Un sondeo realizado por el Foro Económico Mundial y las firmas SAP y Qualtrics afirma que, aunque el 84 por ciento de las personas consideran de vital importancia el reciclaje, la mitad de ellas estima que la mayor barrera para que se haga bien es la falta de programas y servicios que lo permitan.
Se entrevistaron 11.500 personas en 28 países y el 25 por ciento de ellas también itió que no sabía cómo participar en los programas de reciclaje; un 12 por ciento dijo que reciclar era moderadamente importante y un 4 por ciento que no era relevante.
El estudio también indicó que el 16 por ciento de los entrevistados no ve conveniente reciclar y que un 15 por ciento no recicla porque no confía en los programas existentes.
“La mayoría de los países de Latinoamérica tienen programas para impulsar el reciclaje, pero las estadísticas nos muestran que hay un camino largo por recorrer”, dice a EL TIEMPO Marcelo Gamboa, vicepresidente de Soluciones SAP Región Norte de América Latina.
Según cifras del Banco Mundial, en América Latina se generan en la actualidad por lo menos 430.000 toneladas de basura al día, es decir que “cada latinoamericano produce en promedio entre uno y 14 kilogramos (2,2 y 31 libras) de basura diaria. Si esos desechos se separan de manera correcta antes de llegar al vertedero, se podría reciclar hasta el 92 por ciento de los mismos”, explica.
ite que aunque en Colombia, Argentina, Brasil, México y Perú existen programas de reciclaje y se busca trabajar arduamente en ellos, existen varios factores que han impedido que el reciclaje se convierta en un tema trascendental y tenga la importancia que debería y merece.
Entre los impedimentos señala cuatro: en primer lugar, que gran parte de los programas están enfocados en aprender a reciclar y no en producir menos desechos; en segundo, que no son efectivas las campañas existentes para crear conciencia. En tercero y cuarto lugar menciona el poco interés que existe respecto al reciclaje por el esfuerzo que conlleva hacerlo y la creencia generalizada en la población de que los efectos perversos de no reciclar son algo lejano y que ellos no estarán vivos para padecer sus consecuencias.
Opina que para impulsar los programas existentes se necesitarían “campañas de alto impacto que le muestren a la sociedad el daño que les estamos haciendo al planeta y al medio ambiente al no reciclar”.
Es preciso, además, generar cultura y educar. “No basta solo con bolsas o canecas de colores, hay que mostrarles a las personas por qué una botella o un plástico van a lugares diferentes”, dice.
También resalta que se requieren alianzas. “Dos personas o dos organizaciones trabajan mejor que una. Unir esfuerzos resultará en un mayor impacto y un alcance mucho más amplio”. No reciclar genera, entre los muchos desastres ambientales, inundaciones, enfermedades y océanos contaminados.
Cómo está América Latina
En Colombia existen varios programas de reciclaje como ‘Red Verde’, ‘Basura cero’, ‘Cierra el ciclo’ y ‘Sin dejar huella’, que buscan que la ciudadanía se concientice de la importancia de reciclar.
El Ministerio del Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible expidió la resolución 2184 de 2019, que estipuló que a partir del 2021 se establecía el código de colores blanco (para residuos aprovechables como plástico, botellas, latas, vidrios, papel y cartón); verde (para restos orgánicos aprovechables como comida y desechos agrícolas) y negro (para residuos no aprovechables como papel higiénico, servilletas, papeles y cartones contaminados con comida y papeles metalizados, entre otros.
No obstante, oficialmente se ite que aún falta mucho para el completo cumplimiento de la norma. Según la entidad, Colombia genera unas doce millones de toneladas de basura al año, de las que se recicla apenas un 17 por ciento y que, de las 6.300 toneladas de basura que se producen en Bogotá por día, solo se reciclan entre el 14 o 15 por ciento.
Además, que en el país se consumen unos 24 kilos de plástico por persona al año y que, de esa cifra, el 56 por ciento es de un solo uso, como los pitillos, cubiertos, platos, tapas y envases, entre otros. El bajo reciclaje registrado en las casas y fábricas colombianas genera con frecuencia crisis en los rellenos sanitarios por falta de espacio y el problema tiende a agravarse, pues se estima que los 321 rellenos sanitarios existentes cumplirán su vida útil en los próximos cuatro años.
América Latina y el Caribe producen el 12 por ciento de los residuos mundiales y, a diferencia de otros contaminantes ambientales, las empresas aquí no son las principales responsables. El 40 por ciento de los desechos provienen de los hogares, según Natura Medio Ambiental, blog de ciencia, medio ambiente y animales.
En Colombia se produce al año un total de 12 millones de toneladas de basura,
de las que solo se recicla el 17 por ciento.
México, que hace una década producía 94.800 toneladas de basura al día, reciclaba el 17,3 por ciento; Colombia, con 28.800 toneladas, el 14 por ciento; Perú, 22.000 toneladas, el 2 por ciento; Argentina, 32.900 T, el 11 por ciento; Ecuador, 10.410 T, el 16,8 por ciento; Venezuela, 22.000 T, el 15 por ciento; Chile 17.800 T, 10 por ciento; Bolivia, 4.160 T, 2,8 por ciento, según aproximaciones de Natura y de otras ONG.
