Hace un tiempo leí un libro fantástico que se llama Callado; el poder de los introvertidos. Su autora, Susan Cain, analiza esa sobrevaloración que nuestra sociedad contemporánea le ha dado a la necesidad de ser extrovertidos y permanentemente comunicativos. Los puestos importantes se los ganan los que más y mejor carreta hablen.
Los políticos irados y venerados son grandes oradores aunque no tengan nada de trasfondo. En el colegio, cuando un niño no es sociable o muy callado, los profesores llaman a los padres con gran consternación; incluso les sugieren llevarlo a un psicólogo para que diagnostique por qué no interactúa o habla más. En vez de entender que hay personas introvertidas y otras que son extrovertidas.
Basada en varios estudios, Susan Cain asegura que muchos de los descalabros financieros –tanto en el sector empresarial como inclusive en el fenómeno de la llamada burbuja inmobiliaria que en 2006 afectó a miles en Estados Unidos– tienen mucho que ver con el hecho de que nos dejamos deslumbrar por los charlatanes y sus grandes promesas, en lugar de dejarnos guiar por personas pausadas, de pocas palabras y más reflexivas.
Al mismo tiempo, ella asegura que los más silenciosos son mucho más analíticos y toman menos riesgos. Y concluye que tomarse el tiempo para pensar, procesar antes de hablar y escuchar atentamente, en vez de simplemente oír, es imprescindible en este mundo de tan rápidos y constantes movimientos.
En nuestro diario vivir, con nuestros hijos, nuestra pareja, o en general es usual que oigamos pero no escuchemos. Cuando nos hablan no estamos atentos para entender; por lo general, estamos procesando para contestar o defendernos. El arte de escuchar se ha perdido; nos dejamos cautivar por los gritos, las agresiones verbales y las palabras vacías.
También creo que si interesadamente escucháramos entre líneas, tomaríamos mejores decisiones. Si habláramos con palabras bien pensadas (evitando decir lo primero que se nos ocurre), podríamos evitar gran porcentaje de los conflictos que tenemos.
¿Qué pasaría si aprendemos a dar pausas? Pausa antes de hablar. Pausa antes de responder. Pausa antes de reaccionar. Pareciera una tarea fácil, pero traten de hacerla, no es nada sencillo. Pocos nos conectamos con nosotros mismos antes de tratar de conectarnos con el resto. Hoy los invito a que aprovechen esta semana para darse momentos de silencio e introspección y les recuerdo una frase del Dalai Lama que me fascina: “Cuando hablas solo repites lo que ya sabes, cuando escuchas puedes aprender algo nuevo”.
ALEXANDRA PUMAREJO
@DeTuLadoConAlex