Según fuentes de la FAO (Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), el sistema alimentario mundial amenaza con desfondarse. El número de personas en riesgo de hambruna crece de forma alarmante conforme avanza el 2022. Como alerta, el secretario general de la ONU, António Guterres, el mundo afronta el hambre a una escala sin precedentes. Se anuncian ciclos en los que muchas zonas del planeta van a desestabilizarse por esta causa, con repercusiones impredecibles. Tras la pandemia, que puso de manifiesto la fragilidad del sistema alimentario mundial, las consecuencias de la guerra en Ucrania amenazan con ser devastadoras, incluyendo violencias y migraciones incontroladas.
La FAO acaba de señalar que los precios mundiales de los alimentos básicos se están disparando tras la crisis ucraniana: ya marcaron un nivel histórico en marzo, y se esperan máximos “con consecuencias devastadoras para el hambre mundial”. El cambio climático es el tercer factor de una “tormenta perfecta”.
África vive la peor sequía des hace 40 años, al borde la catástrofe humanitaria, a la que ahora se añaden las consecuencias del conflicto de Ucrania que, de momento, amenaza la vida 20 millones de personas en el este continental, desde el norte de Kenia al sur de Etiopía. Por ejemplo, según el Programa Alimentario de la ONU, 6 millones de somalíes, la mitad de la población del país, se hallan confrontados a una crisis alimentaria extrema, con el riesgo de una hambruna severa en los próximos meses. La guerra de Ucrania y el bloqueo de los puertos de donde debería haber partido el suministro de trigo, maíz y cebada impiden a este país cumplir con los compromisos de venta a los países del tercer mundo, abocando a África a una grave crisis.
Por lo demás, como acaba de señalar el diario británico The Guardian, la industria agroalimentaria mundial está en manos de algunas multinacionales muy ligadas al sector financiero “lo que convierte la producción mundial de alimentos en muy vulnerable a los choques políticos y climáticos”. La alimentación es hoy, menos que nunca, un derecho garantizado, y su evolución depende sobre todo de la especulación financiera y de los “mercados de futuros”. Según el informe de la prestigiosa organización internacional Oxfam, ‘Beneficiarse del sufrimiento’, tras la invasión rusa de Ucrania se produjo el mayor aumento del precio de los alimentos desde que la ONU empezó a tener registros en 1990. Beneficiarios: los gigantes de la alimentación a escala mundial: 4 sociedades controlan el espacio global, a la cabeza Cargill y Dreyfus Co., que controlan la mayor parte del mercado mundial y aumentaron hasta el 80 % sus beneficios en los últimos meses, a costa de la escasez de alimentos y de la volatilidad de los mercados, mientras, como señalan algunos analistas, medio mundo contiene la respiración en busca de salidas a una hambruna que amenaza ya a millones de personas en África y Oriente Medio.
La alimentación es hoy, menos que nunca, un derecho garantizado, y su evolución depende sobre todo de la especulación financiera y de los “mercados de futuros”.
P. S. Tambores de guerra. La superpoderosa Alianza Atlántica había pasado institucionalmente de puntillas sobre el conflicto en Ucrania para evitar la declaración tácita o expresa de una guerra frontal de imprevisibles consecuencias. Se limitaba a estimular a sus para enviar armas a los ucranianos. La declaración final de la Cumbre celebrada esta semana en Madrid y que deja definida la estrategia de la mayor coalición militar mundial para los próximos 10 años, incluyendo las posibles nuevas guerras y actuaciones, define en su “Nuevo concepto Estratégico” a Rusia como su “principal amenaza” y a China como una potencia que plantea un “desafío sistémico a los valores de la OTAN”. En resumen: el regreso a la peligrosa Guerra Fría, que siguió a la segunda contienda mundial. De momento, el presidente Biden ya se ha comprometido a un aumento inmediato de tropas estadounidenses en territorio europeo. El nivel máximo de tensión está servido.
ANTONIO ALBIÑANA