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Volver al ‘Homo Ludens’
Desde una perspectiva psicológica, el juego es crucial para el desarrollo cognitivo y emocional.
“La capacidad de jugar, no de pensar, es lo que ha sido crucial en nuestro desarrollo”. Así tituló la BBC un artículo en donde resalta la importancia cultural del juego y su aporte a la civilización. En un mundo donde la niñez ya no puede darse el gusto de jugar, y otros más grandes prefieren jugar a la guerra, se necesita de una estrategia para devolverle a la humanidad el derecho a fantasear para aprender.
Debemos entender que el juego es una función fundamental de toda la vida humana. Johan Huizinga, en su obra ‘Homo Ludens’ (el hombre que juega) argumenta que esta es una actividad primordial y una expresión libre, creativa, espontánea y significativa en la base de nuestra cultura. El filósofo señala además que no se trata sólo de entretenimiento, sino de una forma de interacción y una fuente de desarrollo personal.
Para entender las afirmaciones de Huizinga debemos entender la actividad lúdica como el vehículo principal de la competencia, que finalmente desencadena en la propia necesidad humana de sobresalir o subsistir, además de otros factores sociales.
Desde una perspectiva psicológica, el juego es crucial para el desarrollo cognitivo y emocional. Estudios han demostrado que, a través de éste, desde la primera infancia se puede desarrollar la imaginación, la capacidad de resolver problemas y la empatía. Y desde un enfoque sociológico, fomenta la cooperación, la comunicación y la comprensión de las normas sociales.
En un país como Colombia, que tiene tantos retos socioeconómicos, culturales y de prevención de violencia, el aprendizaje a través de la diversión se convierte en una herramienta esencial para la resiliencia y la cohesión social.
En un mundo cada vez más centrado en la productividad, necesitamos recordar que las actividades recreativas son parte de nuestro bienestar y desarrollo integral.
Algunas empresas como Chevron, Hocol, Nestlé y Compensar, entre otros, han entendido la importancia del juego en la formación, apoyando a fundaciones como la Corporación Juego y Niñez en el desarrollo de iniciativas para asegurar que niñas y niños tengan a espacios seguros y estimulantes, mediante la creación de ludotecas en territorios que van desde las regiones del suroccidente del país hasta el Archipiélago de San Andrés y Providencia.
El Día del Juego es un recordatorio de la esencia de nuestra humanidad, la de niños y adultos. En un mundo cada vez más centrado en la productividad, necesitamos recordar que las actividades recreativas son parte de nuestro bienestar y desarrollo integral. Esta celebración nos invita a buscar la esencia del ‘hombre que juega’. Que la sana competencia transforme el mundo en un espacio donde el juego nunca deje de ser un derecho fundamental.
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