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Nir Oz, el kibutz de Israel donde uno de cada cuatro habitantes fue secuestrado o asesinado por Hamás

EL TIEMPO visitó una de las comunidades más afectadas por el ataque del grupo islamista en Israel.

Interior de las casas quemadas por Hamás en el ataque a Nir Oz.
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“Queridos ciudadanos, buenos días y shabat shalom (saludo utilizado en shabat, séptimo día de la semana judía). En los últimos minutos se están produciendo fuertes disparos hacia el municipio y en todo Israel. Deben ponerse a salvo en los espacios protegidos disponibles hasta nuevo aviso. Cuando se aclaren los detalles les informaremos inmediatamente”.
Ese fue el mensaje que recibieron por el grupo de WhatsApp por el que se comunicaban normalmente, a las 6:35 de la mañana del 7 de octubre de 2023, los 400 habitantes del kibutz Nir Oz ubicado a escasos 1,6 kilómetros de la Franja de Gaza.
Hasta ese momento, para sus habitantes parecía ser una jornada más de lanzamiento de cohetes desde el enclave palestino hacia el país hebreo, algo a lo que estaban acostumbrados desde 2005, cuando Israel retiró sus tropas de Gaza tras 38 años de ocupación, si bien mantuvo a la Franja bajo un bloqueo que llevó al 61 por ciento de sus 2,4 millones de habitantes a estar bajo el umbral de pobreza y al 40 por ciento de su población al desempleo.
“Hay terroristas por la clínica y están vestidos como nuestros soldados”. “Están disparando en nuestro vecindario”. ”Están amenazando con volar la casa si no abrimos”. “Entraron, por favor, ayuda”, repicaban los 600 mensajes que se intercambiaron ese día por el grupo.
Nir Oz fue escenario de una de las peores masacres del 7 de octubre, cuando Hamás -el grupo islamista que controla la Franja desde 2007 tras arrebatar el poder en las elecciones al Fatah, el partido de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y con quien todavía se enfrenta por el control de los territorios palestinos- atacó por aire, mar y tierra al país hebreo y asesinó a 1.200 personas y secuestró a otras 250, en su mayoría civiles.
Tras el ataque, Israel prometió aniquilar a Hamás y lanzó una ofensiva militar que ya deja casi dos millones de desplazados, 96.000 heridos y más de 41.700 muertos en Gaza, en su mayoría mujeres y niños. Una cifra que, según la ONU, triplica el total de muertes de los últimos 15 años en el enclave palestino.
Las autoridades reportaron que 100 de los 400 habitantes de esta comunidad agrícola del sur de Israel fueron secuestrados o asesinados por Hamás ese día. Es decir, uno de cada cuatro integrantes. Más de la mitad eran mujeres y niños y sus edades iban desde los 9 meses hasta los 85 años, según el diario Times of Israel.
Al menos 40 de los secuestrados de este kibutz fueron liberados en una tregua de siete días entre Hamás y el Ejército Israelí que en noviembre, tras 48 días de guerra, permitió un cese el fuego, la entrada de ayuda humanitaria a Gaza y el intercambio de 105 rehenes por 240 prisiones palestinos. Otras 35 personas de Nir Oz permanecen secuestradas dentro de la Franja de Gaza, con poca o ninguna información sobre su estado de salud o su paradero.
Letreros que piden la liberación de los secuestrados en Nir Oz.

Letreros que piden la liberación de los secuestrados en Nir Oz. Foto:Angie Ruiz. EL TIEMPO

El ‘sábado negro’ en Nir Oz

La historia de lo que pasó el llamado ‘sábado negro’ en aquel lugar a pocos metros de Gaza la cuenta hoy Amit, que nació y se crió allí.
Este hombre de 58 años no estaba en Nir Oz la mañana de la tragedia. Había dejado la casa de su infancia hacía 30 años y estaba dedicado a su empresa de tecnología del sector de la polinización. Pero sus padres sí estaban en casa cuando Hamás cruzó la valla fronteriza.
Amit es hoy una de las pocas personas que quedan en Nir Oz. Regresó con el fin de que el verde campo de la zona no se pierda pese a la masacre. Hace oficios varios para que, en la medida de lo posible, todo siga funcionando como antes del 7 de octubre: corta el pasto, revisa la electricidad o planta una que otra cosa en la zona. Pero sobre todo, ayuda a limpiar el desastre en las casas con el fin de que algún día todos puedan regresar.
Fotografías de los secuestrados por Hamás en Nir Oz.

