Colombia lo conoce como “el otro Nicolás”. Como el hijo adoptivo de Gustavo Petro —legalmente desde hace un año— y el primogénito de Verónica Alcocer, tras un fugaz amor de su juventud.
El mismo al que le han dicho desde niño creído y arrogante. Al que han acusado de financiar sus fiestas con fondos públicos y de ser “un mantenido”. El hijo ‘presidencial’ que ha lavado baños en los McDonald’s de Francia y que ha ‘mixeado’ a los exponentes del reguetón en un bar latino de Toulouse.
La portera de la Selección Colombia, Catalina Perez, es la portada de la edición #132 de la Revista BOCAS Foto:Revista BOCAS
“Nicolás II”, como también le dicen, el que tiene que aclarar todos los días –en medio de amenazas de muerte e insultos incómodos por redes– que él no es el hijo presuntamente ‘delincuente’. Por el contrario, afirma que simplemente es un costeño alegre —con acento rolo—, que no quiere saber nada de política, que solo usa Twitter para defender a su familia y dar sus opiniones, que tuvo problemas de ansiedad y depresión en el pasado, pero que ahora es un emprendedor que quiere empezar a figurar en el mundo de la moda.
Nicolás Alcocer Petro nació en Bogotá en 1998, pero se crio en Sincelejo por tres años. Fue el primer hijo de Verónica Alcocer, quien lo dio a luz a los 21 años —y por causa de él tuvo líos con su familia—, y fue a su vez educado estrictamente por Gustavo Petro desde que tenía 1 año. El actual presidente intentó adoptarlo desde su infancia, pero debido a trabas con su padre biológico —a quien tuvo que demandar por ausencia— tuvo que esperar a ser mayor de edad y, luego, a terminar sus estudios en el exterior. Cuando conoció a Gustavo Petro en su primer año, este tenía 40 años y era representante a la Cámara por Bogotá.
Para Alcocer, hay tres personas fundamentales en su vida: su madre, su abuela y su abuelo italiano, el conservador Jorge Emilio Alcocer Rosa. Es el hermano mayor de Sofía —le lleva 4 años—, a quien le hacía la vida imposible en la infancia, y de Antonella –10 años menor–, a quien inspiró para ser hincha de Millonarios y convertirse en jugadora de fútbol profesional. Con sus medio hermanos, Andrés y Andrea, se lleva 5 años y con Nicolás Petro, casi 10.
Nicolás Alcocer Petro nació en Bogotá en 1998, pero se crio en Sincelejo por tres años. Foto:Ricardo Pinzón
Cuando Verónica Alcocer conoció a Petro se mudaron a la capital permanentemente y lo matricularon en el Liceo Francés, donde cursó todo su bachillerato. Al salir, Nicolás estudió del 2017 al 2019 en la Universidad Externado de Colombia, pero se cansó de los comentarios y del modelo educativo de la Universidad. Así que, en el 2020, decidió irse para Francia a estudiar istración en la Université Toulouse 1 Capitole y Business Development en Toulouse Business School. Allí tuvo que trabajar dos años en un McDonald’s donde aprendió todas las recetas de las hamburguesas y donde se convirtió en DJ de reguetón por seis meses, hasta que finalmente consiguió un trabajo en una startup que le pagó su último semestre.
Recientemente, volvió a Colombia para establecer su empresa de moda sport and streetwear, Equilibrium, que tiene una página en Instagram —con 1.172 seguidores— y está en proceso de crear su página web, así como una estrategia de marketing.
Católico, pero no muy practicante. De nacionalidad colombiana e italiana. Habla francés, español, inglés y un poco de portugués. No se considera ni de izquierda ni de derecha. A veces no está de acuerdo con su padre por la forma en la que ejecuta y por “su radicalidad”. Costeño, bailarín, sociable, reguetonero, amante del vallenato por influencia del primo de su mamá (el célebre acordeonista Juancho de la Espriella). Actualmente, vive en Bogotá junto a sus padres y está dedicado a sacar adelante su marca.
No me molesta. La verdad no le paro bolas a lo que hablen en redes. Lo que sí es que a veces es un poco fastidioso que como no saben quién es quién, a mí me aparecen treinta mil notificaciones insultándome, pensando que yo soy el otro, entonces llega un momento en que se vuelve tedioso. Me gustaría que la gente me conociera mejor, un Nicolás trabajador, que se levantó a pulso, que no ha sido fácil, pero que está dispuesto a trabajar por el país.
