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Alberto Linero: 'Iglesia católica debería levantar el celibato'
El exsacerdote y escritor además opina que las mujeres deberían acceder a la jerarquía ordenada.
Alberto Linero, exsacerdote Foto: Cortesía Alejandra Quintero
Corría el mes de septiembre del 2018 cuando el padre Alberto Linero anunció que dejaba el sacerdocio. Y lo hizo al afirmar que vivía en una profunda soledad y porque no estaba de acuerdo con normas añejas de la Iglesia como la resistencia a levantar el celibato y a ordenar a las mujeres. Y así, el reconocido y carismático sacerdote, autor de muchos libros que han logrado récords en ventas, y presentador de radio y televisión, le dijo adiós a 25 años de vida religiosa en la comunidad eudista.
Hoy, Linero, nacido en Santa Marta hace 53 años, vive una vida tranquila y feliz con una mujer, aunque aclara que la conoció un año después de esa decisión tan trascendental. Y aunque lamenta la crisis de vocaciones, es muy optimista frente a los cambios que, según él, debe hacer la Iglesia si quiere seguir cautivando a hombres y mujeres “que le den el sí a Dios”.
“Creo en la fuerza del Espíritu Santo. Y creo que los cambios ya vienen. Creo en esa bocanada de aire fresco que ha sido el papa Francisco”.
¿Qué piensa sobre la crisis de vocaciones en la Iglesia?
Creo que esta crisis vocacional es cíclica. Es decir: si tú analizas otros momentos de la iglesia encontrarás también que ya ha habido, muchas veces, esa disminución de candidatos al presbiterado. Y creo que ocurrirá siempre cuando haya un abismo entre los valores de la sociedad y los valores de la institución eclesial. Yo creo que la Iglesia, como institución, tiene que ser una comunidad de contraste para la sociedad, y debe estar encarnada en la sociedad. Que la sociedad se sienta identificada y jalonada por los sacerdotes y los obispos.
¿A qué se refiere con ‘un abismo’?
Claro que sí existe un abismo y por eso es muy normal que no haya tantos candidatos porque las vocaciones nacen de la sociedad, de la comunidad. No vienen de Marte. No caen del cielo. Son frutos de la Tierra que se cosechan en la sociedad. Dios puede poner ese regalo pero los contextos y las circunstancias no les permiten decir: sí.
La Iglesia tiene que vivir en un constante aggiornamento, que es la palabra que usó el Papa Juan XXIII para hacer el Concilio Vaticano II. La Iglesia debe ponerse a tono con la sociedad. No perder los valores del Evangelio ni negociar los valores del Reino pero sí entender las circunstancias y contextos. Es que hay muchas acciones de la Iglesia que son anacrónicas.
Por ejemplo…
La mirada que se tiene sobre la sexualidad está distante de la mirada que algunos al interior de la Iglesia tienen, que está más ligada a procesos y cosmovisiones de algunos momentos de la historia a lo que la palabra de Dios nos muestra. Hasta que la Iglesia no lo entienda —y el papa Francisco lo ha insistido— que una cosa es la verdad de salvación, que es inmutable y no debe cambiar, y que otras cosas son las costumbres y las dinámicas, va a ser muy complicado. La Iglesia, para poder cumplir su rol de contraste, no puede seguir con unos valores que corresponden a unas épocas que ya no existen. Es como si nos hubiéramos quedado con los valores del Antiguo Testamento.
Alberto Linero, exsacerdote Foto:Cortesía Alejandra Quintero
¿Qué tipo de valores?
Por ejemplo, nosotros necesitamos revisar la mirada patriarcal que tenemos. Necesitamos mucha mayor participación de la mujer. Es inconcebible que las mujeres no puedan ser presbíteras y que no puedan acceder a la jerarquía ordenada. Eso es impensable en un mundo como el de hoy. Y he oído una cantidad de argumentos, por ejemplo, que Jesucristo llamó a varones. Necesitamos negociar eso.
Yo creo que es un don de Dios y algunos hombres lo tienen, y algunas mujeres también. Pero eso no significa que siempre que haya vocación presbiteral tiene que haber vocación celibataria. Esto no es cierto y lo han demostrado las iglesias ortodoxas. Y en el mundo, que valora tanto la sexualidad, como un don de Dios, se plantea el celibato como una imposición. Eso hay que revisarlo bien. No olvidemos que durante muchos siglos los obispos fueron casados y los presbíteros también.
