Empezó la Cuaresma esta semana. En la imposición de la ceniza sobre estos dos dedos de frente, el sacerdote me dijo la frase que hacía años no escuchaba: “Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás”. Y me quedó sonando. Hay polvos de polvos. El polvo de azúcar sobre el bizcocho es una delicia. El Polvo Democrático es mi partido político. Hay pasteles oro en polvo. Y hay oro en polvo y canchas de tenis de polvo de ladrillo. De polvo está hecho el mundo.
Pero a veces uno mismo está ya vuelto polvo, antes de que le recen a las cenizas, en el último apartamento de interés social que nos toca. Eso me pasó este miércoles, vuelto miércoles. Porque pensaba en lo corta que es la vida, un polvo al viento, y en lo bien o mal que la empleemos. O que nos va. Veía cómo mientras sigue la polarización, que deja un polvero de acusaciones y odios, los ataques a la justicia y los alegatos de lado y lado ante las cortes internacionales, hay más ataques de los que siempre atacan, los grupos armados, y el cese del fuego, hecho polvo.
Y mientras tanto, distraídos todos, ocurren unas desgracias que deberían conmovernos y unirnos para tomar medidas, crear conciencia y revisarnos como sociedad. Estoy con el alma vuelta polvo por el caso del niño Dilan Santiago, de solo dos años, un ángel inocente, intocable, que dizque jugaba con un carrito en el patio de una casa campesina, entre sinfonías de aves, en las afueras de Usme, sin saber que la muerte estaba cerca. Dice la mamá que el niño desapareció en cinco minutos mientras ella fue por leña.
¿Cuántos más hay en peligro? ¿Qué pasará ahora con Dilan Santiago? Que Dios ilumine a los investigadores.
Y como estamos divididos, y enredando y desenredando presupuestos, este estremecedor crimen de un niño juguetón e indefenso no ha tenido el eco merecido en altos escenarios. Dijo Medicina Legal que murió por “acefalopatía hipóxica”. Eso es asfixia mecánica, causada por algún hijuepoxica, que después dejó al niño en un cultivo de papa. ¿Qué mente enferma comete un acto así?
Y vienen las inculpaciones e investigaciones. Todos son sospechosos. Inclusive los mismos padres, en un crimen que nos devuelve a casos como el de Sara Sofía, aquella niña de ojos azules que murió en Bogotá en manos de sus padres, de cuyos nombres no quiero acordarme, el 15 de enero de 2021. Versiones de la Fiscalía indican que después de su muerte a la niña la metieron en un costal y su cuerpo fue lanzado al río Tunjuelito. Y en 2022, un padre llevó a su hijo de paseo a Melgar y lo asfixió en un hotel, por venganza con la madre del menor. Y ahí vamos. ¿Cuántos más hay en peligro? ¿Qué pasará ahora con Dilan Santiago? Que Dios ilumine a los investigadores.
Y a los dirigentes, a todos los poderes, a ver si pelean menos y defienden más a la niñez. Porque la prevención de la violencia sexual está en pañales. Según reportes de la Policía, entre enero y agosto de 2023 se reportaron 8.295 delitos sexuales contra menores. Y, según Medicina Legal, en 2023 murieron en forma violenta 193 niños de cero a cuatro años. Y, ni pa’ qué les cuento, dijo un mexicano, de los que murieron por desnutrición crónica el año pasado: 246. Bueno, en 2022 fueron 325. Y los que se roban la plata de la alimentación escolar seguramente hacen más visitas al nutricionista y al gimnasio que a la justicia. Así es aquí.
Los niños tienen que ser prioridad, tienen que poder vivir sabroso. Se necesita más conciencia de su cuidado. Jamás dejarlos de ver un minuto, jamás confiarse. Se requiere justicia, claro, pero sobre todo prevención. Y grandes esfuerzos en salud mental. Un componente que imagino será amplio en la reforma de la salud, señor ministro y congresistas. Tenemos que legislar en favor de los niños, sin mermelada. Ustedes, los niños, sí. Se puede buscar la paz, Dios quiera, pero un país que mata niños que comienzan a caminar perdió el camino.
LUIS NOÉ OCHOA