Fotografías de los secuestrados por Hamás en Nir Oz. Foto:Angie Ruiz. EL TIEMPO

En ocasiones, como esta, trabaja además como una especie de ‘guía del horror’ y lleva a los periodistas casa por casa y calle por calle para contar con detalle cómo sus residentes fueron secuestrados o asesinados dentro de sus hogares.
Amit narra que los milicianos de Hamás ingresaron al kibutz en tres tandas. En la primera, a las 6:35 de la mañana, entraron al menos 100 hombres armados que se movilizaban en camionetas, motos y hasta camiones. Otros cientos de milicianos entraron en una segunda tanda hacia las 11 de la mañana, y en la tercera, dice, ingresaron habitantes de Gaza que saquearon lo que quedaba. Cuenta que robaron carros, máquinas de agricultura, ropa, comida y hasta juguetes de los menores.
En total, los de Hamás estuvieron más de ocho horas moviéndose con tranquilidad por las calles de esta pequeña comunidad, masacrando y secuestrando en cada casa sin que nadie llegara a brindar auxilio. Tampoco hubo una sola captura de un terrorista en ese lugar y la pregunta constante era dónde estaba el Ejército.
“Los terroristas ingresaron aquí con mapas. Sabían exactamente a dónde querían llegar. Tenían un plan operativo con información de inteligencia concreta de cada uno de los lugares donde tenían que llegar. Eran una fuerza sumamente entrenada, vestidos con el uniforme de las fuerzas de defensa de Israel”, dice Amit.
Los milicianos de Hamás estuvieron ocho horas moviéndose con tranquilidad por Nir Oz.

Los milicianos de Hamás estuvieron ocho horas moviéndose con tranquilidad por Nir Oz. Foto:Angie Ruiz. EL TIEMPO

Lo que prevalece hoy en Nir Oz es la destrucción. Hay viviendas que aún tienen manchas de sangre en el piso o en las paredes. El comedor comunitario, a donde fueron llevados los cuerpos de los asesinados, también conserva el olor a sangre y a cadáveres, que se mezcla con el olor de la comida en mal estado en el lugar.
Los senderos verdes y los altos árboles contrastan a su vez con las puertas derribadas y con las decenas de agujeros de disparos que hay por todo el lugar. Los espejos y las ventanas rotas y esparcidas por los suelos, o las plantas que ya han muerto por el paso del tiempo también dan cuenta de la masacre, mientras las fotos de cada secuestrado reposan en las puertas de sus casas como si esperaran el día de su regreso.
El sitio está lleno de gatos abandonados. Se trata de las mascotas de las familias que fueron masacradas o de otras que huyeron de allí solo con lo que tenían puesto esa mañana. Las moscas y mosquitos también pululan como si los cuerpos de los fallecidos aún estuvieran allí.
En otras partes menos destruidas predominan los objetos abandonados. Las tazas de café, los juguetes, las bicicletas o los periódicos que algunos leían aquella mañana o la noche anterior permanecen en el mismo lugar en el que sus dueños las dejaron.
Y es que las casas del kibutz podrían dividirse en dos grandes grupos: aquellas que solo fueron vandalizadas, en las que al entrar se pueden ver las pertenencias de sus dueños rotas o revolcadas por el suelo, y otras tantas que fueron incineradas.
Según cuentan los testigos, cuando los milicianos no encontraban a nadie en casa le prendían fuego a las instalaciones para ver si hacían salir a alguien y proceder a secuestrar o asesinar. Se dice que así hicieron salir a varias personas de sus refugios mientras estas se debatían entre morir incineradas o tiroteadas. En esas casas a duras penas quedan hoy de pie algunas estructuras, que se mezclan con vajillas rotas o camas y muebles quemados.
Es el caso, por ejemplo, de la casa de Carmela Dann, de 77 años, o la de Bracha Levinson, la mujer de 74 años que ha sido calificada como la primera asesinada en los kibutz aquel sábado. “A las 6:30 a.m., Bracha comenzó a escuchar la sirena de alerta roja y todo tipo de bombardeos. A las 6:50 salió a la sala, los terroristas tomaron su teléfono, abrieron Facebook y las hijas vieron en directo cómo la asesinaron acá adentro y luego quemaron la casa”, cuenta Amit.
A la casa de la familia de Amit también le prendieron fuego, pero las cuatro personas que estaban ese día en la vivienda lograron sobrevivir. Primero, escondidos en el refugio, y luego, detrás de un pequeño árbol mientras su casa se quemaba.
“Entraron los cuatro (los padres de Amit junto con su nieta y el esposo). Se metieron debajo del sofá en el refugio cuando ingresaron de 5 a 10 terroristas a la casa. Estuvieron aquí durante una hora. Comieron, tomaron y robaron todo lo que pudieron. Entraron al refugio pero no los vieron. Cuando terminaron de comer y se fueron, lo que hicieron fue incinerar la casa y esperaron a ver si salía alguien. Los cuatro empezaron a asfixiarse con el humo y luego entendieron que o morían dentro del refugio o morían afuera al salir. Pero salieron por la ventana y se escondieron detrás del cuarto de herramientas”, narra Amit sobre cómo se salvó su familia.
Otros tantos lograron sobrevivir porque las puertas de sus refugios se atascaron. Así lo cuenta Guil, un hombre de 60 años que volvió a Nir Oz por primera vez desde el 7 de octubre en busca de algunas pertenencias, aunque ya no hay nada en su casa, y que hoy reconoce que no sabe si podrá volver a vivir en el que fue su hogar por 40 años.
Guil, un hombre de 60 años que vivía en Nir Oz, señala su casa incendiada por Hamás.

