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El pensador holandés Spinoza: perfectamente imperfecto
Basado en el método de Euclides, el pensador holandés conectó el racionalismo y la psicología.
Spinoza, en la colección 'Descubrir la Filosofía'. Foto: Archivo particular
Como el último exponente del racionalismo, Baruch Spinoza (1632-1677) no podía defraudar a los seguidores del pensamiento matemático. De ahí que su abordaje filosófico partiera de un sistema metafísico omniabarcador (en términos más sofisticados, ‘holístico’) que encontraba su génesis matemáticamente, sin derivar de la realidad ni de la experiencia, y que se creara a punta de mediciones y pruebas geométricas.
Y ello lo materializó, el neerlandés, en una serie de axiomas centrados en el planteamiento de una hipótesis y un respectivo método para llegar al producto, o la argumentación del planteamiento inicial; estructura familiar al típico modelo de resolución de problemas matemáticos de análisis, operación y respuesta.
Este modelo lo aplicó para tratar los temas claves del estudio del pensamiento, como la existencia y la naturaleza de Dios, la relación entre mente y cuerpo, la libertad, las leyes de la naturaleza, el carácter del bien y del mal y los conceptos de verdad, virtud, felicidad, inmortalidad y eternidad.
De ahí su vigencia, sobre todo, en una sociedad que a pesar de llevarle más de tres siglos de 'evolución' al pensamiento de Spinoza, hace 281 millones de búsquedas en Google –en 0,47 segundos– para la palabra felicidad.
Y peor aún, que quiere hallar verdades en un motor de búsqueda, el mismo que registra más de 1.550 millones de búsqueda por la palabra ‘verdad’ en 0,42 segundos.
“Tres siglos y medio después de su muerte, sus ideas conservan no solo un enorme interés intelectual, sino la capacidad de ayudar a vivir a las personas concretas en su existencia real: en particular, su estudio de la psicología humana es de una modernidad y una clarividencia sorprendentes. Por eso, al fin al cabo, se le sigue leyendo en la era de las tecnologías”, asegura Juan Solé en 'Spinoza. La filosofía al modo geométrico'.
Precisión que encantó
Persiguiendo el afán de precisión y exactitud que se convirtieron en el norte de su racionalismo, Spinoza alcanzó tal rigor académico que algunas de sus obras culmen son evangelios para los amantes de la psicología humana, mientras que para otras personas son producciones limitadas a una austera transmisión de datos sin brillo literario.
Spinoza, en la colección 'Descubrir la Filosofía'. Foto:Archivo particular
“Resulta para muchos lectores atractiva como una arquitectura transparente, igual que hay quien ira la belleza fría de las matemáticas y la compara con la de la poesía y la música”, agrega Solé.
En su avanzada búsqueda por demostrar que si se pensaba correctamente se lograría un conocimiento fiable del mundo físico y del moral, así como de las cosas externas y de las vivencias interiores, el racionalismo spinoziano no defraudó a nadie.
Aun a sus mayores críticos como Henri Bergson quien, de la 'Ética demostrada según el orden geométrico' -escrita mediante teoremas bien dispuestos que terminaban contrastando una densa red de definiciones, corolarios y complicaciones teóricas-, se refirió como una complicada maquinaria que sumerge al novel lector entre la iración y el terror “como si se encontrara ante un buque de guerra acorazado”.
Y ni hablar de las delicias que hicieron sus postulados sobre Dios, entre la comunidad judía. Al enfocar su definición de Dios en torno a la estructura de la realidad –lo que en filosofía se llama ontología o metafísica–, su concepción trascendía el modelo judeocristiano, como la estructura que subyace a la realidad o el conjunto de leyes universales inflexibles que determinan la forma y el devenir de todo. Era sinónimo de sustancia o de naturaleza.
Y por ende, su concepción naturalista del mundo le significó la expulsión de la sinagoga judía a la que asistía en Ámsterdam. Al respecto, apunta Solé: “El comité directivo le lanzó en su comunicado las más terribles imprecaciones: ‘Maldito sea de día y maldito sea de noche, maldito sea al acostarse y maldito sea al levantarse, maldito sea al entrar y al salir’. Cuando sus amigos editaron su obra completa a los pocos meses de su muerte, las autoridades la prohibieron y refutaron y ordenaron quemarla”.
Filósofo de las paradojas
Si bien podrían catalogarse de infortunios o injusticias las maldiciones de su comunidad religiosa y la posterior orden de destrucción de su obra, para Joan Solé fue una especie de “animadversión desmesurada contra alguien que llevaba grabado en el anillo de sello el lema vital en latín: ‘Caute’, ‘Sé cauto’”.
Baruch Spinoza: Definition of Desire.
Desire is the human essence, it is what motivates us to stay in existence,This is the conatus principle “the striving for perseverance in being”.
Otro ejemplo, no menos paradójico, nos remite a la época del fulgor de su pensamiento racional, que inclusive le dio el pedigrí de celebridad entre la crema y nata cultural europea.
En aquel entonces, Spinoza no quiso vivir de la fama, ocupar grandes cargos académicos ni sentarse en poderosos escritorios; en su lugar se entregó a vivir para la filosofía y no, de la filosofía (sabia decisión pues, desde entonces, el de filósofo no es el cargo mejor remunerado; pero hace más de 300 años, la figura del influencer era aún ininteligible).
De este culto a la lógica y al análisis geométrico de cada situación, surgió su actitud de rechazo hacia los halagos y 'favores' de los poderosos, prefiriendo su libertad en medio de la austeridad que le garantizaba su oficio de pulidor de lentes para telescopios, microscopios y objetos ópticos el cual solo le significó un inconveniente en toda su vida.
"El gran inconveniente que encerraba el oficio de pulidor de lentes era el polvillo que desprendía el cristal al pulirlo, y que lentamente fue infectando los pulmones de un hombre cuya constitución nunca había sido fuerte, hasta seguramente causar su muerte prematura por tisis en 1677, con solo cuarenta y cuatro años", puntualiza Solé.
'Spinoza. La filosofía al modo geométrico', la nueva entrega de la colección Descubrir la Filosofía, circula esta semana con EL TIEMPO, con un precio de 26.900 pesos.
Los interesados en adquirir la colección completa a un precio de 589.000 pesos para suscriptores y de 787.000 pesos para no suscriptores (este precio tendrá un descuento especial para los no suscriptores quienes, al comprar los treinta libros en una misma transacción, pagarán 719.000 pesos) podrán hacerlo a través de tienda.eltiempo.com/filosofia o llamando en Bogotá al 4 26 6000, opción 3, y en la línea nacional gratuita 01 8000 110 990.