Dinosaurios, máquinas del tiempo, calamares robóticos y pianos voladores son algunos de los personajes que Ara Malikian dibuja a través de la música de su violín en su nuevo álbum: 'Ara'. Según afirma el músico, cuando se mira a un niño se entiende casi todo lo que se fue y que desde hace un tiempo no se permite ser. Este álbum se inspiró en los primeros pasos de su hijo, de sus caídas y sus intentos fallidos, pero también de su persistencia para caminar.
“Los niños son los seres más auténticos que te puedes encontrar, son salvajes, son la ternura en su esencia y están llenos de una verdad insultante, no tienen miedo a equivocarse, son libres y expresivos y todo lo que hacen está repleto de arte”, dice en la descripción de su álbum. Encontrarse con esa observación de su hijo ha sido la oportunidad de revivir el niño que no pudo ser y que hubiera soñado ser. Y es que Ara Malikian vivió su infancia huyendo de las bombas, escondiéndose en sótanos y escuchando disparos. Sin embargo, antes de nacer, ya tenía un violín en su hombro. Su padre era violinista y desde pequeño, pese a que fue muy severo, le enseñó el camino de la música. Algo que hoy Ara le agradece inmensamente.
EL TIEMPO conversó con él antes de su presentación en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo este martes.
Usted ha sido testigo de la guerra, pero también es un generador de música, y en Colombia el conflicto aún sigue vigente...
Sé que el pueblo colombiano ha sufrido muchísimo con la guerra. Y el pueblo colombiano está en la lucha de conseguir esta paz tan merecida que necesita. Por eso también creo que en Colombia es tan importante el arte, la cultura. Por experiencia sé que en un país, cuando hay violencia, hay guerra, hay conflictos, pues a veces el único lugar al que se puede aferrar o refugiarse es en el arte, en la belleza del arte. Y sé que en la sociedad, cuando uno tiene desde niño al arte, a la cultura, a la música, pues hay una posibilidad de que se cree una sociedad que más tarde no se dedique a la violencia. Sé que en Colombia hay violencia, pero también es muy importante su cultura, su música, su folklor y, obviamente, la literatura, que es una de las más importantes del mundo entero. Así que siempre están esos dos extremos cuando hay una guerra en un país.
El violín lo acompañó desde Beirut...
Sí, mi padre era violinista y era un enamorado de la música. Entonces él había decidido que yo tenía que tocar el violín incluso antes de que naciera. No tenía muchas opciones. Desde ese día hasta hoy el violín se quedó en mi hombro. Pero estoy eternamente agradecido por haberme obligado a tocar el violín en aquella época cuando era niño. Yo tenía unos cinco años cuando empezó la guerra en el Líbano. Me fui cuando tenía 15 años, así que todo ese tiempo tuve que vivir la guerra, el miedo, el desplazamiento. Todo un pueblo vive con miedo cuando vive bajo la amenaza de una guerra.
¿Qué recuerdos tiene de esa época?
Cuando uno es niño piensa que la guerra es lo normal. Yo no me daba cuenta de lo que sucedía, de lo terrible que era vivir una guerra. Luego, cuando me vine a Europa, me di cuenta de lo difícil que era vivir en estas condiciones. Pensaba que la guerra era una cosa normal que les pasaba a todos los países del mundo, y es cuando vives en un país seguro que te das cuenta de las circunstancias tan difíciles en las que vivías.
De ahí se fue para Alemania como refugiado...
Cuando uno es niño piensa que la guerra es lo normal. Yo no me daba cuenta de lo que sucedía, de lo terrible que era vivir una guerra. Cuando me vine a Europa, me di cuenta de lo difícil que era
Sí, como refugiado. La verdad es que en aquella época era diferente. No había tanto refugiado como ahora. Entonces los refugiados teníamos más posibilidades de estudiar, de tener papeles. Aunque me costó, tuve la posibilidad de legalizar mi estancia y a partir de ahí pude estudiar, pude trabajar y tener una vida digna. Hoy día sé que uno de los problemas humanitarios, de las catástrofes humanitarias que tenemos es que hay más refugiados que en ningún momento de la historia. Es algo muy preocupante, más que nada porque no se ha encontrado aún la solución de cómo ayudarlos a todos. Muchos refugiados todavía viven en condiciones muy precarias. Hay hasta niños que llevan toda su vida viviendo en un campo de refugiados y no saben qué es vivir fuera, y eso es muy difícil, muy duro.
