La exitosa participación de la Selección Colombia en la Copa América nos ha dejado valiosas enseñanzas. No solo contamos con un equipo formidable en una era promisoria de cara al próximo mundial, sino que también hemos evidenciado que los colombianos podemos unirnos con relativa facilidad, pese a nuestras diferencias. Más allá de la pasión que el deporte y, en particular, el fútbol generan, existe un arraigo profundo hacia nuestros símbolos nacionales como el himno, la bandera y la misma Selección, que forman parte de nuestro ADN.
Por ello, resulta incomprensible y doloroso que las pasiones políticas se utilicen para abrir nuevas heridas, dividir y polarizar a la nación, en lugar de unirla en busca de acuerdos sobre lo fundamental, como lo propusiera en su momento el líder conservador Álvaro Gómez Hurtado. Para lograr un mínimo entendimiento y buscar la unidad, no basta con manifestar voluntad; es necesario sentirla y estar convencidos de sus beneficios, en este caso, para el país. Lastimosamente, hoy la polarización está alimentada por odios y resentimientos provenientes de la política extrema, tanto de izquierda como de derecha.
Quien ejerce la jefatura del Estado debe liderar y propiciar la unidad, no solo por mandato constitucional, sino por responsabilidad y sobre todo por convicción. Sin embargo, desde que Gustavo Petro llegó al poder, no ha cambiado de actitud y ha mantenido su comportamiento de dirigente opositor. En casi dos años en el poder, su discurso ha estado lleno de frases pendencieras en declaraciones y redes sociales, mostrando proclividad a la confrontación.
No hay pronunciamiento político ni propuesta que no tenga un componente retador. A las críticas de la oposición, que son duras dadas las circunstancias del país y su forma de ser, responde con agresiones. Los ejemplos son numerosos. Ha señalado a los medios de comunicación como delincuentes para restarles credibilidad a sus denuncias. Cuando los transportadores de Colfecar manifestaron desacuerdo con su propuesta, Petro respondió en su cuenta de X: “La extrema derecha se lanza en contra de la constituyente porque saben que el pueblo no va a retroceder a la sangre y el terror de las noches. A la sierra eléctrica…”.
Una de sus estrategias es la victimización agresiva, ya sea para desviar la atención de los escándalos de corrupción de su gobierno o para encender polémicas alrededor de sus propuestas.
Es agresivo y descalifica a los expresidentes Duque, Uribe, Gaviria y Pastrana; arremete contra algunos de sus exministros que se fueron por desacuerdos con él; ataca con fiereza a los congresistas que se oponen a sus proyectos y constantemente se engancha a través de X en peleas con quienes lo critican.
Una de sus estrategias es la victimización agresiva, ya sea para desviar la atención de los escándalos de corrupción de su gobierno o para encender polémicas alrededor de sus propuestas. Por ejemplo, afirmó: “Una vez tumben las reformas, piensan destruir al presidente.” En otra ocasión dijo: “Nosotros defendimos con nuestra sangre un proyecto democrático para Colombia. No somos menos ni cobardes”. Y, en medio de las polémicas que él mismo genera, fue más allá: “Aquí lo que quieren es tumbar al gobierno popular y matar al presidente. Colombia no volverá a ser de los asesinos y los narcotraficantes…”.
Además, Petro no escucha, lo que hace imposible encontrar la unidad de la nación. Inclusive, recientemente le han recordado que en 2021, cuando era opositor, le reclamaba al presidente: “Duque, escuche. Un gobernante debe siempre escuchar y corregir si es necesario. La mayor violencia siempre proviene de un gobierno que se vuelve indolente y sordo”. Hoy Petro se comporta exactamente así: como un gobernante indolente y sordo.
Así parezca un imposible, como “pedirle peras al olmo”, algunos aún guardamos la esperanza de un cambio en el comportamiento de Petro, porque cada día vemos más lejos la posibilidad de un entendimiento para frenar la peligrosa confrontación que parece no tener fin; tampoco se ve posible el “acuerdo nacional” que él mismo pregona.
@ernestomaciast