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Más que café: las maravillas por descubrir en el suroeste antioqueño
Jardín honra su nombre; Jericó, puro patrimonio; y Támesis, llena de petroglifos. Conozca planes.
Jardín, Jericó y Támesis coinciden en tener un clima templado y en que están ubicados a escasas tres horas de Medellín. Sus poblaciones no son mayores a 18 mil personas y el área urbana de cada uno se puede recorrer a pie en pocos minutos.
Como buena zona cafetera, las experiencias relacionadas con este grano son imperdibles en los tres lugares. Catas, recorridos por fincas cafeteras y aprendizaje sobre el producto insignia colombiano hacen parte de las actividades que se pueden hacer.
De todas maneras, los municipios también tienen sus particularidades, que incluyen abejas, museos, vista al cerro Tusa -una montaña en forma piramidal que hace parte del logotipo de Café de Colombia- y petroglifos, arte rupestre milenaria.
Le contamos algunos planes y actividades que se ofrecen en estos lugares.
Jardín: lugar de flores y abejas
Vista de la basílica desde la parte occidental del casco urbano. Foto:Yaleni Solano / EL TIEMPO
La plaza principal de Jardín es, probablemente, una de las más bonitas de Colombia. La Basílica Menor de la Inmaculada Concepción, con su estilo gótico, se impone en el lado oriental; en su interior, el techo azul y los detalles dorados atrapan la atención de los visitantes.
Su construcción se inició en 1918, según explica Roberto Díaz, un guía local, quien recuerda que el material predominante es la piedra. "Las piedras son objetos que protegen a los seres del olvido", dice, y agrega que este mineral es muy importante para los jardineños. El templo se inauguró en 1932 y su construcción terminó en 1940. Afuera, las flores, las plantas y los bancos para sentarse adornan el sitio central del municipio.
Díaz, a punta de poesía y figuras literarias, envuelve a los grupos de turistas en una caminata por las cuadras de Jardín mientras resalta elementos de la arquitectura: las casas coloridas, los acabados de madera y las amplias ventanas.
Cada intersección tiene el nombre de una flor y el apellido de un prócer: en el recorrido, pasa uno por Pensamientos - Giraldo, por Besos - Páez y por Novios - Córdoba.
En la zona rural, Jardín ofrece caminatas, torrentismo y una experiencia imperdible en la finca La Florida, en la vereda La Casiana. Allí, una familia con cuatro generaciones de apicultores, y que también es caficultura, enseña el valor e importancia de las abejas en los ecosistemas.
Con el traje apropiado y siguiendo las recomendaciones, es posible visitar una colmena para entender sus avanzadas técnicas de recolección de polen. Además de eso, la familia Rojas adelanta un trabajo de conservación de distintas especies de abeja, pues las rescatan y les dan un hogar. Tienen, incluso, más de una decena de abejas nativas cuya particularidad es que no tienen aguijón. El viaje hasta allá se hace, por supuesto, en campero.
Las opciones gastronómicas en Jardín son variadas. Allí se encuentra, por ejemplo, Macanas -un popular café ubicado junto a la basícila-, Dulces del Jardín -empresa conocida porque el papa Francisco recibió algunos de sus productos- y La casa de la mazarroma.
Este último restaurante está ubicado en una finca de la vereda La Herrerita. Lo atienden doña Margarita y su hija, quienes preparan un delicioso desayuno típico mientras don Antonio toca la guitarra.
Jericó es mucho más que religión
Jericó, en Antioquia, se caracteriza por su espíritu religioso y su devoción. Es el pueblo natal de la Madre Laura y cuenta con 17 templos y recintos sagrados. Es recomendable visitar el Parque Natural Las Nubes y El Jardín Botánico Los Balsos, también están la Casa Natal de la Santa Laura Montoya y el Museo Arqueológico del Sureste. Foto:Guillermo Ossa / Archivo EL TIEMPO
Conocido entre los feligreses por ser el lugar de nacimiento de la madre Laura Montoya -por lo que es popular destino de turismo religioso-, Jericó es mucho más que eso. Para empezar, es uno de los 18 pueblos pertenecientes a la red turística de pueblos patrimonio en Colombia. La arquitectura republicana y de la colonización antioqueña preservada predomina en las calles del municipio.
