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¿Tiene problemas de sexo? Esta experiencia le ayudará a revivir el deseo
Una periodista relata su experiencia con el Tantra Yoga, en el tercer festival de Tantra Colombia.
Al tercer festival de Tantra, organizado por Dhakini Tantra, asistieron más de 150 personas. Foto: VERÓNICA LONDOÑO
Jamás imaginé estar desnuda de la cintura hacía arriba en un salón con otras cuarenta mujeres, pero lo hice y no me arrepiento. Sucedió durante el festival de Tantra Yoga en Bogotá a mediados de marzo, al que llegué como estudiante de yoga y curiosa de esa corriente misteriosa y antigua.
Mentiría si dijera que al principio no sentí, como a casi todas, pudor y timidez, pero a medida que avanzaba una meditación guiada por Zarahy Román, terapeuta tántrica, el ambiente cambió. De un ejercicio privado de autoconocimiento, aceptación y confianza pasamos a compartir y experimentar el poder de la energía sexual femenina y la conexión con la divinidad a través del cuerpo.
Reí y lloré abrazada a otras mujeres semidesnudas, mostré mis heridas, sané algunas y salí convencida de querer y merecer amor y paz. Eso es tantra yoga.
¿Pero qué es tantra exactamente? Son prácticas budistas e hinduistas, establecidas en textos que datan desde el siglo VI a. C. y que creen que la meta de la vida es la comunión con Dios. A diferencia de otros textos o sutras designados a ascetas, tantra fue concebido para quienes no son monjes, viven en comunidad y no renuncian a sus cuerpos como vehículos para reproducirse y vivir una sexualidad coherente con su filosofía de vida.
Por medio de rituales que activan los sentidos, tantra yoga pretende elevar la energía sexual de los practicantes. Foto:VERÓNICA LONDOÑO
Es su creencia que la energía se puede elevar por los centros energéticos del cuerpo, conocidos como chakras, de diferentes maneras, incluyendo la sexual, para desbloquear el cuerpo energético y tener un crecimiento espiritual.
Menos de un 10 por ciento de las enseñanzas de tantra tienen que ver con sexo; sin embargo, al llegar sus prácticas a Occidente, mayormente de la mano de Osho (líder de un movimiento espiritual de origen indio), inició la era del ‘neotantra’ o el yoga sexual.
María del Pilar Ferrer, directora de Dhakini Tantra y una de las pioneras de esa práctica en Colombia, explica que
"Estudiar esta disciplina convierte al discípulo en mejor amante por aprender otras maneras de dar y recibir placer, pero la meta es la superación personal. “En tantra usas el deseo para trascender el deseo de lo material, de lo mundano. Se aprende el arte de desear”, explica Ferrer.
Estudiar esta disciplina convierte al discípulo en mejor amante por aprender otras maneras de dar y recibir placer, Foto:VERÓNICA LONDOÑO
María del Pilar y su pareja, Samuel Kilby, organizan festivales con invitados internacionales. Uno de sus facilitadores, Mario Manrique, abogado penal de la Universidad Nacional, hoy se dedica a enseñar sobre el placer femenino, y añade:
“Estamos acostumbrados a un sistema sexual patriarcal que cree en una sexualidad rápida, en sexo con resultados que busca el orgasmo y que presenta al hombre en el centro. En tantra sabemos que la mujer tiene más energía sexual. Ella puede tener varios encuentros ininterrumpidos, es más fuerte y poderosa y no necesita recargar después de eyacular”.
Según Manrique, sus rituales son actos de sanación. “Somos una sociedad con heridas ancestrales de violencia sexual. En nuestro linaje como colonizados siempre hay una mujer violada y un guerrero diezmado. El tantra sana esas heridas”.
Profesoras como Diana Núñez, de Sexurero, o Alethia Yory enseñan, entre otras cosas, que el orgasmo tántrico se experimenta en el cuerpo entero y su placer conecta con lo divino. Según Zarahy, “el deseo se vuelve alquimia para reconocer el poder de la creación”.
Con ellas y otros facilitadores aprendí a encontrar erotismo en los lugares menos esperados, a soltar emociones por medio de masajes, a entender el poder de la respiración y de presionar con mis manos y cuerpo puntos sanadores. Y por supuesto aprendí algunas prácticas sexuales consideradas sagradas en pareja o en solitario, y accesibles a todo el que las quiera estudiar.
En el Tantra Fest Colombia conversé con Anand Rudra, un maestro mexicano que vive en Holanda. Según su experiencia, el tantra ha tomado fuerza en México y Brasil, y se incrementa el interés en Colombia, Chile y Argentina.
“Los latinos tendemos a ser de sangre muy caliente, actuamos desde el primer chakra, el más bajo, pues estamos en un estado de sobrevivencia y cuando se nos presenta una práctica como esta, que es de sexualidad sagrada, nos invita a mover la energía de sobrevivencia a la energía sexual”, dice Anand, quien ya regresó a Europa.
“El colombiano es pasional y tiene un corazón muy abierto, pero tiene una energía sexual dividida. Puede ser tan dulce y a la vez tan álgido. El hombre puede empoderarse solo por medio de lo sexual, pero sabe querer desde el corazón y hacer lo que llamamos “profusión”, unir su energía sexual a su corazón”.
El camino del tantra yoga es inmenso y, sin duda, no es para todo el mundo. Para mí seguirá siendo parte de mi aprendizaje como yogui y como mujer. Una de las enseñanzas que me dejó el festival fue la de iniciar y terminar todo despacio y con sutileza. Por eso me despido recordando a esas cuarenta mujeres semidesnudas, que después vi vestirse a mi lado, ya sin timidez ni afán, hablándonos suave, contentas de haber vivido esa experiencia y, en mi caso, de tener esta historia para contar.