Hay un Barba Jacob desconocido y es su peregrinar literario por la Revolución mexicana. Entre el 9 y el 19 de febrero de 1913, Ciudad de México vivió lo que se conoció como la Decena Trágica, un manantial de violencia que dejó seis mil heridos y más de dos mil muertos. Francisco I Madero era el presidente, y la oposición radical la encarnaba el general Mondragón. El asesinato del general Bernardo Reyes, padre de Alfonso Reyes, había pulverizado los ánimos pacifistas. Porfirio Barba Jacob, que en realidad era Miguel Ángel Osorio, gustaba de los pseudónimos; también fue Ricardo Arenales.
En marzo de 1913 apareció un folleto de 79 páginas: ‘El combate de la ciudadela narrado por un extranjero’, firmado por Emigdio S. Paniagua. El que espulgó bien el asunto en las hemerotecas mexicanas fue el escritor Fernando Vallejo, quien en su luminosa biografía Barba Jacob: El mensajero da cuenta de que el autor de este episodio histórico es Barba Jacob. Su abuelo se llamaba Emigdio, y de otra parte no se conoce de alguien que firmara así por aquella época. Otro rastro veraz es que conserva la misma estructura de un escrito suyo, años después, El terremoto de San Salvador. Narración de un sobreviviente.
En la pasada Feria del Libro de Bogotá, Ediciones del Lirio y Editorial CariÁtide, bajo el nombre de La decena roja, revivieron esta crónica novelada, donde la ficción y el testimonio periodístico nos sumergen en esos diez días que según el prólogo de Sebastián Pineda Buitrago fueron un abrebocas de la Primera Guerra Mundial. La narración está en primera persona, y Emigdio se presenta como un ciudadano chileno de padre español y madre mexicana que lleva algunos años vagabundeando por México. Desde el hotel Berry, a veces por oídas y otras personalmente, asiste a los fuegos de los cañones, en el cual un tumulto de gente “lo atropella y lo derriba”. Como un corresponsal de guerra ve los heridos y los muertos caer y “bañar mis pies con sangre”. Relata los armisticios de paz esporádicos y fallidos, en medio de una ciudad en ruinas, hasta que Madero es hecho prisionero y después acribillado en extrañas circunstancias. En el epílogo Emigdio incluye una crónica de Almafuerte, un pseudónimo de Barba Jacob, que habla de la máquina de la guerra y la decadencia de la civilización. Barba Jacob ha utilizado otra de sus máscaras, para escribir un capítulo más de los pasos inciertos de la humanidad en busca de una oprobiosa libertad.
ALFONSO CARVAJAL