En una reciente asamblea de accionistas de una empresa cuyas ventas dependen del crédito barato, su gerente celebró que con la política monetaria de bajas tasas su compañía tendrá mejores resultados. Tuve que disentir. Porque no es cierto que la inflación esté controlada a nivel global y menos en Colombia, lo que necesariamente tiene que llevar al Emisor a ser muy prudente con mayores reducciones de su tasa de interés.
El palo no está para cucharas. Es cierto que la inflación bajó significativamente el año anterior, gracias a la tendencia reduccionista global y a la rigurosa política monetaria del Banco de la República. Pero en los últimos meses han aparecido nubarrones en este frente, tanto a nivel internacional como local. Si bien la inflación cedió en un 50 % el año pasado, se advierte en la actualidad que el ritmo de su desaceleración se está moderando, al extremo de que los analistas estiman que la inflación parece venir de regreso; es así como, en sus estudios, nuestro propio Emisor advierte que “en algunas economías avanzadas, tales como Canadá, la zona del euro y el Reino Unido, donde la inflación total había retornado en septiembre al objetivo de sus bancos centrales, volvió a repuntar en los últimos meses del año. Asimismo, en Estados Unidos la inflación aumentó hacia finales del año y se ubicó en el 2,9 % en diciembre. Esto limitó la corrección de la inflación en los países miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde)”.
En lo interno, la situación fiscal del país se ha agravado, el salario mínimo se aumentó muy por encima de la inflación, el verano impactó el precio de los alimentos, los datos de inflación del primer trimestre no son halagüeños, la inflación al productor subió 4,2 % entre septiembre y diciembre de 2024, las guerras continúan y no puede pasarse por alto que la nueva política arancelaria de los Estados Unidos tendrá un impacto en los precios mundiales. De allí que se haya reducido la tendencia a la baja de tasas de interés, por lo que la tasa de usura del mercado está creciendo desde febrero. Para el mes de abril subió setenta puntos básicos.
Si bien la inflación cedió en un 50 % el año pasado, se advierte en la actualidad que el ritmo de su desaceleración se está moderando, al extremo de que los analistas estiman que la inflación parece venir de regreso
En medio de la incertidumbre que surge de este contexto, nadie puede sorprenderse de que la junta directiva del Banco de la República haya optado esta semana por actuar prudentemente y no reducir más su tasa de interés, como lo hizo a comienzos de marzo. En su reciente informe al Congreso dijo: “Las expectativas de inflación para 2025, que venían cayendo a lo largo del año, mostraron una reversión preocupante en un entorno de incertidumbre creciente sobre la evolución de la economía global y de un deterioro de las finanzas públicas, el cual disminuye el margen de maniobra de la política monetaria para reducir la tasa de interés y ofrecer un mayor estímulo a la actividad económica”. Es decir, como le corresponde, el Banco hará lo imposible para asegurar la convergencia de la inflación a la meta del 3 %. Soldado avisado no muere en guerra.
El alto Gobierno está disgustado con lo ocurrido. Petro dijo que la decisión del Emisor fue simplemente “política”, patrocinada por la mayoría “uribista” de la junta, que busca atravesársele a su política económica. Otra mentira. Porque la mayoría de los de la actual junta fueron nombrados por Petro. Lo que pasa es que la Constitución los obliga a velar que se cumpla el principio de la moneda sana. No son borregos de nadie. Alguien debería decir que mientras no haya efectivos correctivos gubernamentales en materia fiscal, el República tendrá que ser más estricto con su política monetaria y estarán más lejanos los bajos intereses. Lamentablemente no será el actual minhacienda, quien se definió como un obsecuente servidor petrista, quien haga la tarea. La presencia de un sacristán oficiando misa, en medio de la crisis fiscal, hará más difícil la coordinación de la política económica. Mientras tanto, se impone la prudencia.
Taponazo. Dijo Trump en la campaña gringa que la palabra “arancel” es la más bella del diccionario.
NÉSTOR HUMBERTO MARTÍNEZ NEIRA