Pero las cifras se han multiplicado y si no se toman medidas urgentes “tendremos emergencias sanitarias en la mayoría de ciudades y una alta generación de emisiones de gases de efecto invernadero en 2030”, es decir en ocho años, según alertó un estudio del Banco Mundial y Planeación en 2015.
Los cálculos de Natura mostraron también que Chile es el país que más basura produce por habitante y que Bolivia y Perú poseen los más bajos niveles de reciclaje. En Perú, el problema es muy grave: se estimó que solo el 40 por ciento de la basura generada en el país llegaba a los rellenos sanitarios legales.
Hasta hoy, un tercio de los desechos de América Latina y el Caribe van a parar a vertederos o rellenos sanitarios de cielo abierto o son arrojados en campos, provocando la contaminación de los suelos, el agua, el aire y afectando la salud humana, de acuerdo con la Perspectiva de la Gestión de Residuos en América Latina y el Caribe de Naciones Unidas de 2018.
El reciclaje consiste en “seleccionar los residuos producidos para transformarlos en material que genere nuevos productos” y tiene impacto positivo al mejorar la vida de las personas, pues la manipulación errónea de los mismos podría afectar la salud pública, o contaminar el agua, aire o la naturaleza.
Ventajas e inversión
Reciclar basura deja beneficios ambientales y económicos incontables. Además de mejorar la calidad de vida desde lo ambiental, la basura se puede reutilizar como materia prima, regresándola al ciclo de producción.
Residuos de plástico, papel, cartón, vidrio o aluminio, por ejemplo, pueden ser reutilizados por las industrias para disminuir sus costos de producción en un 50 por ciento porque es más barato comprar reciclado que la materia prima virgen.
Marcelo Gamboa recuerda que reciclar, además, ayuda a evitar la explotación de los recursos naturales, reduce la contaminación, proporcionando una atmósfera más limpia, ayuda a conservar el medio ambiente al reducir la cantidad de desechos sólidos que llegan a los vertederos y permite un ahorro significativo de energía.
El reciclaje y el impulso de los programas al respecto, por lo tanto, deben ser un objetivo principal en América Latina y el Caribe, una de las regiones medioambientalmente más ricas del planeta.
“El sector privado ya está tomando cartas en el asunto. El número de empresas que han establecido compromisos netos cero se ha disparado, especialmente en el período previo a la conferencia climática COP26 de noviembre pasado”, afirma Gamboa.
Insiste en que es necesario y urgente “invertir en campañas de difusión de alto impacto; en tecnologías que apoyen los esfuerzos humanos y en educación, para seguir mostrándoles a los futuros y actuales ciudadanos que reciclar es importante y que nos permitirá tener un mundo mejor”.
El reciclaje, además, genera dinero, empleo y desarrollo. Gamboa reitera que “para nadie es un secreto que existen organizaciones y grupos de personas que se dedican a clasificar los residuos y hacer de ellos insumos para un segundo uso. El reciclaje, sin duda, contribuye al desarrollo sostenible de un país, genera empleo e ingresos, especialmente para esta población que depende de esta actividad para vivir”.
Añade que también genera más empleos, pues el proceso de reciclaje va mucho más allá de enterrar o quemar basura. “Las actividades con mayor empleo asociado al reciclaje son la selección de envases, recogida, el transporte y la transformación del material”.
No basta solo con bolsas de colores, hay que mostrar por qué una botella o un plástico va a lugares diferentes”.
¿Qué se necesita entonces para mejorar los programas existentes? Le preguntamos.
Gamboa responde: “Estamos en una carrera contra el tiempo, así que se pueden realizar diferentes iniciativas que promuevan mejores prácticas, que pueden ir desde el uso de inteligencia artificial y soluciones innovadoras, pasando por programas que fomenten la transformación de la cadena de suministro con materiales reciclados, hasta políticas públicas que involucren a empresas, sociedad civil y expertos”. En su opinión, para reciclaje inteligente se podría recurrir a soluciones tecnológicas como “SAP Waste & Recicling; optimizar la planificación de la producción de materias primas secundarias y el comercio de recursos recuperados”.
Además, es oportuno recordar que, sumado al ahorro en materias primas que produce, el reciclaje de papel permite, por ejemplo, salvar árboles, agua y da empleo a 12 millones de personas solo en Brasil, China y Estados Unidos.
En Colombia se estimaba que existían más de 30.000 recicladores, según las 319 organizaciones que se encontraban registradas en el Sistema Único de Información (SUI) de la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios en 2019, y que la mayoría de ellos se congregaban en Bogotá, Antioquia, Meta, Valle del Cauca y Atlántico.
Los ambientalistas estamos convencidos de que reciclar, más que una obligación, es una necesidad. Que no es solo una simple acción sino la preservación del planeta y sus recursos, de nuestra vida como especie y que la alternativa de reciclar solo es la muerte.
GLORIA HELENA REY
Para EL TIEMPO