Ahora se suman los refugiados ucranianos...
Es terrible. Es otra guerra más que ha explotado y parece que nunca aprendemos. Está ocurriendo un fenómeno aquí en Europa y es que hay un recibimiento a los ucranianos más abierto que a los sirios o a los afganos. De un modo está bien, porque quizás aprendamos a recibir a los refugiados, pero yo creo que todos deben tener el mismo trato, también ayudar a otros tipos de refugiados, no solo a los de Europa.
¿Cómo cree que la música les puede ayudar a los refugiados?
Ayudar a los refugiados debe partir primero de los gobiernos, que tienen que saber que el refugiado no es un asunto político, sino humanitario. Eso es lo que más les ayudaría, que a los refugiados se les considere una catástrofe humanitaria y no una catástrofe política. Y en mi caso, como refugiado, había una cosa que mi padre antes de dejarme ir a Europa me dijo y que siempre me quedó en la mente, y es lo que probablemente me ayudó a sobrevivir. Y es trabajar. Como soy refugiado, he tenido que trabajar 10 veces más que los europeos. Eso me quedó en mi mente e intentaba siempre trabajar y a través del trabajo tener mi lugar en la música. Pero yo creo que no todos los refugiados deben tocar el violín para poder sobrevivir. Yo creo que cualquiera debe tener su oportunidad para sobrevivir.
¿Qué es el violín para usted?
Aparte de que el violín es un instrumento musical que considero el mejor de todos, porque me siento muy identificado con él, me gusta, me gusta como un instrumento, me gusta como sonido, me gusta la manera como se interpreta con el violín, ocurre que yo no puedo pensar una música sin violín. A mí lo que más me emociona siempre es el violín. De hecho, cuando compongo siempre compongo pensando en el violín, lo cual es un poco una deformación profesional también porque, obviamente y lógicamente, hay otros instrumentos maravillosos y también se puede hacer música maravillosa sin el violín. Pero en mi caso, estoy enamorado de este instrumento. Para mí la música se traduce a través del sonido del violín.
Cuando hablan de usted como músico lo consideran un rebelde que rompe los moldes de la música clásica, ¿por qué cree que piensan eso de usted?
No, no me considero ni un rebelde, ni un revolucionario ni un diferente
(Risas) La verdad es que me hace gracia. No, no me considero ni un rebelde, ni un revolucionario ni un diferente. Sí es verdad que tuve un camino muy largo en el mundo de la música. Yo al principio quería destacar en el mundo de la música clásica, pero poco a poco vi que ese no era lo mío. Aunque me fascina la música clásica, me siguen fascinando todos los grandes compositores de la música clásica, pero el mundo de la música clásica me quedó muy pequeño. Yo quería hacer conciertos para todo tipo de público. En el mundo de la música clásica hay mucho elitismo, es muy cerrado, entonces necesitaba salir, necesitaba respirar, necesitaba ser libre. Hacer cosas a mi manera y no estar tan restringido, no tan dentro de las normas, no tan dentro de un protocolo. Necesitaba salir, necesitaba viajar, necesitaba respirar libertad, y la verdad es que me cambió la vida. Empecé a descubrir mi camino, empecé a hacer la música a mi manera. Quizás hoy en día se me compara con un rebelde porque normalmente uno está acostumbrado a ver un violinista más estirado, más distante, más arrogante, pero yo no soy así. No quiero ponerme un disfraz de un violinista. Yo quiero ser yo y hacer la música que me gusta. Por eso, mi imagen choca con la imagen de un violinista de toda la vida. Pero me considero un violinista.
¿Le gusta el rock?
Me encanta el rock. En mis años de búsqueda, de inquietudes, me metí en todo tipo de música, desde el jazz, desde el rock, el heavy metal, todo tipo de estilos, hasta poder sacar mi propia personalidad. Y hoy en día, lo que hago no sé que es, tiene algo de clásico, algo de rock, de jazz, de músicas orientales. Es toda una mezcla que intento interpretarla a mi manera.
¿Cómo llegó al rock?