También resulta fascinante el amplio número de museos que alberga en la zona urbana. Se puede visitar el Museo de Antropología y Artes de Jericó - Antioquia (Maja), la Casa Museo José Tomás Uribe Abad -llena de pertenencias de gran valor dejadas por él-, el Museo de la Música Álvaro Arango Gaviria -que alberga instrumentos de todos los continentes- y el Museo de Arte Religioso.
Por otro lado, Jericó es cuna del carriel (o guarniel, como aparece en las fachadas de los lugares donde venden este tipo de bolso). A una cuadra del parque principal se puede visitar a don Rubén Darío Agudelo, un famoso artesano que continúa una tradición familiar y que es reconocido por dos cosas principalmente: hizo un guarniel que usó el papa Francisco y otro que modeló Paris Hilton en el año 2013, en su visita a Colombia.
El cerro El Salvador, al norte del casco urbano, es un lugar perfecto para apreciar el municipio entero y las montañas en la lejanía. Algunos jericoanos suben diariamente a esta colina o al cerro Nubes, que es más alto, para ejercitarse. Desde allí, cuando el clima lo permite, pueden apreciarse el cerro Tusa, el cerro Bravo y el cañón del Río Cauca.
Historia maravillosa en las rocas de Támesis
El municipio está ubicado en la subregión del Suroeste antioqueño, a 110 kilómetros de Medellín. Foto:Alcaldía de Támesis
Las calles de Támesis, aun a las 8 a. m., pueden estar cubiertas por una densa capa de neblina que deja ver apenas unos metros adelante. Pocos minutos después, de la nada, el panorama se abre completamente para destapar un municipio lleno de comercio y actividades agrícolas.
Lo más emocionante de ese municipio, sin embargo, se ve mejor cuando ya ha caído la noche. Para ello, hay que hacer un recorrido en campero de unos 20 minutos hasta llegar a unas grandes rocas que, aparentemente, no tienen nada. Están ubicadas en las veredas de la parte baja del municipio.
El municipio de Támesis es conocido por el gran número de petroglifos (arte ruoestre) que concentra en su territorio. Foto:Yaleni Solano / EL TIEMPO
Con la ayuda de linternas, al iluminar las rocas de manera estratégica, es posible descubrir en ellas los petroglifos: arte rupestre de cientos o miles de años que dejaron las comunidades que una vez habitaron la zona.
Hay diseños de caminos en las montañas, animales, representaciones de figuras humanas y muchos más. Támesis tiene la mayor concentración de este tipo de arte rupestre en Colombia, de acuerdo con Rodrigo Echeverri, guía turístico y amplio conocedor de petroglifos.
Estos diseños se pueden encontrar en rocas esparcidas en cerca de 80 km, dice Echeverri.
El guía, en el recorrido nocturno visitando las grandes rocas, resalta la gran riqueza hídrica de Támesis, también conocida como “la tierra de siempre volver”. No es coincidencial, entonces que los petroglifos estén siempre ubicados cerca de fuentes de agua.
Aparte de platanciones de café, en Támesis hay variedad de cultivos. La finca Viejo León, por ejemplo, planta cacao y hace chocolate 100 % artesanal con él. En el lugar, ubicado en la parte baja del municipio, reciben a visitantes interesados en aprender sobre el proceso de cultivo, cosecha y los procesos necesarios para que el cacao se transforme en chocolate.
Como en casi prácticamente cualquier zona de Antioquia, por variedad de comida no hay que preocuparse. Opciones típicas, como la bandeja paisa, la arepa y el café, se encuentran en cualquier esquina.
Y, por la llegada de personas de muchas partes del mundo en los últimos años, también hay alternativas gastronómicas de otros países: comida italiana, peruana, sa y más.
Desayuno en la Casa de la mazarroma, ubicada en la vereda La Herrerita, de Jardín. Foto:Yaleni Solano / EL TIEMPO
Al visitar la zona, hay que tener paciencia, eso sí, con las carreteras. En su mayoría, los recorridos están llenos de curvas, ascensos y descensos. Hay tramos que, además, están en mal estado.
Sin duda, el suroccidente de Antioquia es un lugar que ofrece los elementos típicos de las tierras cafeteras, pero que también tiene opciones llamativas de acuerdo con los gustos e intereses de los turistas: es un buen lugar para aventureros, para interesados en la cultura y para los que viajan por la comida.
Vista desde el Mirador del Oso, en el municipio de Jericó. Foto:Yaleni Solano / EL TIEMPO