Colombia, uno de los países donde los estudiantes más repiten año en primaria: estas son las causas del fenómeno

Colombia es el país de la OCDE con la mayor tasa de repitencia en los cursos de primaria y el tercero en la básica secundaria (grados de sexto a noveno). Así lo deja ver el más reciente informe Panorama de la Educación 2024 (Education at a Glance, en inglés), revelado hoy por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.

Se trata de uno de los informes sobre educación más importantes del mundo, en el que se analizan los sistemas educativos de los 38 países de la organización, más algunas naciones externas, con el fin de analizar el estado actual de la educación en las principales naciones del mundo.

Los resultados para Colombia fueron agridulces. Y es que pese a que se evidencian aspectos en los que el país no solo está en los promedios mundiales, preocupan sobremanera algunos indicadores, como la mencionada tasa de repitencia.

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Y es que Colombia lidera el deshonroso top de los países en donde está la mayor repitencia en la educación primaria, con una tasa del 5,8 por ciento, lo cual está muy por encima del promedio de la OCDE, que fue de 1,5 por ciento. Esto representa un aumento de 2,3 puntos porcentuales con respecto al mismo estudio pero de 2015, lo que significa que en el país, en lugar de reducir su tasa de repitencia, la viene incrementando.

Así mismo, resulta ser el tercer país con mayor porcentaje de repitencia en la educación básica secundaria (grados sexto a noveno) con un 8,1 por ciento, solo por detrás de Luxemburgo (9,7 por ciento) y Sudáfrica (8,6 por ciento), y, de nuevo, muy por encima del promedio de 2,2 por ciento.

En educación media (grados décimo y once) si bien no está en el lamentable podio, sí se encuentra muy por encima de la tasa promedio de los países analizados por el estudio, que fue del 3,2 por ciento. Colombia, en cambio, tiene una repitencia en este nivel del 4,8 por cierto.

De acuerdo con el informe, gran parte de estos elevados indicadores de repitencia tienen que ver con los efectos de la pandemia, donde muchos menores, por voluntad de los padres o por no cumplir los estándares, se vieron obligados a volver a cursar algún grado para nivelar sus aprendizajes.

Pero según le explicó a EL TIEMPO Gloria Bernal, directora del Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Universidad Javeriana, para el caso colombiano habría detrás otras causas: “Por ejemplo, para el caso nacional un factor muy importante en la repitencia, además de la pandemia y los bajos resultados por problemas de aprendizaje, es la migración, tanto de extranjeros como migración interna impulsada por el conflicto armado. Son personas que se están desplazando de un lugar a otro por diferentes circunstancias, y los papás usualmente primero se asientan y después miran a ver qué hacen con el colegio, y esto genera rezagos, son niños que han interrumpido abruptamente su proceso educativo, llegan quizás a un curso en donde no tienen el nivel y tienen que repetir el curso”.

Esto, sumado a dinámicas familiares, problemas de salud visual, y otros factores, no solo influyen en que los menores repitan el año, sino que Colombia sea el segundo país del estudio con la mayor tasa de estudiantes en extraedad, es decir, que ya se encuentran retrasados en su proceso académico al menos dos años.

Y es que, mientras el promedio de la OCDE muestra que 3,1 por ciento de las niñas y el 4,2 por ciento de los niños presentan extraedad escolar, en el país esas cifras son del 17 y el 24 por ciento respectivamente, seis veces más alta.

Esto es preocupante, explica el informe, ya que esta población es la más susceptible a abandonar sus estudios, lo cual repercute en otros indicadores como la deserción.

El panorama no es nada alentador en otro indicador que resulta fundamental a la hora de asegurar la calidad, y que también representa el compromiso de los gobiernos a la hora de invertir en la educación. Se trata de la proporción de estudiantes por cada profesor. De acuerdo con los autores del informe, las clases más pequeñas suelen considerarse beneficiosas, porque permiten a los profesores centrarse más en las necesidades de cada alumno y reducen el tiempo de clase necesario para hacer frente a las interrupciones.