Pero ese ha sido un tema innegociable durante muchos siglos… ¿Podrá cambiar algún día?
Tiene que ocurrir algún día. Es una exigencia de la realidad. Si la Iglesia quiere seguir teniendo hombres y mujeres que acepten la invitación de Dios, tiene que entender que la vida de familia y que el ejercicio de la sexualidad son necesarios. Sospecho de quien no tenga una sexualidad sana. Si no hay una sexualidad sana, no hay una salud integral.
¿Cree que el celibato debería ser opcional?
Estamos perdiendo la respuesta positiva de muchos hombres y mujeres que podrían decirle sí al señor
Yo conocí los documentos de Juan Pablo II, hasta donde llegó, pues casi cierra la puerta a esta dinámica, entre otras cosas, porque el celibato pertenece a lo disciplinario y no a lo dogmático. Cuando las voces dicen que se hable de celibato opcional no se está pidiendo que se cambie un dogma sino una de las dinámicas, como un día se cambió que la misa ya no fuera en latín y pasó a la lengua vernácula. Creo que nos estamos demorando y por eso, tal vez, estamos perdiendo la respuesta positiva de muchos hombres y mujeres que podrían decirle sí al señor.
Mi decisión de no ejercer más el presbiterio no tiene nada que ver con el celibato. Yo no me salí ni dejé de ejercer el ministerio sacerdotal por una mujer o por tener relaciones sexuales: dejé el ministerio porque de alguna manera los relatos y las formas institucionales ya no me decían nada. Y no me sentía coincidente con todas esas cosas y yo trato de ser lo más coherente que pueda. Ésa es la razón.
¿Entonces, por qué se retiró?
En mi libro, ‘Mi vida de otra manera’, cuento mis razones. Me golpeó mucho el tema de la pedofilia, la manera en la que se ha manejado y cómo se ha enfrentado, me generó una crisis muy profunda. Y no es porque me sienta juez de nadie ni porque me crea mejor que nadie, pero la pedofilia me parece un crimen abominable.
Ya son conocidos muchos casos de encubrimiento a sacerdotes pederastas por parte de sus superiores. ¿Usted conoció casos?
No puedo decir que conocí experiencias de ese tipo pero sí conozco las investigaciones periodísticas que se han hecho a lo largo del mundo. Mire lo que ocurrió con la Iglesia de Francia, la decisión que tomó el año pasado (los obispos reconocieron su responsabilidad institucional y anunciaron que venderían bienes del clero para indemnizar a las víctimas). El encubrimiento no es una mentira, no es un dato ahí. Mira todo lo que ha denunciado el periodista Juan Pablo Barrientos sobre los abusos sexuales cometidos por sacerdotes colombianos. Yo le agradezco a él, a su voz profética, porque creo que Cristo se merece la mejor iglesia posible.
Si algún día la Iglesia les permite a los sacerdotes tener familia, ¿regresaría?
La verdad, no lo creo; tendría que revisar muchas cosas porque existen maneras de relacionarse dentro de la institución que no me representan. Pero sí conozco a muchos presbíteros retirados, con muchas cualidades, grandes hombres de fe, con muchas cualidades, que estarían interesados en volver. Creo que la Iglesia tiene una gran oportunidad. Y si quieres lo hablo en términos militares: en todos esos sacerdotes retirados hay una gran reserva.
¿Cómo le ha ido después del retiro?
Vivo la vida de otra manera, pero mi opción fundamental sigue siendo la misma: inspirar y llenar de esperanza a la gente. Sigo vinculado a los medios de comunicación, sigo escribiendo libros, doy conferencias. Lo que pasa es que ya no presido los sacramentos: los celebro y participó en ellos como miembro de la comunidad. Pero la vocación de servicio sigue intacta a favor de la vida y la sigo haciendo. Soy feliz en una relación de pareja después de un año de haber tomado la decisión de decir no más a la vida religiosa.
¿Qué puede compartirme sobre su vida en pareja?
Me encontré con una mujer muy interesante y empezamos a compartir la vida, a construir en pareja. Ella, con un reclamo de privacidad que me parece muy válido. Me dice: “Es que yo no soy la mujer de Linero. Soy una mujer con mis valores y cualidades”. Así que disfrutamos de nuestra compañía pero ella en la construcción de su proyecto de vida y yo, en el mío; es una mujer con una opción de feminismo fuerte. Una mujer muy creativa que trabaja en temas de mercadeo y con una experiencia de Dios muy fuerte.