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La macabra historia del 'enfermero de la muerte' que asesinaba a sus pacientes y cuyo caso sacó a la luz un entramado de sobornos
El hombre confesó los homicidios alegando que quería "reducir el sufrimiento de los pacientes en coma".
El técnico en enfermería había empezado a laborar en la UPT del Salgado Filho en enero de 1999. Foto: Imagen de referencia de iStock.
La istración del Hospital Municipal Salgado Filho comenzó a albergar sospechas cuando, al revisar los archivos de defunciones de su Unidad de Pacientes Traumáticos (UPT), percibió que la cantidad de fallecimientos en algunos turnos superaba significativamente la media.
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Los encargados de este establecimiento en el barrio de Méier, Zona Norte de Río, estaban desconcertados por esta irregularidad, hasta que una empleada de limpieza se acercó a su superior para contarle algo "inusual" respecto a uno de los enfermeros.
No obstante, en el cuarto día, con el enfermero presente, se produjeron cinco muertes. El entonces secretario municipal de Salud, Ronaldo Gazzola, se comunicó con el coronel Josias Quintal, secretario estatal de Seguridad Pública en ese momento. En la mañana del 7 de mayo de 1999, hace 25 años, agentes disfrazados de pacientes detuvieron a Guimarães.
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En la estación de policía, el hombre confesó los homicidios alegando que quería "reducir el sufrimiento de los pacientes en coma". Su detención, sin embargo, fue crucial para desvelar una red completa de “buitres” en uno de los principales hospitales públicos de Río.
En la misma entrevista, Guimarães detalló al diario cómo ejecutaba a sus víctimas. "En ciertas ocasiones, desconectaba el dispositivo, deteniendo el suministro de oxígeno al paciente. Luego de confirmar la muerte, reconectaba el dispositivo para evitar sospechas. En otros casos, istraba un vial de cloruro de potasio, y la muerte era instantánea".
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El técnico en enfermería había empezado a laborar en la UPT del Salgado Filho en enero de 1999. De acuerdo con el ayuntamiento, se habían contabilizado 225 fallecimientos en la unidad hasta el 4 de mayo de ese año.
De esos, 131 muertes ocurrieron en los días que Edson Izidoro Guimarães estaba de turno. La captura de Guimarães sacó a la luz un patrón que era común en Río, involucrando a empleados del hospital y funerarias.
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Cuando los familiares accedían, los trabajadores sanitarios recibían una comisión. Según la policía, el asesino serial estaba eliminando a pacientes hospitalizados en Méier para obtener sobornos de las funerarias que él recomendaba a los parientes.
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