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¿Por qué se inundan, cada vez más, las ciudades?
Un factor clave es, según expertos, el detonante de que se presenten cada vez más inundaciones.
Cinco días llevan cientos de familias inundadas por las fuertes lluvias en el sector de Playa Renaciente, nororiente de Cali y pese a que hay decenas de bebés, niños, adultos mayores y perder todas sus pertenencias por el desbordamiento del río Cauca, ninguna autoridad les ha llevado ayudas. Ellos piden urgente comida, carpas, colchonetas, frazadas y ropa, pues lo perdieron todo durante la temporada invernal. Foto: Juan Pablo Rueda Bustamante / El Tiempo
El pasado fin de semana Medellín vivió una trágica noche. Dos muertos y decenas de heridos fueron el saldo de las fuertes lluvias que por varias horas azotaron y anegaron la ciudad. En total, las autoridades recibieron 123 llamadas con reportes de emergencias generadas por las precipitaciones.
La escena ya es usual en varias ciudades del país: deprimidos y parqueaderos inundados, automóviles bajo el agua, infraestructura en el piso. Las grandes urbes colombianas (y del mundo) están cada vez más expuestas a los riesgos que genera la variabilidad climática, que produce lluvias atípicas como las que se han visto durante los últimos meses. Pero ¿en el país, algún lugar ha logrado adaptarse a ello y cuáles son los factores que están dejando esas graves escenas? La respuesta, aunque sencilla, a veces parece olvidada: todo depende de la naturaleza.
Según explica Julien Chenet, ingeniero e investigador de la Universidad Ean, el hecho de que una zona esté más o menos urbanizada tiene una alta incidencia en cuánto esta puede adaptarse a eventos climáticos extremos, pues la presencia de elementos como árboles, pastos, lagos y cursos de agua, entre otros, son claves para lograr una correcta captación y gestión del recurso líquido.
“Cuando tenemos una cuenca hidrográfica, o sea un lugar natural, que no ha sido urbanizado el agua que nos llega una parte se infiltra, otra parte está interceptada por los árboles, otra se evapora y todo lo que no se infiltra, no se evapora o no se intercepta es lo que llega a lo que llamamos la escorrentía, que es lo que va finalmente a los ríos. Entonces, si tenemos un lugar bien cubierto, un ecosistema completo con arbustos, pastos y árboles, tenemos una capacidad de retención y manejo del agua mucho mayor que la de un lugar urbanizado, donde el agua cae, no se puede infiltrar y corre como si fuese un techo donde sigue su camino para acumularse, lo que termina generando inundaciones. La urbanización es un factor tremendamente crítico para verse afectado por el agua cuando llueve”, destaca el experto.
De hecho, un estudio publicado en 2020 por investigadores de la Universidad Estatal de Colorado destaca que el riesgo de inundación para las comunidades urbanas está aumentando significativamente, como resultado de los efectos integrados del cambio climático y el desarrollo socioeconómico.
En la investigación los expertos enfatizan que el crecimiento económico es uno de los principales impulsores del aumento del riesgo de inundaciones; sin embargo, ha recibido menos atención en comparación con el cambio climático.
“El desarrollo económico y el crecimiento de la población son las principales causas de la expansión urbana en áreas propensas a inundaciones, y una comprensión integral del impacto del crecimiento urbano en el riesgo de inundación es un ingrediente esencial para una gestión eficaz del riesgo de inundación. Al mismo tiempo, la planificación para la resiliencia comunitaria se ha convertido en los últimos años en un imperativo nacional y mundial”, señala el texto.
En ese sentido, para los investigadores, es clave que los planes de desarrollo urbano de las diferentes ciudades tengan en cuenta el creciente riesgo que padecen las ciudades a quedar bajo el agua, sobre todo aquellas en lugares como Colombia, que, no está de más recordar, es uno de los países del mundo con mayor riesgo de verse afectado por el cambio climático.
El aguacero se debe a un sistema de baja presión que se formó en el mar Caribe. Foto:Cortesía
Chenet, quien es experto en agua y ha apoyado en el desarrollo de varios proyectos de aprovechamiento de recurso hídrico en el país, enfatiza que aunque el nivel de urbanización es un indicador de cuánto puede verse afectada una zona ante fuertes lluvias, el reto es lograr que esas áreas, sobre todos los núcleos urbanos, tengan una capacidad de resiliencia y adaptación climática.
Lo que quiere decir que las ciudades logren, con infraestructura y soluciones basadas en la naturaleza, adaptarse a los retos que trae un mundo con una climatología cada vez más cambiante.
En ese sentido, destaca el investigador, un ejemplo claro es cómo el pueblo zenú logró controlar la región inundable en donde habitaban, gracias a un sistema de drenaje que les permitió manejar las inundaciones y el curso del agua de más de 500.000 hectáreas ubicadas en las inmediaciones de los valles del río Sinú.
Esa zona donde habitaron los zenúes padece hoy por las inundaciones, sobre todo en la subregión geográfica de La Mojana, pues cuando hay fuertes lluvias y se desbordan ríos o se crecen ciénagas se afectan gravemente la ganadería y la agricultura, principales motores económicos de la zona. También en La Mojana, obras de infraestructura como carreteras atraviesan y cortan hoy lo que antes eran áreas inundables.
La Mojana tiene una extensión de 450.000 hectáreas y está ubicada sobre las cuencas de los ríos Magdalena, Cauca y San Jorge, por lo que tiene peligro de inundaciones como la que lleva varios meses (foto). foto: fondo de adaptación Foto:Fondo de Adaptación
“Los que sí saben perfectamente de esto son los zenúes, poblaciones anfibias que toman en cuenta el agua como una ventaja, no como un problema. Nosotros nos hemos vuelto menos sensibles al agua porque hemos intentado de una forma u otra apartarnos de la naturaleza, darle un poquito la espalda. Pero ahora ya sabemos que es un error”, finaliza el experto.