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Registro de los grabados rupestres más grandes del mundo: 'Queremos que sean reconocidos como espacios de protección arqueológica'
En entrevista con EL TIEMPO, la profesora de la Universidad de los Andes, Natalia Lozada, revelá detalles sobre cómo se hallaron estos monumentos en las rocas que rodean al río Orinoco.
Arte rupestre monumental en Cerro Pintado, Venezuela. Foto: Dr Philip Riris
En las rocas que rodean el camino del alto y medio río Orinoco entre Colombia y Venezuela reposan los que podrían ser los grabados rupestres más grandes registrados en el mundo. Son representaciones de serpientes, figuras humanas, ciempiés gigantes y figuras geométricas que pueden llegar a medir entre 25 y 40 metros de largo, impresionantes murales que incluso pueden llegar a pasar desapercibidos si se les mira de cerca, pues fueron diseñados para apreciar su magnitud a distancia.
Aunque algunos del lado venezolano eran más conocidos, poco se tenía noción sobre los monumentos que también se escondían en nuestro territorio. En una reciente publicación en la revista Antiquiti, investigadores colombianos y británicos reportaron el mapeo de 14 sitios de grabados rupestres monumentales, un número que excedió por mucho las expectativas del equipo de arqueólogos, conformado por Natalia Lozada, profesora del departamento de Historia del Arte de la Universidad de los Andes (Colombia); Phil Riris, profesor del Institute for the Modelling of Socio-Environmental Transitions de Bournemouth University (Reino Unido) y José Oliver del Institute of Archaeology de la University College London (Reino Unido).
Telefoto de arte rupestre monumental de cola de serpiente en Colombia, humanos para escala. Foto:Dr José Oliver
EL TIEMPO habló con la profesora Lozada sobre este trabajo, que se logró gracias al trabajo conjunto con las comunidades locales de corregimientos como Casuarito (Puerto Carreño), y que le mostró al mundo los grabados que se concentran principalmente a lo largo de un tramo del río Orinoco, los raudales de Atures, que habría sido una importante ruta comercial y de viaje prehistórica.
¿Cómo empezó el proyecto?
La investigación empezó hace nueve años. Nosotros no empezamos propiamente hablando del arte rupestre de la zona, sino que estábamos interesados en entender si esta era una zona de intercambio en el pasado, porque en las crónicas habían varias que hablaban del Orinoco como como un lugar de encuentro e intercambio entre comunidades indígenas que venían del Amazonas, de los Llanos, de la Guyana, del Caribe, pero todo eso ocurrió cuando llegaron los españoles. Nuestra pregunta era si eso ocurría en el pasado, antes de la llegada de los europeos. Así que empezamos a hacer excavaciones en la zona del lado venezolano y tratando de buscar información y evidencia sobre esos intercambios llegamos al arte rupestre y a otro tipo de evidencias como la cerámica y las herramientas en piedra.
¿Cómo se produjo el hallazgo?
Es impresionante la escala, uno se siente chiquito al lado de estos monumentos gigantescos, hay unos que solamente se pueden ver a la distancia, que en la medida que uno se acerca a la montaña o sube el relieve no los ves, desaparecen, porque están hechos para verse de lejos.
El más grande que está del lado venezolano se conocía desde hace años. Nosotros sabíamos de la existencia de unos grabados grandes en la zona, entonces no fue una sorpresa del todo, porque sabíamos que había cosas por allí, lo que no sabíamos es que eran tantos y que también se encontraban del lado colombiano, a partir de ahí empezamos a hacer el registro en ambos lados de la frontera.
Es impresionante la escala, uno se siente chiquito al lado de estos monumentos gigantescos, hay unos que solamente se pueden ver a la distancia, que en la medida que uno se acerca a la montaña o sube el relieve no los ves, desaparecen, porque están hechos para verse de lejos. Y es muy interesante ver esa relación con el paisaje, que eso es parte de lo que exploramos en el artículo, cómo están pensados esos motivos, hacia dónde apuntan, desde dónde se ven. Están pensados para verse desde el río y apuntan hacia esa autopista que era lo que nosotros estábamos buscando, esa arteria de comunicación que es el Orinoco.
¿Dónde están ubicados específicamente?
