Una vez más, los ovnis están de moda. En los últimos días las noticias del avistamiento de al menos seis de estos objetos voladores no identificados han hecho del popular acrónimo tendencia en redes sociales. Los cielos de Estados Unidos, pero también de Canadá, China y Uruguay, han sido el escenario para que luces intermitentes y extraños objetos llamen la atención de muchos terrícolas. El caso más sonado fue el del globo chino que terminó derribado recientemente.
Desde que, en 1947, la inusual observación de nueve objetos brillantes y alineados sobrevolando las montañas al sureste de la ciudad de Seattle, en Estados Unidos, llamó la atención de un piloto privado, se han reportado miles y miles de avistamientos de ovnis. Ese primer avistamiento coincidía con el año en que comenzaba la Guerra Fría, luego de terminada la Segunda Guerra Mundial, y en los años siguientes hubo un aumento del número de ovnis en todo el mundo. No podemos olvidar que había una carrera armamentística en marcha y gran tensión entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Ambos bandos estaban interesados en investigar los informes de ovnis en busca de tecnología avanzada y posibles amenazas a la seguridad nacional.
Debido a la creciente cantidad de avistamientos de ovnis, especialmente los que podrían haber sido de origen soviético y haber violado el espacio aéreo estadounidense, la istración del presidente estadounidense Harry S. Truman inició en 1947 el Proyecto Signo. El objetivo era investigar estos informes y determinar su veracidad.
Entre todos los testimonios ovni, término acuñado por el astrofísico Josef Allen Hynek, no hay evidencia concluyente de que alguno corresponda a una civilización alienígena que viene a visitarnos o que nos envía alguno de sus objetos.
Estrellas, planetas, nubes, aviones, satélites, globos, drones, y múltiples ilusiones ópticas engrosan la lista de los supuestos objetos de origen alienígena. Los fraudes y engaños también estuvieron, y siguen estando, a la orden del día.
Aunque incluso hoy, al mencionar la palabra ovni, corremos el riesgo de que se interprete directamente con vida extraterrestre, lo cierto es que no tiene por qué ser necesariamente así, y ni siquiera tener relación con un objeto tecnológico o tripulado. Por esta razón, en la actualidad se prefiere usar la denominación ‘fani’, que corresponde a fenómeno aéreo no identificado, aunque popularmente el ovni sigue imbatible.
En general, la comunidad científica ha abordado el tema ovni con gran escepticismo, ya que no hay pruebas concluyentes de que exista vida extraterrestre o de que los ovnis sean naves espaciales de origen alienígena. No significa que desde la ciencia no haya interés en encontrar vida más allá de nuestro planeta; de hecho, es todo lo contrario. Miles de científicos, cientos de instituciones y millones y millones de dólares se han destinado a proyectos de búsqueda de vida alienígena.
Me atrevo a decir que la gran mayoría de científicos apostarían por la posibilidad de que exista vida extraterrestre en el universo. Esto se debe a que, dadas la gran cantidad de planetas existentes en la galaxia y la diversidad de entornos que pueden albergar vida, se considera probable que pueda haber otras formas de vida en el cosmos.
La comunidad científica investiga activamente la evidencia de vida extraterrestre a través de programas de búsqueda de señales de radio o mediante la exploración de planetas y lunas en nuestro propio sistema solar y más allá, y de las condiciones de habitabilidad en el universo. Sin embargo, aún nada se ha confirmado de manera concluyente.
Aunque no se puede descartar la posibilidad de que algunos avistamientos puedan ser evidencia de la existencia de vida extraterrestre, se necesitaría evidencia sólida y convincente para afirmar esto de manera concluyente. De otra forma se llegaría a conclusiones falsas, como ocurrió a finales del siglo XIX, cuando la existencia de avanzadas civilizaciones inteligentes fuera de nuestro planeta parecía estar “científicamente comprobada”.
En aquel entonces, el astrónomo Percival Lowell estaba convencido de que una civilización alienígena había construido canales de irrigación en Marte. Las observaciones a través de los telescopios de la época mostraban surcos que atravesaban partes extensas del planeta rojo, lo cual Lowell interpretó como un avanzado mecanismo que llevaba el agua desde los polos a las zonas ecuatoriales, una obra maestra de la ingeniería alienígena.
Estas ideas las publica en tres libros, entre los que se destaca Marte como la morada de la vida, y lo que vendría después serían varias décadas en las que los marcianos se convirtieron en los protagonistas, catapultados a la fama por las historias fantasiosas de ciencia ficción en libros y películas.
Cuando llegue el día en que confirmemos la existencia de vida en otra parte del universo, bien sea porque la descubrimos in situ en un entorno alienígena o porque viene en una nave con deslumbrantes destellos, habremos cerrado un importante capítulo en la historia humana y abierto uno nuevo que nos llevará a recorrer un camino aún más amplio y fascinante.
SANTIAGO VARGAS
Ph. D. en Astrofísica
Observatorio Astronómico de la Universidad Nacional