¿Ha hablado con Nicolás o Daysuris después del escándalo en el que está envuelto su hermanastro?
No he tenido ningún tipo de comunicación con él hace varios meses; ni con él ni con la esposa. Nosotros teníamos un grupo entre hermanos y a raíz de todo lo que pasó él cambió de celular, porque había muchas cosas que se estaban filtrando. Se filtraron audios de mi hermana mayor Andrea y eso generó mucha molestia entre nosotros.
¿Cómo va la relación familiar tras el ‘affaire’ de su hermano Nicolás?
No te voy a negar que para cualquier familia es complicado. No solo afecta la imagen de Nicolás, nos afecta a todos nosotros como familia. Obviamente, tenemos que estar unidos y brindarle apoyo porque igual es nuestro hermano.
¿Usted cree que Nicolás les mintió o los engañó?
No siento que haya sido un engaño. De pronto a mi hermano Nicolás le tendieron trampas, ¿sabes?, porque uno a veces no está dispuesto a hacer cosas malas, pero cae en las tentaciones. Siento que fue por ese lado, alguien cercano a él, no voy a dar nombres, pero alguien cercano sabía que de pronto él podía llegar a caer y lo condujo al error. Yo conozco a Nicolás y no es una mala persona como la gente lo quiere hacer ver. Yo espero que en verdad ninguno de nosotros caiga, porque es lo que se espera de esta familia presidencial.
Nicolás estudió Derecho en la Universidad Externado de Colombia del 2017 al 2019. Foto:Revista BOCAS
¿Cómo es su relación con él?
Yo siempre tuve buena relación con Nicolás, siempre ha sido sana a pesar de todo lo que se dice en redes, que el otro Nicolás, que el verdadero Nicolás... Eso en nuestra familia no tiene cabida, siempre hemos tenido una relación muy buena, de hecho, antes de irme a Europa yo lo visitaba. Cuando yo vivía con mis papás en nuestra casa en Chía, él siempre iba los fines de semana cuando podía, porque él vivía en Barranquilla.
¿Qué opinión le merece que su padre, Gustavo Petro, haya dicho sobre su hermano: ‘yo no lo crie’?
Me parece muy injusto y violento de los medios y políticos que usan la relación de padre e hijo con un fin político, es cruel. Yo tampoco tuve la oportunidad de que mi papá biológico me cuidara y es duro. No creo que no lo haya criado, simplemente no tuvo el tiempo como lo ha tenido con Antonella o Sofía. De pronto no estaba pasando por una etapa lo suficientemente fácil para criar a un niño.
Ha dicho que siempre se sintió juzgado en el colegio y la universidad, ¿por qué?
Durante la universidad mantuve un perfil bajo. Sí, tenía mi carro con escolta y etc., pero entonces yo por tener el carro y escolta era un creído y arrogante. Para nada. Eso era fastidioso. En el colegio me buscaban peleas innecesarias. Me decían que yo era hijo de un guerrillero, comentarios fuera de lugar. En la clase de deportes me tiraban duro y yo no me dejaba. Por ese tipo de cosas empecé a cogerle fastidio a la vida que llevaba aquí en Colombia. Ahorita regresé por trabajo.
¿Cómo qué cosas dicen de usted?
Hay muchos medios que a uno lo atacan sin conocerlo, se ponen a juzgar o a decir que yo soy un mantenido. Por ejemplo, hay varios periodistas de Blu Radio que han hecho varios ataques en contra mío, simplemente por querer dirigir un ataque a mi papá indirectamente. En mi etapa en Francia yo trabajé como cualquier cristiano. Públicamente se sabe que yo trabajé en un McDonald’s. Los lujos que me daba en Europa era porque tuve tres trabajos. Me mataba el lomo para poder darme unas vacaciones. A mí que no me vengan a decir que yo soy un mantenido.
¿Qué les dice a los que creen que es un mantenido?
