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Las preguntas que el Gobierno debe responder sobre el primer punto acordado con el Eln
La necesaria participación popular para enriquecer la agenda de diálogos no puede desconocer la separación de poderes. Análisis.
El presidente Gustavo Petro, el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel; y Antonio García, del Eln, el año pasado en La Habana. Foto: EFE

EDITOR MESAActualizado:
Se firmó el sábado en Caracas -en un paso que el gobierno del presidente Gustavo Petro considera histórico- el primer acuerdo en la negociación con la guerrilla del Eln, "sobre el desarrollo del proceso de participación de la sociedad en la construcción de paz".
(En contexto: Estado colombiano firma primer punto en los diálogos de paz con el Eln: se avanza en el apartado de la participación)
Para eso, el Gobierno creó el llamado Comité Nacional de Participación, que ha realizado 78 reuniones previas y un encuentro nacional y que escuchó a 8.565 representantes de diversos sectores, incluso de quienes están en las cárceles y en el exterior.
Hasta ahí, todo suena bien. La participación ciudadana, especialmente de las víctimas del conflicto, les da legitimidad a los procesos de paz y pone en la agenda problemáticas usualmente invisibles para la mayoría de la sociedad. La negociación de La Habana con las Farc -que incluyó entre sus instancias de participación el plebiscito en el que ganó, por escaso margen, el No- escuchó las voces de miles de personas y organizaciones que contribuyeron a enriquecer las discusiones y sirvieron para aterrizar pretensiones y expectativas de las partes.
(De interés: Los puntos polémicos que deja el acuerdo de participación con el Eln).
La delgación de gobierno y el Eln en la firma del primer punto, el de de participación, en Caracas, Venezuela. Foto:@DelegaciónELN
¿Qué significa, por ejemplo, que la agenda definida en los mecanismos de participación sea "vinculante"? ¿Podría darse un escenario en el que el Gobierno acuda a ese supuesto carácter vinculante de la agenda de participación en el proceso con los 'elenos' para crear una nueva puerta para tratar de impulsar su constituyente?
El documento firmado en Caracas dice que "los acuerdos adoptados por la Mesa en relación con las transformaciones son de obligatorio cumplimiento para las partes y deberán convertirse en políticas de Estad, políticas públicas", entre otras.
Y esas transformaciones propuestas por las instancias de participación incluyen cambios en el régimen político, el modelo económico, política antidrogas, "democratización de la información y la comunicación", "reformas institucionales de los poderes públicos incluyendo la política criminal y el fortalecimiento de la justicia", "doctrinas que impiden la unidad y la reconciliación nacional; el "avance hacia un modelo económico no depredador del medio ambiente, las comunidades y acorde con el interés nacional" y el "desmantelamiento de clanes políticos y grupos criminales y de narcotráfico que controlan el Estado, la vida política, económica, cultural y social de algunos territorios", entre muchos otros temas.
(Además: ¿Acuerdo de paz habilita la constituyente? ‘Es una tesis absolutamente equivocada’, dice Humberto de la Calle).
Es necesario acotar los alcances de la negociación con un grupo como el Eln
Con una guerrilla en armas, blindada por el cese de fuegos de la 'paz total' y que sigue activa en sus prácticas de extorsión, amenazas, paros armados y enfrentamientos con otras bandas ilegales, el gobierno del presidente Petro tiene la obligación de blindar de intereses oscuros esos mecanismos de participación, a la par de incluir en los mismos a los amplios sectores de la sociedad colombiana cuya voz se echa en falta en los párrafos del primer acuerdo con el Eln.
Vera Grabe (i), representante del gobierno, y Pablo Beltrán (d), del Eln, se dan la mano tras firmar la prórroga del cese el fuego en Cuba. Foto:Yamil Lage. AFP
Un punto clave es que es necesario acotar los alcances de la negociación con un grupo, el Eln, con el que se está negociando por su capacidad de daño y de violencia y no porque represente a sectores mayoritarios de la sociedad colombiana. Los resultados electorales de las Farc y sus candidatos bien dan una idea de hasta donde la idea de país y de solución de los muchos problemas nacionales de las guerrillas no solo no son compartidos, sino que son rechazados por la gran mayoría de los colombianos.
¿Pretende el Eln, como lo planteaban los paramilitares en el Acuerdo de Ralito de hace 20 años, "refundar la patria"? ¿El gobierno del presidente Gustavo Petro comparte ese propósito? Todos los temas planteados en la agenda de participación son válidos: pero se trata de discusiones que se deben dar en el conjunto de la sociedad y no a instancias de las presiones de una organización armada cuyas prácticas delictuales y métodos de financiación son idénticos a los de otros grupos criminales como el clan del Golfo, las disidencias y las bandas emergentes del narcotráfico.
El Gobierno debe garantizar que la participación popular en la paz no terminará convertida en un 'caballo de Troya' para tratar de imponer la constituyente
(Siga leyendo: Firmantes de paz y víctimas del conflicto con discapacidad recibirán $ 40.000 millones para rehabilitación física y psicosocial).
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