El 24 de agosto, Ucrania conmemora 33 años de su independencia de la Unión Soviética y nos recuerda dos años y medio ya de la brutal invasión rusa. Comenzó como un intento de expansión territorial y ha desencadenado un conflicto que amenaza a Europa y resuena en todo el mundo.
Ucrania resiste valientemente al ataque de destrucción, pese a la total inoperancia del sistema multilateral. ¿Cuánto costará reconstruir lo destruido? ¿Se podrá? ¿Cuánta destrucción más? ¿Cuántas vidas perdidas por la obsesión de un hombre? ¿Cuál será el impacto en la UE? ¿Y en la Otán?
La invasión a Ucrania refleja tensiones geopolíticas globales que pusieron a América del Sur en el tablero de ajedrez de un mundo crecientemente polarizado. Paradójicamente, Ucrania logró liberarse del estancamiento económico de las repúblicas soviéticas, la colectivización forzada y del Holodomor (hambruna que mató a millones de ucranianos en la década de 1930); pero los líderes del “socialismo del siglo XXI”, Luiz Inácio Lula da Silva, Andrés Manuel López Obrador (Amlo) y Gustavo Petro, han comprometido al hemisferio con Rusia, China e Irán.
Brasil, México y Venezuela reciben importantes inversiones rusas y chinas en sectores estratégicos como energía e infraestructura. Esta combinación de dependencia económica y alianzas políticas les resta soberanía para condenar la invasión de Putin a Ucrania. El silencio no es casual, como tampoco la complicidad y la dilación ante el robo de la elección y la perpetuación en el poder que pretende Maduro, así como su condescendencia con Hamás.
Petro, Lula y Amlo, elegidos gracias a la democracia, no piden democracia para Venezuela evitando incomodar a sus benefactores.
La postura del “socialismo del siglo XXI” con Hamás demuestra que evitan confrontar a aliados de Rusia, Irán y China, que reconoce a Hamás como actor político y el pasado 23 de julio fue su anfitrión con Fatah en Pekín.
Pese a sanciones internacionales, Brasil sigue siendo aliado estratégico de Rusia. El comercio bilateral supera los US$ 7.000 millones anuales. A su vez, China es principal socio de Brasil, con inversiones superiores a US$ 60.000 millones en infraestructura y energía.
Un día crucial para reflexionar cómo las tensiones geopolíticas afectan nuestro hemisferio. El silencio de Lula, Amlo y Petro traiciona a sus pueblos y la estabilidad y seguridad hemisféricas
México mantiene una postura complaciente respecto a la invasión rusa, absteniéndose de condenar a Putin en foros internacionales. China es el segundo socio comercial de México, con un comercio bilateral de US$ 110.000 millones en 2021.
Bajo el actual gobierno, Colombia registra similar tendencia, no obstante nuestra histórica relación con EE. UU., los valores de Occidente y la democracia liberal. Según el Departamento Nacional de Planeación, las inversiones rusas y chinas superarían los US$ 5.000 millones en infraestructura y energía. El desafío es no dejar atar a Colombia a esos intereses geopolíticos.
El caso de Venezuela es emblemático. Maduro ha contado con el apoyo incondicional de Rusia y China para mantenerse en el poder, a pesar de las violaciones de derechos humanos y el robo electoral que pretende el secuestro indefinido de 30 millones de venezolanos y mantener en el exilio a 7 millones.
El Día Nacional de Ucrania es crucial para reflexionar cómo las tensiones geopolíticas afectan a nuestro hemisferio. El silencio de Lula, Amlo y Petro traiciona a sus pueblos y la estabilidad y seguridad hemisféricas.
Nota. El desdén por la política exterior es tal que el presidente Petro no ha participado en ninguna Comisión Asesora de Relaciones Exteriores (Care) durante dos años.
MARTA LUCÍA RAMÍREZ