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Análisis
¿Para qué una nueva mesa de la ‘paz total’, ahora con los ‘exparas’? / Análisis
La iniciativa más parece enmarcada y funcional al peligroso revanchismo político y a los odios personales de quienes hoy están en el poder.
El presidente Gustavo Petro y el exlíder paramilitar Salvatore Mancuso. Foto: Presidencia
Con el rancho ardiendo en cada uno de los capítulos de su política de ‘paz total’, el presidente Gustavo Petro insiste ahora en su teoría de que el proceso con los paramilitares –que hace ya dos décadas llevó al desmonte de la mayor parte de esos ejércitos criminales, si bien bandas como el ‘clan del Golfo’ y ‘los Pachenca’ persisten hoy y son herederas directas de esa violencia– quedó inconcluso y que hay que reabrirlo y darle un cierre apropiado.
Incluso, el Presidente adelantó los que podrían ser voceros de los antiguos señores de la guerra de las Auc: Salvatore Mancuso, ‘Macaco’ y ‘Jorge 40’, de los que aseguró que en su momento fueron traicionados por el gobierno del presidente Álvaro Uribe cuando fueron extraditados a los Estados Unidos, donde todos ellos, y los demás, fueron condenados como los grandes capos del narcotráfico que eran.
El exjefe paramilitar Salvatore Mancuso durante el evento. Foto:Presidencia
Cada presidente tiene, por facultad constitucional, la potestad de intentar los caminos de paz que considere apropiados para el país. Pero esa facultad se enmarca en el esquema de la separación democrática de los poderes: de allí que varias de las ideas que tiene el actual gobierno sobre lo que debería ser la ‘paz total’, especialmente en lo que toca a las disidencias de ‘Iván Márquez’, estén en un limbo jurídico que el Ejecutivo ha tratado de romper con exóticas tesis como la del entrampamiento y la de la constituyente latente supuestamente firmada en La Habana.
Por supuesto, todos los aportes a la paz son bienvenidos, mucho más si provienen de una enmienda real de aquellos que fueron barones de la guerra en Colombia. Pero mucho dista esto de lo que hasta ahora se ha visto alrededor de esa iniciativa de revivir el proceso con los ‘paras’, que más parece enmarcada y funcional al peligroso revanchismo político y a los odios personales de quienes hoy están en el poder. Particularmente, en contra del expresidente Álvaro Uribe Vélez.
En 20 años, Salvatore Mancuso, que fue el jefe paramilitar que más colaboró con la justicia y que ayudó a abrir la caja de Pandora de la ‘parapolítica’, nunca ha entregado una prueba concreta de sus afirmaciones contra Uribe. Y ‘Macaco’ y ‘Jorge 40’ fueron expulsados de Justicia y Paz precisamente por negarse una y otra vez a entregar verdad, justicia y reparación para sus miles de víctimas.
La versión, repetida por el presidente Petro, de que la extradición buscaba apagar los ventiladores de los jefes ‘paras’ desconoce que muchos de ellos siguieron delinquiendo desde prisión y manejando el remanente de sus bandas que dejaron en las sombras. Y a propósito: ¿qué pasa, seis años después del arranque de la JEP, con el ventilador de las Farc sobre sus fichas en el establecimiento y la política colombiana?
‘Macaco’ y ‘40’ le incumplieron a la paz. Al pretender revivirlos políticamente hoy como ‘gestores de paz’, el Gobierno refuerza ese mal mensaje que ya se envió con el trato político a las disidencias de las Farc: que los procesos de negociación son una puerta giratoria a través de la cual los que traicionan la palabra empeñada y vuelven al crimen encuentran una y otra vez la mano tendida del Estado.