Yo viví afuera, en el exterior, como cualquier persona. No tenía carro, no tenía escoltas, yo me movía en transporte público como cualquier otra persona del común. Obviamente, mis papás me apoyaron con el tema de la universidad, aunque el último año lo pagué yo porque me gané una beca. Así que mi mamá me ayudaba con sostenimiento, vivienda, etc., pero todo lo que era ropa y viajes, todo eso me lo costeaba yo a punta de ahorros, de trabajo, como cualquier otra persona. Y yo creo que eso no es pecado.
Alcocer tiene estudios de istración en la Université Toulouse 1 Capitole y Business Development en Toulouse Business School. Foto:Ricardo Pinzón
Hace un año Gustavo Petro se convirtió legalmente en su padre adoptivo. ¿Cómo recuerda su infancia junto a él?
Cada vez que viajaba me traía recuerdos. Yo salía a jugar al parque con él en Bogotá. Siempre salíamos a comer helado. Era un padre muy estricto con todo el tema académico, las notas tenían que ser sobresalientes. Él simplemente se ponía bravo cuando no sobresalíamos. En la otra parte es muy relajado.
¿Tuvo relación con su padre biológico?
Yo lo conocí, pero nunca tuve una relación de padre e hijo; lo veía como un amigo. Mi núcleo familiar siempre ha sido el mismo. Tengo un hermano por parte de él, lo quiero mucho y todo, pero mi relación con mi padre es muy fría. No tengo ningún problema con él, solo que no estuvo pendiente de mi crianza, pero así se dieron las cosas.
¿Por qué tuvo que esperar hasta hace un año para ser adoptado?
Era un tema que se venía hablando desde hace mucho. Se tuvo que esperar a mi mayoría de edad para poder tomar la decisión porque siendo yo menor de edad entraba mi papá biológico en la decisión. Gracias a la ausencia de él en todo sentido, porque él cometió muchas faltas conmigo legales, yo por líos jurídicos dije “no me quiero enredar más”, “voy a dejarlo tranquilo”.
¿Qué fallos?
Nunca estuvo pendiente ni de mi alimentación o educación, entonces yo procedí a demandarlo. Traté en los mejores términos de llegar a acuerdos con él, para que él pudiera pasarme lo que corresponde por ley pasarle a un hijo, pero siempre a mi mamá le tocó responder por mí. Ya después pasó mucho tiempo y me fui a vivir a Europa, y decidí congelar el tema completamente. Ya me había inscrito en la universidad con el apellido anterior. Yo soy italiano, así que hacer el cambio en la jurisdicción colombiana e italiana iba a ser un complique.
¿Qué cambió el año pasado?
Yo terminé mi carrera y justo mi papá había sido elegido presidente. Pero ya habíamos tomado la decisión hace muchísimo tiempo. No es como la gente dice, que me vine a cambiar el apellido ahora que mi papá es presidente. Y yo, en honor a mi mamá, quien fue la que en un principio me quiso tener y ha luchado toda la vida por mí, quise darle ese orgullo, y también en honor a mi abuelo que ya en paz descansa, ser Alcocer primero y después Petro. Él es uno de mis ídolos. Se murió cuando yo tenía 14 años. Él era mi parte italiana de la familia y compartir con él fue algo especial.
¿Recuerda alguna anécdota sobre esta persecución política que menciona en su infancia?
A mí la anécdota que más me ha marcado fue la restitución al cargo, cuando fue alcalde, cuando todo el mundo pensó que no iba a poder volver al cargo, las diversas veces que estuvo en el balcón dando sus discursos. Había mucha gente llorando por esa pequeña esperanza de que mi papá recuperara el cargo. Si tú hablas con la gente estrato 1, 2 y 3, él dejó muchas cosas positivas para la ciudad. Pero claro, recuerdo ese proceso en el colegio, tener que aguantar las críticas de mis compañeros estudiantes. Eso me enseñó a ser muy resiliente. Uno tiene la convicción de que lo que están haciendo los papás de uno está bien.
Al poco tiempo entró al Externado a estudiar Derecho, ¿es cierto que hizo parte de algún movimiento político?
Yo repartía volantes, hacía publicidad, trataba de convencer a mis compañeros. Yo creé un movimiento que se llamaba ‘Aclaremos con Petro’, a partir del movimiento Jóvenes con Petro. Trabajé con muchos en la campaña del 2018. Hacía presentaciones, organicé una manifestación para las universidades donde asistieron personajes que hoy son congresistas como María José Pizarro, Gustavo Bolívar; hubo varias personas que asistieron. Me llenó de satisfacción porque fueron como 1.000 o 1.500 personas que asistieron.
