Los edificios y los proyectos urbanos tienen la capacidad de impulsar nuestra creatividad y enseñarnos a vivir en comunidad. El célebre arquitecto británico Thomas Heatherwick está convencido de ello. Esa idea inspira sus diseños, que se han convertido en hitos arquitectónicos en ciudades como Tokio, Londres, Shanghái, Nueva York y Singapur.
En esta última, por ejemplo, construyó el centro de aprendizaje de la Universidad Nanyang. A primera vista ese edificio genera desconcierto. No tiene frente ni espalda, pero sí un aire a una colmena de abejas. Está compuesto por doce torres y cada una alberga varios pisos de salones de clase en forma elíptica. Estos no tienen ventanas hacia la calle, sino hacia un amplio atrio interior que les permite a las personas ver lo que está ocurriendo en el edificio.
“Quería crear un espacio en el que estudiantes y profesores se encuentran”, explica Heatherwick en uno de los videos de entrevistas que hacen parte de la retrospectiva con la que el Museo de Arte Mori de Tokio celebra su obra desde marzo de 2023. Para el británico, ese encuentro entre profesores y estudiantes, que promueve la circulación y la discusión de ideas, y abre las puertas a que se generen alianzas laborales en el futuro, es la razón de ser de un edificio universitario. Por ello quiso que desde el diseño arquitectónico se propiciara que el centro de aprendizaje cumpliera esa misión. No construyó corredores. Hizo amplias terrazas con árboles y plantas en las que las personas pueden quedarse leyendo o conversando, y un gran atrio interior con luz natural que propicia los encuentros. Según cuenta el arquitecto, en un viaje a Singapur, fue de madrugada a visitar el edificio y encontró varias personas estudiando.
Su meta es construir edificaciones que nutran el alma de las ciudades y de los ciudadanos, que impulsen su creatividad, los llenen de satisfacción y los hagan sentir en casa.
Aunque algunos se sorprendan, ese grato encuentro de Heatherwick habla de su idea de sostenibilidad. Para el británico, ese popular concepto va más allá de los materiales con los que fue construido el edificio y de la cantidad de energía que alcance a ahorrar o a reciclar. También abarca las emociones que el edificio les genera a las personas –si les gusta o les repele–, y la manera como les propone convivir en el espacio. Por último, es una firme invitación a abrirle campo a la naturaleza en las ciudades.
En 2020, Heatherwick terminó la construcción de un centro de salud para el Hospital Universitario de St. James en Leeds, Inglaterra. El espacio destinado al edificio era una de las pocas zonas verdes del lugar, y el arquitecto se propuso diseñar una construcción que, en vez de disminuir la biodiversidad de la zona, la aumentara. Y lo logró. Maggie’s Leeds parece una casa de tres pisos con grandes ventanales que está siendo devorada por la naturaleza. Los techos planos son a su vez jardines sembrados con distintas especies nativas. Según Heatherwick, en el proyecto hay 40.000 plantas –23.000 de ellas bulbosas–, y la biodiversidad de la zona creció un 436 por ciento.
Maggie’s Leeds parece abrazar a los visitantes con la suave curvatura de sus esquinas. El británico construyó el edificio con materiales naturales y sostenibles, y lo sumergió entre miles de plantas buscando crear un entorno capaz de inspirar a las personas, y de llenarlas de fuerza y esperanza al enfrentar momentos difíciles. “Queríamos hacer un hogar conmovedor y acogedor para los pacientes con cáncer y sus familias”, explica el arquitecto en otra de las entrevistas presentadas en la exposición.
Heatherwick es consciente del importante papel de la arquitectura en el bienestar de las personas y la construcción de comunidad. Precisamente por ello busca diseñar edificios y proyectos urbanos a la altura de tan valiosa tarea. Su meta es construir edificaciones que nutran el alma de las ciudades y de los ciudadanos, que impulsen su creatividad, los llenen de satisfacción y los hagan sentir en casa.
CRISTINA ESGUERRA MIRANDA