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¿Económicamente en el 2018: pesimismo u optimismo?

Sergio Clavijo, director de Anif, augura que en lo económico el 2018 será difícil.

Sergio Clavijo, director de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras.

Sergio Clavijo, director de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras. Foto: Rodrigo Sepúlveda / Archivo EL TIEMPO

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El director de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif), Sergio Clavijo, augura que en lo económico el 2018 será de afugias y que hay que plantearle a la comunidad internacional un espacio de maniobra en la deuda y en el manejo de la regla fiscal.
El ministro de Hacienda escribe un documento llamado ‘Colombia siguió adelante’. Dice que los indicadores del 2017 son bastante aceptables, aunque ni siquiera logramos quedar dentro de las diez economías de América Latina. ¿Qué tan válida es su autocalificación?
Creo que hubo un sinceramiento por parte del Gobierno, particularmente en los últimos tres meses. Continuó reduciendo sus pronósticos que estaban muy inflados. Para el 2018 se hablaba de un crecimiento del 3,5 por ciento, y ahora lo han reducido a 2,7. Ha sido un aterrizaje forzoso. Las cifras son tozudas.
En el 2017 también tocó bajarle del 2,5 al 1, 8 por ciento...
No conocemos aún la cifra definitiva. Estará entre 1,6 a 1,8 %, una cifra pobre. No de crisis. Pero para un potencial de crecimiento de Colombia del 3 por ciento, estamos prácticamente a la mitad. Si uno ve una perspectiva de horizonte, lo duro para Colombia es que el quinquenio 2015-2020 muy seguramente va a arrojar una cifra inferior a ese potencial. No es un momento para estar tranquilos. El Gobierno que llegará a partir de agosto va a encontrar una desaceleración económica muy fuerte.
Cerramos el 2017 muy desacelerados. Hay preocupación sobre la inflación. Hay carteras vencidas de hogares. Usted sabrá, que es el presidente del gremio de las instituciones financieras. Creció el desempleo en noviembre y por cuarto mes consecutivo. ¿Cómo llenarnos de optimismo?
Es correcto, y me señala un fenómeno de particular preocupación cerrando el 2017 con un efecto cascada negativo sobre el 2018, que es el tema de deterioro de la cartera. Hay un alto endeudamiento de los hogares del orden de 40 % de su ingreso disponible. Y sobre la baja de la tasa de interés del Banco de la República, que en mi opinión actuó con prontitud cerrando el año en 4,75, creo que se le agotaron los cartuchos, porque los datos de noviembre y diciembre no fueron buenos. Así que el salvavidas de la baja de la tasa de interés no tendrá el efecto rebote buscado.
¿Y cómo se vislumbra que será la consecuencia del aumento del salario mínimo?
Es una mala noticia haber subido muy por encima de lo que era aconsejable. Habíamos recomendado 4,5 por ciento mezclando con el cierre de la inflación un incremento en productividad laboral del 0,4 %. El Gobierno concedió casi el 6 %. Eso genera una presión de costos laborales muy infortunada en momentos en que la tasa de desempleo va al alza. El promedio en el 2017 fue un horrible 9,4 %, muy por encima del 8,9 que se tuvo en años anteriores. Tocamos fondo en materia del parte de tranquilidad que nos daba el tema del empleo. Para el 2018 este error de haber incrementado el salario mínimo muy por encima de lo que daban las cifras macroeconómicas le va a pasar una factura de deterioro social al nuevo Gobierno.
Para el 2018 este error de haber incrementado el salario mínimo muy por encima de lo que daban las cifras macroeconómicas le va a pasar una factura de deterioro social al nuevo Gobierno
El ministro dice en su documento que a pesar de la crisis petrolera, 5 millones de personas salieron de la pobreza absoluta, que hubo crecimiento del empleo formal, que bajó el gasto público sin afectar las principales inversiones sociales. Y que hay plata a rodo para concretar el proceso de paz. ¿Es un escenario realista?
