en promedio un grado por encima de la era preindustrial–, adaptar nuestro modo de vida para sobrevivir en un mundo más tórrido es una tarea inaplazable e indispensable.
EDITORIAL