Nacieron en la década de los 30, a orillas del Río de la Plata, uno en Buenos Aires, el otro en Montevideo, ambos descendientes de inmigrantes italianos que buscaron suerte en el sur del continente americano. Fueron testigos del horror de las dictaduras que sufrieron sus países. Ocuparon las más altas dignidades en sus oficios, uno como político y el otro como sacerdote, aunque es cierto que el político cultivaba la espiritualidad, y el sacerdote mantuvo una actitud política. Trabajaron a favor de los pobres y no ahorraron esfuerzos en su lucha por reducir la brecha entre la riqueza y la pobreza. Vivieron más de 80 años y murieron recientemente, con menos de un mes de diferencia.
Me refiero al argentino Jorge Mario Bergoglio y al uruguayo Pepe Mujica –el primero murió el pasado 21 de abril, y el segundo, el 13 de mayo–, a quienes los unía mucho más que el amor por el imponente río al cual miran sus ciudades.
Desde muy jóvenes tuvieron la certeza de que querían trabajar por la gente menos favorecida de sus naciones, y supieron que era fundamental acercarse al pueblo, conocer de primera mano sus necesidades.
Renunciaron a los lujos y a la ostentación que suelen ir de la mano del pontificado y de la presidencia. Fueron coherentes con su discurso, en el cual condenaron los excesos del consumismo, y llevaron vidas austeras que se convirtieron en irable modelo. También fueron modelo en esa difícil materia de respetar a quienes piensan diferente, algo que no es tan común ni en la Iglesia ni en la política.
Fueron particulares en sus oficios. Únicos. Bergoglio se convirtió en un papa al que amaban los ateos, y Mujica se convirtió en el político al que iraban y querían aquellos que desconfían y reniegan de la clase política.
De sus homilías y discursos se recuerdan decenas de frases que incomodaron a los poderosos, que pusieron el dedo en la llaga de los corruptos, que señalaron al dinero como uno de los grandes males del mundo y pusieron en duda que la felicidad dependiera de su acumulación.
Los dejo con una frase de cada uno de estos dos grandes latinoamericanos que tanto bien le hicieron a la humanidad. Del papa Francisco: “Para conseguir la paz se necesita mucho más valor que para hacer la guerra.” De Pepe Mujica: “Ser libre es gastar la mayor cantidad de tiempo de nuestra vida en aquello que nos gusta hacer”.