No se puede vivir con tanto veneno

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Voy a referirme a dos aspectos contradictorios. Por un lado, toda la agresividad que se expresa hoy a través de redes sociales y, por otro, el contraste con los resultados de uno de los eventos culturales y artísticos más importantes y bellos que tenemos en Colombia: la Feria Internacional del Libro de Bogotá.

Empecemos: es evidente la agresividad que hay en las redes sociales hoy. La virtualidad se ha convertido en un verdadero campo de batalla de la ordinariez, por la falta de urbanidad, cultura y respeto por los demás.

No importa el tema que se aborde ni el tono respetuoso que alguien use para plantear sus ideas, siempre habrá algún contradictor que con odio exprese no ya su pensamiento sino toda la rabia que lleva dentro. Por las redes sociales parece circular toda la bilis colombiana, diríamos coloquialmente.

Hay que discutir, por supuesto, pero siempre teniendo como límite la dignidad del interlocutor. No es necesario agredir verbalmente, hay que bajarle el tono. Los colombianos tenemos que aprender a discutir los temas y dejar de acudir a la barbarie como argumento. La violencia física es la peor faceta de nuestra cultura, pero la violencia verbal no se queda atrás y también debemos combatirla, para lograr un diálogo más sereno y razonable sobre todas las cosas que tenemos que resolver.

La violencia empieza por la palabra; el lenguaje puede resultar una barrera infranqueable si se usa para discriminar, para acallar al otro, para descalificar sin argumentos. Las redes sociales son espacios donde pareciera triunfar el que mayores decibeles alcance y más groserías diga; es un ejercicio primitivo de solo gritar para no oír al otro, y el sentirse envalentonado por estar detrás de una pantalla.

Claro, hay muchas personas inteligentes, respetuosas y que mantienen la compostura en las discusiones, a pesar de los improperios. Pero estos internautas son la excepción a la regla. Así que hay que poner sobre la mesa el tema, ojalá utilicemos las redes sociales para discutir con altura los problemas que nos aquejan.

El segundo aspecto son los resultados de la Feria del Libro de 2024.

Realmente fue un evento exitoso. Es impresionante el movimiento que hay no solamente para la venta de libros, que es una industria maravillosa, sino también de todos los eventos que se desarrollaron en paralelo: conferencias, debates, talleres y un etcétera enorme de palpitante actividad cultural.

Según las cifras oficiales, este año volvieron a la Feria cerca de 600.000 personas y el primero de mayo festivo fue un nuevo récord de asistencia con 103.000 visitantes.

Eso habla muy bien de nosotros: mientras que algunos deciden vandalizar las redes sociales y convertirlas en basureros del lenguaje, una multitud cada vez más grande quiere apostar por el poder de la palabra, de la reflexión y de la comprensión a través de la lectura. Los resultados de la Feria de este año muestran que hay una actividad cada vez más intensa en torno de la cultura.

No hay que perder la esperanza: los promotores del libro (autores, lectores, editores, impresores, distribuidores, correctores de estilo, diseñadores, libreros, etc.) están ganando esa batalla para quitarles protagonismo a los vándalos del lenguaje. Al final se deben imponer la sensatez, la razón y los buenos sentimientos de quienes queremos que Colombia tenga una verdadera cultura ciudadana. La apuesta debe ser por el poder de la palabra. Concluyo con una frase tomada de la canción: “No se puede dedicar el alma a acumular intentos, pesa más la rabia que el cemento”.