Ahora que las nuevas alcaldías y gobernaciones están presentando al país sus propuestas iniciales de planes de desarrollo, hay una oportunidad única para incluir el enfoque de niñez que permita planear la inversión en la garantía de derechos de las niñas, niños y adolescentes como la mejor oportunidad para su desarrollo y bienestar.
Está demostrado que con un ejercicio juicioso de planeación se previenen y reducen crisis que afectan a la infancia. Tener una hoja de ruta permite tomar acciones decisivas y financiadas para avanzar conscientemente en la garantía de sus derechos.
La inversión en la niñez es la más rentable. Según James Heckman, nobel de economía, por cada peso invertido en la niñez, un territorio puede recuperar 17 veces esa misma inversión en el mediano y largo plazo, reflejado en la mejora de la productividad y el incremento de ingresos territoriales.
Los niños, niñas y adolescentes necesitan ver garantizado su a agua potable, a educación oportuna y de calidad, a nutrición desde la gestación, a médicos cerca de casa, a vivir en ambientes libres de violencias y llenos de oportunidades para la vida. Para lograrlo, y acortar las brechas de a esos derechos, debemos planearlo, debemos presupuestarlo, así como hacemos con nuestras finanzas personales y planes de vida.
En esta planeación es esencial escuchar las opiniones y preferencias de la infancia acerca de cómo construir y transformar sus diversas realidades. Un estudio de Unicef Colombia concluyó que 9 de cada 10 niños, niñas y adolescentes del país no se sienten escuchados ni tenidos en cuenta en los asuntos de sus comunidades (2018), no obstante ser un principio y un derecho estipulado en la Convención de los Derechos del Niño.
Nuestra invitación a los mandatarios locales es a que aborden en la planeación cuatro temas altamente críticos para transformar la realidad de niños y niñas que no tienen garantizados sus derechos básicos:
1. Garantizar el a agua y a una adecuada alimentación y nutrición en zonas rurales y urbanas. En Colombia se notificaron al sistema de vigilancia en salud pública 24.226 casos de desnutrición aguda durante 2023 y, según la Encuesta de Calidad de Vida (Dane, 2021), el 48 por ciento de los hogares en zonas rurales no tienen a agua apta para consumo humano. En este sentido, todos los esfuerzos deben estar orientados a la identificación y atención de niños y niñas con riesgo y en desnutrición, y a la construcción o mejoramiento de los sistemas diferenciales para el tratamiento de agua.
2. Invertir en la educación inicial y la alfabetización temprana ayuda a generar mayor desarrollo y a garantizar que los niños y niñas tengan trayectorias educativas completas. Cuatro de cada 5 niños y niñas en América Latina no logran entender un texto simple: aprender a leer es indispensable para luego leer para aprender.
3. La salud mental de nuestros adolescentes es un tema que cada vez más debe incluirse en la política pública territorial, incluida la programación presupuestal para la consolidación de oportunidades para el desarrollo de habilidades para la vida.
4. La construcción de paz y la generación de espacios libres de violencias aún siguen siendo un desafío: en 2022 y 2023 hubo un aumento, solo por poner un ejemplo, del reclutamiento, utilización y uso de niñas, niños y adolescentes para el conflicto armado, y sabemos que siguen expuestos a diferentes formas de violencia, incluyendo la sexual. Asegurar mejores medidas de protección social e integral es un imperativo.
Tenemos la oportunidad única de mostrar el compromiso con la garantía de derechos de la niñez y la adolescencia, y para construir diálogos abiertos y respetuosos sobre hacia dónde dirigir la inversión pública. Planear pensando en ellos y ellas, y teniendo en cuenta sus opiniones, abona un camino de verdadero desarrollo para la niñez y la adolescencia.
TANYA CHAPUISAT
Representante de Unicef en Colombia