No me parece, sobre todo en cuanto a la disponibilidad de recursos para el posconflicto. El propio Gobierno tuvo que hacer un presupuesto incluyendo lo del 2018 muy recortado. Tampoco creo que haya sido un presupuesto muy inteligente, porque se ha tenido que recortar el componente más importante de formación bruta de capital que ya está por debajo del 2 por ciento.
¿Se le puede dar al Gobierno un parte de satisfacción en lo de la rebaja del índice de la pobreza absoluta?
Pues se ha reducido a niveles del 28 por ciento pero todos los analistas lo hemos dicho claramente: eso no se debe a una mejor focalización de las políticas del Gobierno. Simplemente subió la ola con el auge de los precios de los productos básicos. Ahora que han bajado, lo que ganamos con la reducción del índice de pobreza, este índice podría volverse a deteriorar. Unas de cal, otras de arena. Bien en reducir la pobreza, mal en la redistribución del ingreso y hasta ahora se están haciendo los primeros pinitos para focalizar mejor el gasto. Tenemos uno de los peores Ginis de la región.
¿Cuál es la situación fiscal real que heredará el próximo gobierno en 2018?
Muy preocupante. No lo dice solo Anif y Fedesarrollo. Lo acaba de decir la Comisión del Gasto Público que, al cierre del 2017, dio su parte. Deja muy claro que hay una brecha faltante del orden de 1 o 1,5 puntos del PIB para cumplir la regla fiscal. Ese resultado proviene de un estancamiento en el mejoramiento del recaudo. La reforma fiscal del 2016 no sumó lo que se creía. El Gobierno pensó que se ganaría ese faltante a punta de gestión. Así quedó consignado en el reporte del Fondo Monetario Internacional. En realidad, cuando volteamos a mirar, la cifra está estancada en el 14 % del PIB, en parte por la desaceleración económica, pero también porque el Gobierno no fue lo suficientemente fuerte para quitar una serie de gabelas en el tema del impuesto a la renta y del IVA. Lo que ha dicho la comisión es que se requiere trabajar no solo en el lado del gasto. El margen que queda es muy estrecho. Se requiere, infortunadamente, también barajar para hacer una reforma tributaria para que en conjunto con el recorte del gasto aporte el faltante.
Se requiere, infortunadamente, también barajar para hacer una reforma tributaria para que en conjunto con el recorte del gasto aporte el faltante
¿Cuál es el riesgo?
Que se cristalice con otras calificadoras de riesgo la posibilidad de que Colombia no pierda solo un escalón, sino su grado de inversión. En este frente hay que poner todos los subrayados para el nuevo Gobierno. Va a tener cien días para explicarle al mundo económico cómo Colombia va a cerrar esa brecha del 1, 5 por ciento del PIB. De lo contrario, a la vuelta de un año de Gobierno, si no se ha actuado con sindéresis en ese tema, tenemos una alta posibilidad de perder el grado de inversión.
El ministro Cárdenas, en una rara maniobra, le echó la culpa al futuro gobierno de la reciente rebaja en la calificación del riesgo…
La rebaja de un escalón no fue para el Gobierno que viene sino para el que sale. Santos II deja una economía frágil en el frente fiscal, con un crecimiento bordeando el 2 % y con una serie de problemáticas de vigencias futuras. Como dicen, la olla raspada.
¿Cómo aterrizar las recomendaciones de la Comisión del Gasto?
La comisión rescata tres elementos. Primero, la urgencia de una vez por todas de una reforma pensional estructural. Los colombianos tendremos que trabajar más años, reducir nuestros beneficios pensionales o una combinación de ambos, elevando incluso las cotizaciones. Esta última recomendación no es adecuada, dado que el ingreso disponible de los hogares de Colombia está muy maltrecho, tanto por el impuesto de renta como de los aportes a la seguridad social y a las pensiones que se propone incrementar.
¿Entonces, cuál es la salida?
