El 9 de marzo, Greg Becker, el CEO de Silicon Valley Bank (SVB), les dijo a sus clientes que mantuvieran la calma, que la tormenta pasaría.
Unas horas antes habían comenzado a circular artículos en la prensa norteamericana que reportaban acerca de una crisis de liquidez en el banco predilecto de las ‘start-ups’ californianas.
“No saquen su dinero”, fue la recomendación que les dio Becker a los emprendedores que entraron en pánico y estaban buscando sacar su plata de inmediato. No pudieron. Un día después, el banco colapsó, y con ello se produjo la segunda quiebra más grande de una entidad bancaria en Estados Unidos, por detrás de lo que le sucedió a Washington Mutual (WM) en 2008.
A finales de 2022, SVB reportó activos por un valor de 212.000 millones de dólares. WM tenía 300.000 millones.
La monumental quiebra se vivió en tiempo real por Twitter el viernes. Cientos de clientes relataron su angustia ante lo que estaba sucediendo.
Los analistas intercambiaban opiniones sobre las posibles razones de la quiebra. El colapso se produjo en dos tiempos, explicaba ‘The Economist’. “Primero fue gradual y de repente súbitamente”.
SVB se fundó en 1983. Aunque nunca se consolidó como uno de los grandes bancos norteamericanos, llegó a convertirse en el dieciseisavo prestamista más grande del país. Su nicho se centraba, sobre todo, en las ‘start-ups’, con su lema de “asesor financiero para la economía de la innovación”.
La pandemia disparó su cotización y su acción tocó la cima a finales de 2021, con un precio de casi 800 dólares. A partir de ahí comenzó el lento descalabro.
Los analistas todavía están masticando lo ocurrido, pero hay una pregunta que está rondando en el ambiente: ¿se acabó la magia de Silicon Valley? Para nadie es un secreto que el Valle del Silicio viene flaqueando.
Las constantes subidas de las tasas de interés, la fuerte desaceleración de la economía y los despidos masivos ciertamente no han ayudado. Pero hay una cifra escalofriante que muestra la situación tan delicada que se está viviendo: las inversiones en ‘start-ups’ en los Estados Unidos cayeron un 31 % el año pasado a 238.000 millones de dólares.
La caída de SVB no hace sino acrecentar las turbias nubes que posan sobre el Valle, ya que este financiaba casi la mitad de las ‘start-ups’ en el país. Asimismo, la poderosa institución asesoraba a más de 2.500 empresas de ‘venture capital’.
Estados Unidos y su industria bancaria y creativa han mostrado una capacidad de recuperación envidiable, pero ya son dos los colapsos de las tecnológicas gringas en apenas tres meses de 2023: la empresa cripto FTX y ahora SVB.
Estos dos episodios no dejan bien parados a los entes reguladores, pues muchos se preguntan cómo no advirtieron de la posible quiebra si todas las banderas rojas estaban ondeando.
“El imparable flujo de dinero que le entró a las ‘start-ups’ en los últimos años generaron continuas advertencias del desastre que se avecinaba”, señaló Richard Waters en el ‘Financial Times’. Y es una historia que ya se vivió a finales del siglo pasado.
El efecto dominó de este momento se verá en los próximos meses. Las empresas que tenían parte, o todos, sus activos en el banco navegan en la incertidumbre de cuánto podrán recuperar. Cientos de emprendedores con ideas frescas para revolucionar el mundo ya no dispondrán de financiación tan fácil y ello representa un problema mayúsculo para Estados Unidos, sobre todo en una coyuntura internacional en la que se está enfrentando a una China todopoderosa que le está discutiendo el dominio global.
Está por verse si el Gobierno intervendrá y salvará la institución, algo que no parece viable dada la baja popularidad que tienen Joe Biden y los bancos, pero nunca se sabe. Hay mucho en juego y no hacer nada puede resultar peor que quedarse de brazos cruzados.
DIEGO SANTOS
Analista digital
En Twitter: @DiegoASantos