Están al lado y lado de la frontera, están tanto del lado venezolano como del lado colombiano. Están en las caras de las montañas que -conocidos en geología como inselberg graníticos del Escudo Guyanes–, en el lado colombiano están cerca del poblado de Casuarito (corregimiento de Puerto Carreño), hay otros que están cerca de los raudales de Palo Masón y de Atures, y hay otros que están cerca de los raudales de Maipures, que llegando al Parque Nacional Natural El Tuparro.
Del lado venezolano es más fácil llegar, hay más infraestructura para la región limítrofe que del lado colombiano. Yo creo que eso explica un poco por qué no se ha hablado mucho de esta zona ni se han hecho trabajos ahí antes. Pero para llegar nosotros normalmente desde Bogotá cogemos un vuelo a Puerto Carreño, y ahí tenemos unos aliados, nos montamos en un bote o a algunos se puede llegar en carretera, en caminos de tierra y de polvo. Hay unos lugares a los que podemos tardar perfectamente en el bote 20 horas para poder llegar, otros son más cerca, a dos y tres horas. Tenemos que recorrer primero el río y después caminar hasta los cerros para poder verlos. Y las caminatas pueden variar entre una hora y media hora, porque están relativamente cerca al río.
¿Qué información nos dan estos grabados sobre sus autores?
No estamos tan claros de cuál grupo específico fue quien los hizo en el pasado, pero sí sabemos que para quien haya sido eran lo suficientemente importantes como para dedicar un esfuerzo y un tiempo tan grande en hacer algo de esa escala. Pensamos que son o bien un grupo o varios grupos que tienen unos motivos específicos que se repiten, hay un patrón de representación en la región, una tradición, un estilo muy propio. En particular se repiten las serpientes. Inspirados un poco en los grupos que todavía están en la zona, por ejemplo, los piaroas, los amorúa y los sáliba, la serpiente es parte de sus mitos fundacionales y su cosmogonía. Ese podría ser también el caso para los que crearon ese tipo de representaciones hace miles de años.
¿Qué tan antiguos son?
No podemos fecharlos directamente porque no tienen una pintura que podamos llevar al laboratorio. Como son petroglifos, están tallados en piedra. A lo que hemos recurrido es comparar los motivos que están allí representados con algunos que aparecen en otro tipo de materiales que se encuentran cerca, como por ejemplo la cerámica. La cerámica sí la podemos fechar y hay algunos de esos motivos que aparecen en cerámicas tan antiguas que datan entre el 700 d.C. de Cristo hasta el 1.500 d.C. Pueden ser más antiguos porque puede que quienes hicieron esas cerámicas estaban imitando los motivos que veían en las piedras, pero por eso les damos un rango entre 2.000 y 1.000 años de antigüedad.
Natalia Lozada, muestreo de material arqueológico en abrigos rocosos en Colombia. Foto:Dr Philip Riris
¿Qué sigue en la investigación?
Sabemos por los locales, que son quienes nos llevan a estos lugares, que hay otros sitios sabana adentro con otros grabados monumentales y queremos ver si se comportan de la misma manera que los que estamos viendo en el río y si son la misma gente o no.
Seguimos investigando sobre todo el lado colombiano, que es el menos conocido, y lo que estamos haciendo ahora es excavando cerca a los sitios que hemos registrado para poder encontrar más evidencias, datar estos lugares y entender hace qué tanto estaban ocupados, cuáles son los grupos humanos que podemos asociar más específicamente a algunas de estas manifestaciones y también saber qué pasa más allá del río. Sabemos por los locales, que son quienes nos llevan a estos lugares, que hay otros sitios sabana adentro con otros grabados monumentales y queremos ver si se comportan de la misma manera que los que estamos viendo en el río y si son la misma gente o no.
¿Qué pasa con estos murales una vez descubiertos? ¿Cómo protegerlos?
La idea con todo esto es lograr que puedan ser declarados y reconocidos como espacios de protección de zona arqueológica, porque ninguno de estos lugares cuenta con ese reconocimiento, y una vez son identificados como tal, pues desarrollar medidas de protección. No ha sido el caso de los grabados monumentales, pero hay dos sitios en particular que han sido vandalizados, por eso es necesario que se entienda lo únicos que son para que se protejan y se puedan visitar.