Me acerqué al rock un poco por obligación porque cuando llegué a Alemania tenía que sobrevivir como podía, empecé a tocar en clubs y en bares. Yo venía del mundo de la música clásica. Entonces cuando tocaba en un club, los clientes me decían, oye, toca un tema de The Doors, o algo así. Yo en aquella época no conocía nada de eso, así que me tenía que aprender todo este repertorio por obligación y la verdad que fue un aprendizaje maravilloso porque gracias a esto aprendí el repertorio del rock. Hoy en día, el rock es un tesoro dentro de la música universal.
Cuando está en un escenario es evidente que se goza el show. ¿Cómo describiría esa sensación, esas emociones que siente a la hora de estar en un escenario tocando el violín con tanta energía?
Es un poco loco. En el mundo de la música clásica, no está bien visto expresar las emociones abiertamente. Todo es mucho más introvertido, mucho más cerrado. De hecho, en el mundo de la música clásica no se recomienda tanto moverse ni expresarse con el cuerpo. Cuando yo me liberé tuve la suerte de trabajar con compañías de otras artes escénicas, como compañías de danza, compañías de teatro y de circo y ahí vi lo importantes que eran la expresión corporal y el espacio escénico. Aprovechar todo esto, las luces, el teatro, el escenario, el movimiento como tu aliado. Eso me cambió la vida, la verdad, y hoy día cuando toco me muevo mucho, me expreso mucho con el cuerpo porque eso es lo que me pide. Yo no preparo un coreografía, toco la música y la música me vibra en el cuerpo y me muevo. Porque la música me hace mover, me siento libre sobre el escenario.
Usted ahora habló de ‘el momento en el que se liberó’. ¿A qué se refiere?
Fue poco a poco. Más que nada me liberé de la cabeza. Cuando subía al escenario había un momento en el que pensaba que tenía que interpretar solo para los expertos, para los puristas, para los críticos, para los mánager. Pensaba en la gente importante, pero estaba muy equivocado porque me di cuenta poco a poco de que al final para quien actuamos es para el público, para las personas que hacen el esfuerzo de acudir al concierto, dejan las cosas importantes que tenían que hacer y se compran un boleto para escuchar un concierto. A estas personas hay que cuidarlas mucho. A partir de ese momento toco para el público porque les tengo mucho respeto, les tengo mucho cariño, les tengo mucho amor, porque quiero que cada uno de los que han hecho el esfuerzo de venir a escucharme vuelva a casa feliz y emocionado de lo que ha vivido. Eso es probablemente la parte más importante de mi cambio, de liberarme. Hoy día me preocupa que disfrutemos todos.
El nuevo álbum está dedicado a su hijo... ¿Cuántos años tiene?
Siete años. Sí, al llegar a casa, estar ahí en casa, pues me di cuenta de que me perdía la infancia de mi hijo, de su crecimiento, de su mundo fantástico, de imaginación sin límite, y para mí fue algo muy precioso porque yo a su edad no tuve esta infancia porque la mía estaba interrumpida por la guerra. En esa época teníamos que estar siempre escondiéndonos en los sótanos. Gracias a mi hijo volví a vivir una infancia junto con él y eso para mí fue muy inspirador.
Uno pierde la capacidad de sorprenderse con el tiempo, a medida que uno crece. En cambio, los niños se maravillan con cualquier cosa...
Eso es maravilloso. Los niños no tienen pretensiones, no son falsos, son honestos, sinceros.
De toda su vida, de su experiencia, ¿qué le quiere enseñar a su hijo? ¿Algo en especial?
Yo le enseño mis raíces y mis vivencias a mi hijo, pero es verdad que tuve un padre muy severo conmigo que me obligó a estudiar violín día y noche. Hoy estoy eternamente agradecido, pero eso no es lo mismo conmigo. Yo tengo otro carácter. Lo que quiero es que mi hijo disfrute de la vida, de jugar, de sus amigos, de ser niño. Probablemente, los momentos más bonitos de nuestra vida es cuando somos niños, y todo lo bueno que podamos tener en nuestra vida se relaciona con el hecho de tener o no una infancia feliz. Luego, él ya verá a qué se quiere dedicar. Y lo apoyaré, por supuesto.
SIMÓN GRANJA MATIAS
REDACCIÓN DOMINGO
@SIMONGRMA
Más noticias A fondo