Guil, un hombre de 60 años que vivía en Nir Oz, señala su casa incendiada por Hamás. Foto:Angie Ruiz. EL TIEMPO

“Fuimos de la cama hacia el refugio. Luego estábamos trancados. Ellos dispararon en la puerta del refugio y trancaron la puerta. Por eso nos salvamos. Solamente después de varias horas cuando escuchamos hebreo afuera, abrimos un poquito la ventana del refugio y vimos a nuestros soldados. Salimos por la ventana. Eran las 5:30 de la tarde, es decir que estuvimos 11 horas dentro del refugio”, narra.
Se dice que quienes sobrevivieron, o al menos tenían más oportunidades de hacerlo, lo hicieron porque había más hombres jóvenes y fuertes en casa. Aquellas familias en donde sus integrantes eran en su mayoría adultos mayores sufrieron los peores embates de la masacre.
Fue el caso de David Shalev, de 75 años; Rami Katzir, de 79 años, ambos asesinados el 7 de octubre; o de Aries Almanovich, uno de los fundadores del kibutz que fue secuestrado ese día con más facilidad por los integrantes de Hamás debido a su edad -85 años- y a su delicado estado de salud.
“Hamás subió en su Telegram un video en donde se ve a mi papá casi agonizando. Los médicos que vieron el video dicen que hay un 99 por ciento de posibilidad de que esté muerto. Él no fue asesinado o estrangulado ni recibió un balazo en la cabeza, pero fue asesinado porque no recibió el tratamiento que debía haber recibido”, cuenta su hijo Boas a un grupo de periodistas, mientras rememora el amor de su padre por los campos y el cultivo de trigo y sueña con algún día recuperar su cuerpo. Aunque insiste que la prioridad deben ser los vivos.
Casas saqueadas por Hamás en Nir Oz.

Casas saqueadas por Hamás en Nir Oz. Foto:Angie Ruiz. EL TIEMPO

Reconstruir y levantarse de la tragedia

Amit y un grupo de ocho personas mantienen en funcionamiento el kibutz con el fin de que el horror no lo consuma para siempre.
Pero no solo ellos hacen presencia en Nir Oz, pues hoy dos grupos de arqueólogos trabajan en proyectos claves en la zona. El primero de ellos, según cuenta el arqueólogo boliviano Óscar Bejarano, busca restos humanos dentro de las casas y los automóviles quemados para identificar a muertos, desaparecidos y secuestrados.
El otro es un grupo de la Dirección de Patrimonio de Israel que adelanta un proyecto de documentación para guardar el registro histórico de la masacre de Hamás en los kibutz. “Empleamos cámaras fotográficas, drones y servicios de escáner láser con el objetivo de intentar obtener la foto más precisa de toda la destrucción para que sea parte de la documentación histórica del pueblo de Israel a lo largo de la historia”, explica Bejarano, que cree que quizás esas fotografías 3D sirvan algún día en procesos judiciales contra Hamás.
Amit (izq) y un grupo de ocho personas mantienen en funcionamiento el kibutz

Amit (izq) y un grupo de ocho personas mantienen en funcionamiento el kibutz Foto:Angie Ruiz. EL TIEMPO

