Vivir solo en un modesto apartamento, madrugar todos los días y salir a limpiar baños públicos puede parecer una vida monótona y aburrida. Sin embargo, la película dirigida por Wim Wenders es un elogio a la contemplación, a los rituales sencillos y a la belleza de las cosas simples. El director captura la esencia de la vida ordinaria y la transforma en algo trascendental.
Días perfectos es el retrato de la vida de Hirayama, protagonizado magistralmente por Koji Yakusho, en el que nos lleva a un viaje a través de las tareas diarias de un hombre que encuentra dignidad y propósito en su trabajo como aseador de los baños públicos de Tokio. Cumple su labor con disciplina y esmero. Para lograr una limpieza profunda utiliza un pequeño espejo para garantizar que ningún rincón quede sin limpiar, con una atención al detalle que inspira respeto. Sus rutinas se convierten en una tabla salvadora ante pérdidas y adicciones que quizás tuvo en el pasado y que la película no revela, pero podemos inferir.
Para Hirayama su vida es igual día tras día tras día. Por eso la primera media hora de la película puede parecer lenta, ya que el director nos sumerge deliberadamente en ese ciclo habitual. Pero en la medida que la trama avanza, Wenders nos revela otros aspectos del personaje: su amor por los libros, su devoción por las plantas y su conexión con la naturaleza; su afición fotográfica, que le permite capturar las imágenes de los rayos del sol que se cuelan por entre las copas de los árboles; su gusto por la música que oye en viejos casetes (y que es parte fundamental de la película); el gozo de contemplar a alguien bailando en un parque, o las conversaciones breves con desconocidos que se cruzan en su camino.
Vivimos en un mundo acelerado y casi siempre estamos tratando de cumplir con agendas atiborradas en las que no hay espacio para disfrutar de la vida con calma. Hirayama nos recuerda la importancia de apreciar las cosas sencillas, de hacer nuestro trabajo con dedicación, y darnos el tiempo necesario para saborear cada momento con plenitud y conciencia.
Coincido con esa visión de darle a lo ordinario una dimensión extraordinaria. La felicidad estás más cerca de nosotros de lo que a veces pensamos, como nos muestra Wenders. Días perfectos (que toma su nombre de la canción de Lou Reed) es una película que nos hace reflexionar y apreciar la belleza de todo lo que nos rodea, incluso en un día tan común como un lunes cualquiera.
X: @Diana_pardo