Por puro machismo se decía que los hombres no lloran. Da risa. La lágrima rodada de emoción o pena es natural y un derecho universal. El miércoles se nos aguaron lo ojos cuando la portera de la Selección Colombia sub-17, Luisa Agudelo, de solo 15 años, voló como desde la India a Colombia y le atajó el cobro a la nigeriana Comfort Folorunsho, a la que hoy pienso mucho.
La emoción era porque Luisa no solo paraba un balón, sino muchas adversidades e incredulidades. Y era glorioso. Atajar ese penalti llevaba a que por primera vez un equipo de Colombia, en cualquier categoría y género, llegara a una final en un mundial de fútbol.
Allí se marcaba la historia, y no de cualquier manera. Luisa interpretaba a todas las demás, hacía justicia por sus compañeras, casi niñas, y por las mujeres en el fútbol y en los deportes. Ese salto felino era una hazaña producto de perseverancia y sacrificios, pues ellas aquí han jugado casi siempre con la cancha inclinada en su contra.
Aquí no ha habido una liga profesional seria ni salarios decentes –algunas reciben el mínimo como máximo–, tanto que deben trabajar en otras labores, como meseras, digamos, en lugar de poder dedicarse a entrenar. Como si las dirigidas por Carlos Paniagua vivieran de pan y agua. Todo ello, además de menosprecios, de escándalos por acoso sexual.
La Federación, Mindeportes, el Gobierno, deben darle nivel al fútbol femenino, que haya salarios justos
El mérito es propio y enorme. Ellas llegaron al Mundial con esfuerzos familiares y por disciplina y coraje. Y porque juegan con “buen pie”, como se dice, con toque, sentido de equipo y sin achicarse ante oncenos con respaldo y ligas poderosas. Pero la unión hace la fuerza. Esa puede ser una de las claves, y un ejemplo, el trabajo en conjunto, sin egoísmos, sin sentirse estrellas ni agrandarse. Pues aquí, como dijo mi amigo Arnulfo Pérez, hay ‘figuras’ a las que les pasa como al burro engreído al que le echaron flores y se las comió, con la cinta y todo.
La sub-17 llega a la final mañana contra España, la campeona mundial vigente, luego de un camino eliminatorio de buen fútbol y pundonor. A Perú le ganaron 7-0, vencieron a Chile 3-1, a Ecuador 4-0 y a Uruguay 1-0. Perdieron con Brasil, 1-0. En la India perdió con España 1-0, pero venció a China, a México, a Tanzania y a Nigeria, que había eliminado a Estados Unidos. Y es un mundial, con Brasil, Alemania, Francia en las canchas, entre otros equipos, con pleno respaldo de las federaciones. Y con todo, don Ramón Jesurún, quien debe sentir una pena máxima, amenazó con negar los premios económicos que por ser ellas amateurs. ¿Y hasta dónde han llegado los profesionales?
Pero ellas se han ganado el respaldo del país. No sé si el presidente Gustavo Petro ha jugado fútbol. Ahora parece que está practicando cobros con Barreras, es decir, con Roy Barreras, pero qué bien que se haya pronunciado. “La Selección Colombia Femenina sub-17 hace historia en el Mundial. No solo merecen toda nuestra iración y reconocimiento, sino salarios dignos, una liga femenina, patrocinios y todo el apoyo del Gobierno Nacional. ¡Creemos y apoyamos el fútbol femenino”. Buena parada de pecho, pero que no se quede en palabras. Y hablaron en el mismo sentido el ‘Pibe’ Valderrama, Falcao y muchos más.
Mañana, la sub-17 puede ser campeona mundial. La hazaña deportiva del siglo. Así solo fuera subcampeona, las mujeres han pegado un grito nacional por el respeto y la dignidad. La Federación, Mindeportes, el Gobierno, los equipos profesionales deben darle nivel al fútbol femenino, que haya salarios justos. Un premio podría ser asegurarles una carrera profesional a estas jugadoras. Estaremos con la camiseta puesta. Seremos campeones con un 2-1. Y, desde ya, aplausos y muchas gracias, pues estos triunfos le hacen bien a este país lleno de incertidumbres y dramas.
LUIS NOÉ OCHOA