A los kibutz también han llegado voluntarios de diversos países del mundo, o de otras regiones de Israel, que quieren ayudar a que la agricultura se mantenga. Cientos de los productos cultivados en el sur suelen ser parte de la despensa básica de los israelíes a lo largo del año y hoy las zonas agrícolas se han quedado sin mano de obra que se haga cargo de ellas, pues sus líderes murieron, siguen en Gaza o simplemente evacuaron sin fecha clara de retorno.
En Nir Oz, debido a su cercanía con Gaza, el Ejército no permite ir a los cultivos. Pero sí hay voluntarios en otros lugares más lejanos al enclave palestino, como es el caso de Ricardo y Hugo, dos judíos argentinos que llegaron con un grupo de 100 voluntarios que se solidarizaron con Israel y quisieron venir a apoyar.
“Cuando escuchamos lo que pasó el 7 dijimos ‘algo tenemos que hacer’. Nos amos con una organización y vinimos. Nos levantamos muy temprano para trabajar en el campo. Estuvimos en una plantación de tomates, de pepinos, en una de cítricos. Vamos a donde se requiere la mano de obra para poder ayudar. También hacemos otro tipo de actividades, hemos estado en hospitales, con ministros, con familiares de secuestrados, entre otros”, narran.
3.000 terroristas no van a negarnos el hecho de que hicimos florecer el desierto acá. Esto va a seguir siendo verde y va a seguir creciendo
Y si bien el panorama en la zona es difícil, Amit dice convencido que su propósito es renovar y restablecer el kibutz. Asegura que a pesar de los asesinatos y secuestros que ocurrieron allí, no van a permitir que Hamás les arrebate la tierra que antes fue un paraíso.
“Los terroristas no van a lograr con sus acciones apagar la agricultura en este lugar. Vamos a dejar todo verde acá. 3.000 terroristas no van a negarnos el hecho de que hicimos florecer el desierto acá. Esto va a seguir siendo verde y va a seguir creciendo verde”, enfatiza.
Lo que sí reconoce es que el ataque del 7 de octubre acabó con las ansias de paz que había en Nir Oz. Por muchos años, las personas de este kibutz, fundado en 1955, soñaron con el día en que todos -israelíes y palestinos- pudieran coexistir y vivir en paz.
Varios de ellos, cuenta un portavoz del ejército que acompañó el recorrido de los periodistas por el kibutz, llevaban personas de Gaza a los hospitales de Israel para recibir tratamiento para sus enfermedades. Muchos de la comunidad incluso cruzaban a la Franja e iban a la playa cuando eran niños.
Los campos de Nir Oz y al fondo la Franja de Gaza.

Los campos de Nir Oz y al fondo la Franja de Gaza. Foto:Angie Ruiz. EL TIEMPO

Pero, tras el ataque, ese espíritu de paz se rompió y ya no ven más a los palestinos como alguien con quien puedan coexistir. Ya no parecen conmoverlos las decenas de detonaciones en Gaza, unas más fuertes que otras, que alborotan el sonido de cientos de pájaros mientras huyen de un lado a otro escapando del estruendo que ocurre a su alrededor; ni la densa capa de humo gris producida por los bombardeos israelíes que cubre gran parte de la Franja y que deja en evidencia cómo se vive la guerra del otro lado de la valla fronteriza.
Hoy en día no los vemos más como personas de campo. Así como en cualquier país democrático el pueblo es responsable de sus líderes, ellos fueron los que llevaron a sus líderes al gobierno. En este caso, llevaron al poder a un grupo terrorista asesino como Hamás”, dice Amit.
Y mientras países como Sudáfrica denuncian ante la CIJ un intento de Israel de acabar con el pueblo palestino por medio de un genocidio, u organismos de la ONU llaman a frenar la guerra con urgencia y dan cuenta de una situación al borde del colapso en Gaza al tiempo que el agua escasea o las enfermedades contagiosas se disparan en los niños, las divisiones entre israelíes y palestinos no hacen más que acrecentarse.
Hoy día, según un estudio del instituto Pew Research y otra encuesta del instituto Gallup, solo un 32 por ciento de los israelíes y un 24 por ciento de los palestinos apoyan una solución de dos Estados para dos pueblos que permita una paz duradera en la región, en contraste con la cifra de hace diez años, cuando el apoyo a la idea de dos Estados ascendía a 46 y 59 por ciento, respectivamente, mientras ambas partes prometen seguir la guerra hasta lograr sus objetivos.
ANGIE NATALY RUIZ HURTADO
ENVIADA ESPECIAL EL TIEMPO 
NIR OZ - ISRAEL
*Invitación de Fuente Latina

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