En mi libro Atmósferas ciudadanas: arte y grafiti (2015) rendí mérito a las urbes de este continente que han desarrollado nuevos géneros murales, y editoriales independientes de distintos países lo publicaron y lanzaron en simultánea: São Paulo, México, Quito, Buenos Aires y Bogotá, dando una bella exhibición de unidad. Demostré que no todo lo que está en los muros es grafiti ni que el grafiti solo esté en los muros y definí varios de los sub-géneros: arte urbano y público, logogramas, street art, contravallas, etc. También reconocí un nuevo agente creador: las mujeres.
Desde los 80, las mujeres ya entraron en escena del grafiti; los primeros los registré en barrios emblemas, como La Candelaria: ‘Abajo la educastración’; y en la 26, cercano a la Unal, se dio el “robo de vallas comerciales” para intervenirlas con mensajes feministas: ‘Eres un hombre de mundo, jajajá’, aludiendo al hombre Marlboro como ícono de la masculinidad bochornosa. En video (YouTube) se puede apreciar a las mujeres cuestionando a los varones que no dejan hablar, ni pintar ni rayar...
Con la dirección de Iván Alba, está en proceso la serie Mural Mente, de muy buena factura audiovisual (YouTube), en la que se da cuenta de las últimas manifestaciones murales en Bogotá, con un capítulo a las mujeres y se entrevista a una nueva generación de grafiteras: Marcevil, Cleo, Lik-Mi, Fear, Soma Difusa, Thiz, Tatiana Gómez, o las docentes Mónica Romero y Cristina Hurtado. La calle ya no será territorio exclusivo del hombre, se la ha redescubierto para crear o para denunciar impunidad contra delitos sexuales (93 %) y también para entrar a otros espacios más reservados; “ya no somos las que cargamos los espráis o las que acompañan a los hombres, sino que creamos”. Son jóvenes autónomas que aprenden a golpear; proponen nuevas maneras del bombardeo, tags y grafos o hiphop, y ya no solo se interesan por recrear las avenidas emblemáticas sino que entran a las localidades, ven la ciudad como conjunto que se les había perdido a los varones.
Estas tramas femeninas son novedades respecto a la tradición masculina, se pueden ver jardines, lluvias de colores, muchos rostros y muchísimos ojos, quizá la parte del cuerpo más pintada. Las mujeres no solo actúan como creadoras sino defensoras de sus cuerpos y mentes: de ahí que el escrache lo hayan extendido a las redes para con rayones insólitos arrinconar a varones abusivos que las quieren burlar o deshonrar sus emancipaciones.
ARMANDO SILVA