Alcocer volvió a Colombia para establecer su empresa de moda sport and streetwear, Equilibrium. Foto:Ricardo Pinzón
¿Ha estado en desacuerdo con su padre por un tema político?
Yo le digo: “creo que estás siendo un poco radical con esto, esto no es así, deberías medirte más con esto”. En el fondo, yo creo que muchas de las cosas que dice mi padre tienen razón, pero de pronto en la forma se equivoca. No siempre la forma es la correcta. Eso es lo que muchas veces una persona puede fallar. Al yo ejecutar de forma incorrecta, pierde la veracidad de mi razón.
En el 2019 llegó a Francia y empezó a trabajar en McDonald’s. Pero, ¿por qué tuvo que trabajar si su familia puede apoyarlo?
En ese entonces estábamos muy mal económicamente por todo lo que le estaba pasando a mi papá [tras la destitución como alcalde en el 2012], una guerra política horrible, cuentas embargadas; estábamos en una situación complicada que, como sabrás, se solucionó hace poco. Fallaron a favor todas las multas que tenía de la Contraloría, Procuraduría, y gracias a eso pues las cosas mejoraron. Pero en ese entonces, cuando tenía todas las multas encima, prácticamente todo el salario, todo ingreso que recibiera era para pagar la multa. Mis papás hacían un esfuerzo demasiado grande por tenerme a mí en Europa.
Entonces usted buscó trabajo y una beca.
En el último año logré terminar mi año universitario sin pagar un solo euro, y eso para mí fue lo máximo. Además, me estaban pagando 1.200 por mes, yo con eso me ayudaba. Mi mamá me pagaba mis cosas básicas y ya con lo que me entraba del salario, salía. La gente dice que yo rumbeo mucho, una cosa, que la otra, como cualquier joven. Yo considero que el dinero que uno trabaja se lo gasta como uno quiere. Una parte la destino a inversiones y a cosas mías y otra cosa es a los hobbies y a todo lo que es de diversión los fines de semana.
¿Cuáles eran sus funciones en McDonald’s?
Yo tenía que hacer de todo, desde lavar baños hasta preparar hamburguesas. Gracias a eso hoy en día sé hacer de todo. También sé todas las recetas de todas las hamburguesas.
De lavar baños en McDonald’s, ¿cómo saltó al trabajo de DJ?
Había un bar latino en Francia que se llamaba El Dorado, y todavía existe, en Toulouse. A mí siempre me ha gustado la música. Como DJ no tenía experiencia, pero aprendí allá. Tenía un amigo que era DJ, tenía un controlador y me enseñaron cómo manejarlo. Duré seis meses, fueron chéveres; era un horario muy pesado.
Con sus medio hermanos, Andrés y Andrea, se lleva 5 años y con Nicolás Petro, casi 10. Foto:Ricardo Pinzón
Entonces, finalmente llega a la startup.
Eso fue iniciando el último año. Yo estudié en una universidad pública, que de hecho no costaba mucho y había una opción en la privada que se llama TBS. Tú te inscribes y en función de tus calificaciones te hacen una entrevista y una serie de exámenes para mirar tu nivel. Se presentan 150 o 200 personas y pasan 30. Yo quedé en el puesto 14, 13, algo así, y ese fue el ingreso. También tenías que conseguir que te contrataran en una empresa que te financiara los estudios. Eso fue uno o dos meses buscando trabajo, tuve varias opciones de trabajo y me decanté por la startup. Se llama Mojo, todavía existe y trabajé un año.
¿A qué se fue a Italia?
Yo estaba planeando ir a Italia a hacer la maestría, hasta que me surgió el tema de la empresa, en la cual ando trabajando full. Estaba estudiando italiano en Milán y haciendo los cursos para el examen de entrada a la universidad que yo quería entrar. Pero el tema de la cultura no es tan sencillo. Yo soy muy colombiano y estaba viniendo acá porque el invierno me ha dado muy duro. En Toulouse no era tan complicado como en Milán; allí no hubo sol durante dos meses. Eso me generó problemas de salud, ataques de ansiedad, que ya he ido manejando.
