En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información
aquí
Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión
¡Hola! Parece que has alcanzado tu límite diario de 3 búsquedas en nuestro chat bot como registrado.
¿Quieres seguir disfrutando de este y otros beneficios exclusivos?
Adquiere el plan de suscripción que se adapte a tus preferencias y accede a ¡contenido ilimitado! No te
pierdas la oportunidad de disfrutar todas las funcionalidades que ofrecemos. 🌟
¡Hola! Haz excedido el máximo de peticiones mensuales.
Para más información continua navegando en eltiempo.com
Error 505
Estamos resolviendo el problema, inténtalo nuevamente más tarde.
Procesando tu pregunta... ¡Un momento, por favor!
¿Sabías que registrándote en nuestro portal podrás acceder al chatbot de El Tiempo y obtener información
precisa en tus búsquedas?
Con el envío de tus consultas, aceptas los Términos y Condiciones del Chat disponibles en la parte superior. Recuerda que las respuestas generadas pueden presentar inexactitudes o bloqueos, de acuerdo con las políticas de filtros de contenido o el estado del modelo. Este Chat tiene finalidades únicamente informativas.
De acuerdo con las políticas de la IA que usa EL TIEMPO, no es posible responder a las preguntas relacionadas con los siguientes temas: odio, sexual, violencia y autolesiones
El ruso al que un rayo de protones le atravesó la cabeza y sobrevivió
Sigue siendo un enigma que el científico no haya muerto en ese momento.
Cuando sucedió, ese acelerador de partículas era el más potente de Rusia. Foto: iStock
De acuerdo con todas las explicaciones científicas, Anatoli Bugorski, un científico ruso, debió haber muerto el 13 de julio de 1978, cuando su cuerpo fue expuesto a un acelerador de partículas. Sin embargo, está próximo a cumplir 80 años.
Cuando tenía 36 años, Bugorski estaba realizando su tesis en el Instituto de Física de Alta Energía de Protvinó, en Rusia, y tuvo que reparar el Sincrotrón U-70 -un acelerador de partículas que en ese momento era el más potente de Rusia- por lo cual tenía su cabeza muy cerca al aparato.
Fue entonces cuando hubo una falla en los mecanismos de seguridad del acelerador de partículas y un rayo de protones le atravesó la cabeza, entrando por la coronilla y saliendo por la nariz.
This is Anatoli Bugorski, a Russian particle physicist. In 1978, he had an accident. He was working on the U-70 particle accelerator but the safety mechanism failed & a particle beam shot through his head. Despite the ludicrously fatal levels of radiation somehow he survived #IAFpic.twitter.com/hBTxparNd1
La radiación que en ese momento recibió Bugorski en una de las partes más esenciales del cuerpo fue de 2.000 greys, cuando se tiene entendido que con una dosis de 5 greys así de concentrada ya sería suficiente para matar a un ser humano.
Momentos después de lo sucedido, Bugorski negó haber sentido algún tipo de dolor, solo comentó que vio un destello “más brillante que mil soles”, según lo reportó a la revista ‘Discover Magazine’.
¿Qué secuelas tuvo?
El científico fue llevado de manera inmediata a un hospital para ser atendido, pues las posibilidades de que muriera en pocas horas eran prácticamente seguras. Ningún cuerpo humano había sobrevivido a ese nivel de radiación sin tener graves afecciones.
Sin embargo, Bugorski no murió en las próximas horas, ni en los próximos años. El científico sí tuvo algunos problemas debido al accidente, pero nada que no le permitiera continuar con su vida e, incluso, acabar su tesis.
In 1978 Anatoli Bugorski stuck his head in a particle accelerators tube in order to diagnose a problem. A safety mechanism failed and the particle beam hit him in the head.
He burnt his face, it’s underlying tissue and much of his brain tissue - he survived. pic.twitter.com/Vo1ZAa9ahs
En un comienzo, el lado izquierdo de su cara se hinchó, se ampolló y algunas partes de su piel se desprendieron donde el rayo había llegado con más fuerza. Aunque estos síntomas fueron temporales, Bugorski sí resultó paralizado en la mitad de su rostro hasta el día de hoy.
Además, perdió la audición en el oído izquierdo, pero eso fue transformándose en una forma de tinnitus -término médico para los zumbidos en los oídos cuando no hay una fuente sonora externa-.
Por un tiempo, sufrió convulsiones y fatiga extrema, pero ninguna de estas cosas pasó a causarle mayor dificultad o afectar su coeficiente intelectual.
¿Por qué no murió?
La razón sobre por qué Bugorski sobrevivió aún no es muy clara. Hasta el momento, solo se pueden formular hipótesis con respecto a qué pudo haberlo salvado.
Una de ellas explica que el rayo que atravesó su cabeza era muy estrecho, no ancho, por lo cual pudo no haber afectado un área supremamente fundamental para su funcionamiento diario.
Además, varias investigaciones científicas también han demostrado que el cerebro es un órgano con gran capacidad regenerativa, por lo que incluso es posible que muchos de los daños no hayan sido del todo permanentes.
Actualmente, el científico está cercano a cumplir 80 años. Foto:iStock
Otra hipótesis que se maneja explica que el tipo de protones que afectó en ese momento a Bugorski es utilizado hoy en día con fines terapéuticos en tratamientos contra el cáncer, por ejemplo.
“Se trata de partículas más pesadas que pueden dirigirse de forma específica contra los tumores sin dañar, o con un mínimo daño, a las células sanas de alrededor”, describe ‘Discover Magazine’.
A pesar de estas posibles explicaciones sobre el porqué Bugorski sigue vivo, ambas hipótesis tienen el mismo pero. El nivel de radiación que el científico recibió en el cuerpo, independiente del grosor del rayo o que ahora dosis muchísimo menores sean utilizadas para tratamientos, debería haber dañado a su organismo a tal manera de causarle la muerte de manera casi instantánea.
Su vida, en ese sentido, es un milagro de la ciencia.
A punto de cumplir 80 años, el científico continuó con su carrera, incluso en la misma planta donde tuvo el accidente.
A lo largo de su vida siguió sometiéndose a chequeos constantes por parte de médicos que querían comprender el efecto de ese nivel de radiación en el cuerpo humano.
En cuanto a su vida personal se sabe poco, solo que se casó, tuvo un hijo y por mucho tiempo continuó viviendo en Protvinó.