El próximo 5 de diciembre se elegirán los primeros Consejos de Juventud desde la promulgación del Estatuto de Ciudadanía Juvenil en el 2013. Si bien los resultados de la inscripción para estos consejos son alentadores –con 7.824 listas compuestas de 41.825 candidatos–, aún hay elementos que ponen en riesgo el impacto que podría llegar a tener esta instancia de participación.
Recordemos que este proceso se ha adelantado en el marco de unas fuertes jornadas de protestas que permitieron visibilizar a las juventudes colombianas como un actor relevante y que demanda una mayor garantía para su participación efectiva. No obstante, publicaciones como la que recientemente hizo Colombia Joven sobre este espacio, empleando la metáfora de ‘El juego del calamar’, muestran que falta todavía mucho camino por recorrer. Me explico: resulta irónico emplear en un contexto como el que estamos viviendo, donde el pan de cada día es ver cómo la violencia afecta particularmente a jóvenes vulnerables, una estrategia publicitaría basada en un show que lo que pretende mostrar es los efectos deshumanizantes que tiene la desigualdad social en el mundo contemporáneo.
Desigualdad que es cada vez mayor en el caso de las personas jóvenes. De acuerdo con los resultados de la encuesta Bogotá Cómo Vamos, son las personas jóvenes quienes más perdieron sus empleos debido a la pandemia (52 %). Por su parte, la Encuesta Nacional de Juventud que realizamos en el Observatorio Javeriano de Juventud muestra un panorama similar: solo el 13,8 % de las personas jóvenes en Colombia han dejado sus estudios porque consideran que han obtenido la educación máxima en su carrera, el resto se ven obligados, en muchos casos, a una inserción precarizada en el mundo laboral para apoyar al mantenimiento de sus familias, principal razón para trabajar de las personas jóvenes rurales (31,4 %) y de grupos socioeconómicos bajos (31,8 %).
Es por este motivo que, desde mi perspectiva, se puede explicar lo hondo que ‘El juego del calamar’ ha calado en las juventudes: no porque nos guste participar en un juego brutal, o porque sea ‘trendy’, sino porque todos hemos sido Seong Gi-hun en algún momento de nuestras vidas. Todos nos hemos sentido impotentes frente a la falta de oportunidades y la presión de las deudas. No queremos seguir siendo tratados como “caballos” y queremos recuperar nuestra humanidad. Esto es lo que no ve la Consejería con esta pieza publicitaria; algo que no es de extrañar cuando el 75 % de las y los jóvenes expresaron que los políticos no los tienen en cuenta.
Tal vez al leer este texto piense: “se esta exagerando sobre la importancia de una pieza publicitaria”, pero es que ese es el riesgo que tienen de frente el porvenir de los Consejos de Juventud. La juventud colombiana le ha mostrado al país que está dispuesta a “meterles la ficha” a los Consejos, pero, por el otro lado, pareciera que solo se está viendo este proceso como un “juego” e incluso como un semillero para revitalizar el sistema político tradicional.
No podemos olvidar que, a través de estos Consejos y de las subsecuentes Comisiones de Concertación y Decisión, se establecerán las agendas de juventud a nivel municipal, departamental y nacional: es decir, la apropiación de recursos públicos para garantizar una trayectoria vital digna para la juventud de Colombia. En este sentido, les propongo algo: ¿qué tal si más bien jugamos a tomarnos a la juventud en serio?
MATEO ORTIZ HERNÁNDEZ
Analista del Observatorio de la Juventud de la Universidad Javeriana