Preparemos el Acuerdo Nacional

En una columna de opinión que escribí recientemente –titulada ‘Necesitamos un gran Acuerdo Nacional’– decía que estamos ante la degradada mutación de las economías ilegales, y que esa reconfiguración nos está llevando ya a un nuevo ciclo de violencias.

Como el planteamiento de la necesidad de la Paz Total, el de un gran Acuerdo Nacional no es una opción entre otras. Es la única salida realista y viable para la actual situación del país. Un Acuerdo Nacional “franco y sincero”, como lo ha reafirmado el presidente Petro en el comunicado que anuncia los cambios en el gabinete. Ni el aislamiento ni la radicalización: la búsqueda de un verdadero pacto histórico es la que debe estar en el centro de la política colombiana hoy.

Como el Presidente también lo ha sostenido en diversos foros internacionales, son evidentes los estragos del cambio climático y de las acciones depredadoras que deforestan masivamente la selva amazónica, ponen en riesgo nuestros páramos y destruyen en forma irreversible determinados recursos de nuestra biodiversidad. El desastre ecológico se une al recambio económico y cruento de las ilegalidades. Y a este cuadro se agrega la pobreza de comunidades que han resistido en sus territorios urbanos y rurales o que han vivido en el desplazamiento y el refugio. O la corrupción que adquirió en Colombia la forma de la cooptación mafiosa del Estado. Violencias estructurales, armadas y sociales crean una situación que puede ser explosiva e insostenible.

Las razones para buscar que por fin hoy consigamos llegar a ese consenso mayor son de sentido común, que sustentan lo que vienen afirmando científicos e investigadores sociales a propósito de la crisis mundial y del agotamiento del modelo neoliberal y fósil de la economía. En nuestro caso, y sin exageraciones, si no tomamos el camino de reformas profundas pactadas, nos convertiremos en pocas décadas en un país inviable.

Esa confluencia de voluntades se ha buscado afanosamente en los últimos 70 años de nuestra historia con diferentes nombres y dispares resultados: Frente Nacional, Asamblea Constituyente, diálogo nacional, acuerdo sobre lo fundamental, Pacto Político Nacional, convergencia democrática, convención nacional, Unidad Nacional, Pacto Histórico.

Esta conjunción de múltiples crisis es también de múltiples oportunidades. No soy de quienes piensan que hemos estado arando en el desierto. La construcción de paz, democracia y derechos nos ha permitido madurar como sociedad y, paradójicamente, hoy estamos mejor preparados para lograr un proceso de reconciliación auténtica y democrática que nos permita convertirnos en esa gran nación que está en potencia de ser.

Necesitamos preparar el Acuerdo Nacional, planificarlo y llevarlo al centro del debate político. Con los partidos políticos, los gremios y sus dirigentes, por supuesto, pero también con los movimientos sociales y sus liderazgos. De esa preparación es un aspecto esencial la implementación del acuerdo de paz firmado en 2016, y todos los otros procedimientos que adelanta el Gobierno para terminar el conflicto armado y la violencia.

En tal sentido, reflexiono sobre esto cuando en La Habana (Cuba) está por comenzar el tercer ciclo de diálogos entre el Gobierno y el Ejército de Liberación Nacional. En el segundo, redactamos el Acuerdo de México, que señala: “Como núcleo de una visión conjunta de lo que debe ser la paz, las partes de este proceso identificamos la necesidad de un gran Acuerdo Nacional mediante la alianza de fuerzas, movimientos y organizaciones políticas, económicas, sociales, medios de comunicación y distintos grupos y expresiones populares que deben empujar los cambios que requiere la sociedad colombiana”. Espero que en estos diálogos sellemos un cese del fuego y que abramos las puertas a la participación de la sociedad en la construcción de la paz como aporte a estos propósitos.

IVÁN CEPEDA CASTRO

Senador de la República