¿Qué tipo de problemas?
A mí en gran parte me afectó el hecho de vivir solo. La pandemia me afectó mucho porque estuve en un espacio muy cerrado, un apto de casi 30 metros cuadrados donde no podía casi salir. Eso me provocó etapas de ansiedad y depresión, controladas, no se me salieron de control porque mentalmente soy muy fuerte, pero hay momentos en los que por más fuerte que uno sea, todo se desestabiliza. Yo calmaba esa ansiedad y ese estrés alimentándome mal, consumiendo licor. Yo no lo reconocí hasta cuando me mudé a Milán. Ahí dije: “yo tengo un problema gravísimo de ansiedad porque no es posible que en un año me haya engordado 15 kilos”. Esa fue una de las razones por las que no me pude quedar en Milán. La lección de todo es no dudar en buscar ayuda. No significa que si uno busca ayuda psiquiátrica es que está loco. Ahorita estoy en una etapa de la vida en la que estoy muy tranquilo, concentrado en recuperarme en salud física y sacar adelante mi emprendimiento, que es mi sueño, trabajar y trabajar.
¿Qué hace ahora en Colombia? ¿Por qué volvió?
Porque estoy montando mi marca de ropa, Equilibrium, que es mi sueño. Iba a ser un marketplace de marcas ecológicas, pero mi socio o exsocio y yo decidimos que primero había que posicionar el nombre, volverlo una marca fuerte, pues no es un secreto que el mercado ecológico en Colombia no es tan desarrollado como en otros países. Al final determiné que la marca iba a ser deportiva y también street wear.
El nombre se refiere al equilibrio de la vida, entre la cotidianidad y el ejercicio, que es un equilibrio completo entre los dos. Quise conservar el concepto, porque para mí todo en la vida es un equilibrio. El latín es un detalle de fina coquetería. Y además le da elegancia. Estamos apenas comenzando, todavía falta un poco para el lanzamiento, se ha extendido un poco gracias a que quiero hacerles a los clientes una experiencia digitalizada, algo nuevo en Colombia. Todavía no tengo fecha precisa, pero será antes de finales de año; noviembre es el mes estimado.
¿Y de dónde surgió esa pasión por el diseño textil?
Desde chiquito, fíjate, siempre me ha gustado el tema de la ropa. Trato de vestirme bien. No siempre con ropa de marca. De pequeño con un amigo intenté crear una marca de zapatos. A mi mamá también le gusta mucho, está apoyando a muchas industrias colombianas, pequeños productores colombianos, y creo que eso se lo saqué a ella. Estuve en Colombiamoda el mes pasado en Medellín y me encantó. Ahí terminé de decir: “esto es lo mío”. Conocí muchos diseñadores amigos de mi mamá. También se está desarrollando mucho la moda circular, que es un tema que me encanta.
Por último, ¿es cierto que Verónica Alcocer, su mamá, aspira a la Presidencia?
No, nunca. De hecho, todos los comentarios que me ha hecho ella están lejos de la política. Ella está cansada de la política. Mi mamá es una persona que a pesar de todo es muy tranquila, familiar, cariñosa, y ha sufrido mucho por eso, la critican por todo. Eso me duele aún más. Es la mujer que sostiene la casa. Cuando ella no está bien, todos estamos mal. Ella tiene mucha responsabilidad encima, así sea solo la primera dama, porque carga con toda la familia. Para mí ella es la más guerrera de la casa.
Si ella en algún momento lo considerara, ¿usted la apoyaría?
Yo apoyo siempre lo que ella quiera porque es mi mamá, pero no me gustaría. A mí y a mi familia, la política nos ha golpeado muy fuerte por todos los ataques, pero pues si ella en algún momento de su vida aspira a un cargo público o político, yo la voy a apoyar. Mi mamá tiene todas las capacidades tanto humanas como políticas o académicas para desempeñar un buen cargo, tiene muy buena empatía con la gente y conecta muy bien, y creo que por eso le hacen tantos ataques, porque se dan cuenta que ella tiene muy buena conexión, y han querido destruir esa imagen.
Esta entrevista fue realizada por Gabriela Herrera Gómez
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