Para el caso Colombiano, esta proporción es de 23 estudiantes a 1 profesor en primaria, 27 a 1 en básica secundaria y 22 a 1 en media. Esto es claramente superior al promedio de la OCDE (14 a 1 en primaria, 13 a 1 en básica secundaria y 13 a 1 en media).

“Ese es solo promedio, pero hay clases que tienen 40 estudiantes por docente, que es lo que permite la normativa actual -explica Bernal-. Con un curso de 40 es muy difícil que un solo docente pueda estar pendiente de los procesos de los estudiantes, tener un acercamiento más personalizado, y eso termina en brechas de aprendizajes grandes. Todo ello pasa por un tema de inversión: las escuelas no tienen los recursos para vincular más docentes”.

Expertos consultados por EL TIEMPO sostienen que los problemas más estructurales del sistema educativo colombiano radican precisamente en la educación preescolar, básica y media, donde se ha priorizado ampliar la cobertura, pero no resolver problemas como la calidad, la repitencia y la deserción. Mientras tanto, los gobiernos insisten en centrar sus esfuerzos principalmente en la educación superior (universidades, instituciones técnicas y tecnológicas, etcétera).

Así lo cree el analista educativo Ricardo Rodríguez: “Invertir en superior es necesario, pero la base del sistema es la básica y media, que hoy tienen a casi 10 millones de estudiantes. Y paradójicamente es un sector que parece olvidado. Cerca del 50 por ciento de quienes inician el colegio no lo termina. Las pruebas Pisa (también de la OCDE) mostraron que estamos a la cola mundial en calidad. Y los esfuerzos estatales al respecto van en solo mantener la cobertura casi universal que tenemos, pero no en remediar las profundas falencias”.

Opinión similar es la de Gloria Bernal, quien asegura que invertir en los grados más bajos trae mayores beneficios económicos a futuro: “Los recursos y los esfuerzos principalmente deberían ir hacia los más pequeños. No es que dejemos de mirar a los grandes ni que dejemos de darles oportunidades. Las políticas del Gobierno se están enfocando más hacia gratuidad en educación superior en instituciones del Estado, pero eso entra a reñir directamente con los recursos que se tienen para primaria y secundaria, que es donde más deberíamos poner atención”, explicó la directora del LEE.

Y agregó: “No es isible para un país como Colombia que 2 de cada 3 estudiantes de 10 años no sepa leer bien, según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). A la hora de escoger hacia dónde enfocar los recursos, debería ser una prioridad que haya cambios estructurales en básica, por encima de la educación superior”.

Entre los puntos altos del país en el informe se encuentra la alta tasa de cobertura en educación básica y media, que está cerca del 100 por ciento y por encima del promedio de la OCDE.

Otro aspecto que genera preocupación a partir de los datos del informe, es la elevada proporción de los llamados jóvenes ‘ninis’ (que no estudian ni trabajan) que presenta el país.

Y es que Colombia nuevamente está en los lugares más altos de este indicador, concretamente el tercer peor desempeño de los estados analizados por el informe, solo por debajo de Turquía y Costa Rica.

Así las cosas, los jóvenes de 18 a 24 años en esta condición son el 27,3 por ciento, el doble del promedio OCDE, que se ubicó en el 13,8 por ciento. Y resulta más grave si se tiene en cuenta que, comparado con el mismo estudio de 2016, la mayoría de los países lograron bajar esta tasa, mientras que en Colombia esta subió (estaba en el 24,9 por ciento).

Para la directora del LEE, “esto es muy preocupante porque estos jóvenes son quienes serán la fuerza laboral del país, y es muy importante que estén vinculados a alguna actividad, bien sea estudio o trabajo. Antes los índices de ‘ninis’ habían aumentado mucho y en parte eso se atribuyó a la pandemia, pero mientras el mundo se recupera, nosotros no. Eso es grave además para la economía en general porque ya vimos que las tasas de natalidad están disminuyendo, entonces recae sobre los hombros de los jóvenes y sus aportes lo que va a hacer el futuro, por ejemplo, de las pensiones del país, del sistema contributivo de salud, entre otros. La falta de oportunidades agrava las posibilidades de vida de estas personas, pero también la estabilidad económica de toda Colombia”.

MATEO CHACÓN - SUBEDITOR VIDA DE HOY