Ingrid Betancourt no les cree a las Farc en la reivindicación que hacen del asesinato de Álvaro Gómez Hurtado, uno de los copresidentes de la asamblea nacional que dio vida a la actual carta magna del país.
Betancourt dice que a ella no le parece creíble la versión que ahora, años después, han dado. "El móvil no es claro, el modus operandi de la supuesta operación tampoco. Si las Farc hubieran matado a Álvaro Gómez, hubieran reivindicado el asesinato al segundo, porque ellos operaban así, haciendo públicas sus victorias militares", dijo.
"Recuerdo que fue una de las hipótesis que se discutió en su momento y que quedó descartada. Tampoco creo que las Farc se metieran en lo que era para ellos una pelea entre oligarcas, solo por confundir al establecimiento", aseguró.
"Esas no son las Farc. Marulanda era un hombre astuto, pero no solapado. La ventaja, desafortunada para la justicia, de que las Farc confiesen un crimen de otros ante la JEP es que nadie –ni ellos, ni los verdaderos culpables– iría a la cárcel por ello. Lo que esto sí demuestra es que el tema del asesinato de Álvaro Gómez es todavía un asunto muy sensible para la opinión pública del país y que la verdad va a quedar escondida por mucho más tiempo", argumentó.
La afirmación de Betancourt está en el libro Una conversación pendiente, en el que ella habla con el expresidente Juan Manuel Santos.
En este, Betancourt dice que el asesinato de Gómez la "llenó de estupor y de cólera, porque sentí que habían apuñalado –de nuevo– a Colombia por la espalda".
"Fue un acto de una gran bajeza y cobardía, y la expresión de todo lo horrible que en ese momento se estaba cocinando en Colombia. Mi sensación, en medio de tantos otros crímenes que habían rodeado la investigación de Samper, era que se había roto el dique y que habían salido todas las aguas negras a inundar a Colombia. Ya no se atacaba solo a los testigos o a los narcotraficantes. Habían asesinado a un hombre libre por exigirle dignidad al poder ejecutivo. Para mí era claro que acabábamos de franquear la frontera entre democracia y dictadura. La nuestra era la dictadura del crimen organizado aliado con la política y la corrupción. El asesinato de Álvaro Gómez sirvió para quebrantar la conciencia nacional. A partir de ahí, el país entró en una especie de amoralidad esquizofrénica, en la que, para salvar a Samper, todo era válido", dice ella.
Las Farc sorprendieron al reconocer el asesinato del candidato presidencial conservador Álvaro Gómez en 1995.
El partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (como se llamaba en su momento) dijo hace unos meses, a través de un comunicado, que la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), de la que surgió, era la responsable del asesinato el 2 de noviembre de 1995 del candidato presidencial conservador.
"Hoy, a pocos días de cumplirse 25 años de este asesinato, los del Secretariado de las extintas Farc-EP reconocemos ante la familia de Gómez Hurtado, el país y el mundo que somos responsables de este hecho", reveló el documento, firmado por alias Timochenko, Joaquín Gómez, Carlos Antonio Lozada, Pablo Catatumbo y otros antiguos jefes guerrilleros.
El político fue asesinado porque lo consideraban "un objetivo militar y un enemigo de clase que representaba a quienes habían declarado la guerra".
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