Nos parece que la comisión ha debido hacer una tarea más detallada para reducir lo que se llama la tasa de reemplazo. Menores beneficios pensionales. Porque si seguimos aumentando para el trabajo formal las cotizaciones a salud y pensión, vamos a promover una mayor informalidad laboral.
Empieza un debate sobre la regla fiscal. En eso ha sido serio el ministro Cárdenas. Pero ya se oyen voces de que eso no debe ser un amarre para el país futuro…
La Comisión del Gasto, que es un cuerpo colegiado, especulo yo, no se puso de acuerdo para hacer pronunciamientos más tajantes sobre la regla fiscal. Pero implícitamente lo que está diciendo es que si no encontramos el faltante de 1,5 por ciento del PIB, muy difícil de fraguar en un año, la regla fiscal como hoy la conocemos no es cumplible. Dos o tres candidatos ya se han pronunciado sobre que hay que reescribirla.
¿Pero cómo?
Hipotéticamente, si tuviéramos que hablarles al FMI y a las calificadoras de riesgo, habría que decirles tajantemente que no es cumplible. Pero ello podría interpretarse como un salto al vacío. Si los hacemos entrar en razón de que este es un país en proceso de paz con posconflicto, demandante en gasto de infraestructura, y que se ha recorrido un camino exitoso en su dotación, entonces escucharán... O sea, si uno le dice a la comunidad internacional que el total de deuda de Colombia no desbordará el 60 % del PIB, ella seguramente nos ampliará hasta ese tope en los próximos dos o tres años; nos comprometeríamos a no desbordar ese techo. Esa estrategia es más sincera que seguir repitiendo como el ministro Cárdenas que hay que cumplir la regla fiscal a rajatabla. Hay que decirle al mundo que estamos gastando en el posconflicto, pero que estamos conscientes de que tenemos que recaudar más. Hay que trabajar esa carambola. Recaudando más, recortando más, pero ampliando un espacio para el incremento razonable de la deuda.
Hay que decirle al mundo que estamos gastando en el posconflicto, pero que estamos conscientes de que tenemos que recaudar más
¿Entonces, qué tipo de reforma fiscal hay que plantear?
Casi todos los candidatos, particularmente los de izquierda, están desentendidos del tema. Los del centro derecha, con equipos juiciosos, también están cayendo en el error de este Gobierno de pensar que, a punta de gestión fiscal de la Dian, vamos a recuperar uno o dos puntos del PIB en recaudo. Ojalá logremos honrar la idea de seguir bajando el costo del impuesto a la renta que hace a las compañías poco competitivas en Colombia.
La gran pregunta es cómo lo vamos a compensar, en medio de una desaceleración económica. La única forma que queda es que partidas del IVA que están al 0 o 5 por ciento hay que llevarlas al 19 % de tasa general. También queda un margen, aunque muy estrecho, para mejorar el recaudo y elevar la tasa efectiva de los hogares más ricos. Hoy están pagando del orden de 20 a 25 %. Luego pensar en llevar la tasa efectiva al 30 % va a ser muy duro. El recaudo adicional que ahí se generará es muy poco.
Es decir, Colombia se ve abocada en materia de reforma tributaria a reducir el impuesto corporativo, a elevar el recaudo efectivo del IVA, a elevar marginalmente la tasa efectiva de los hogares más ricos, pero sobre todo, a trabajar en la línea de desmonte de todo tipo de exenciones de zonas francas que no exportan, de contratos de estabilidad jurídica que a los grandes contribuyentes los hace inmunes en el corto plazo a la recomposición de tarifas.
Y por último, trabajar en la línea de perseguir los capitales escondidos con ayuda de EE. UU., Panamá y la Ocde. Pero este último componente no es la tabla salvadora.
¿Es claro que el ministro Cárdenas no tuvo motivo para despedir el 2017 ni saludar el 2018 con gorros y pitos?
Claramente el 2018 será de afugias. Pero solo con el desempeño del 2019 entrante sabremos si se manejó bien la economía y si lo que se ha hecho fue suficiente para que Colombia logre mantener su grado de inversión. Ojalá así sea.
MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL TIEMPO
En Twitter: @MIsabelRueda

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